Un scanner sería la solución para eliminar requisas humillantes

Un scanner sería la solución para eliminar requisas humillantes

Amar, con un amor sufrido, tal como lo dice la Palabra. Con este grado de intensidad y entrega familiares de personas privadas de libertad, deben resistir el trago amargo y doloroso, que representa el pasar por una serie de requisitos, para poder estar cerca de sus seres queridos que se encuentran recluidos dentro de un centro penitenciario.

Esta realidad es evidenciada en un informe realizado por la Comisión de Justicia y Paz sobre la situación de los privados de libertad en los centros penitenciarios de la Ciudad de Panamá el cual fue presentado al Subcomité para la Prevención de la Tortura.

En dicho trabajo elaborado por un equipo interdisciplinario, supervisado por Maribel Jaén, Directora Ejecutiva y Kathia Díaz, Coordinadora de Proyectos de la Comisión de Justicia y Paz, se abordan factores como el alojamiento de los privados y de las privadas de libertad; los servicios médicos que reciben; la mora judicial, e igualmente resaltan dentro de estas importantes aristas, un tema del que poco se habla; la situación que se vive en las requisas de las visitas.

El informe realizado revela que aunque la actual administración del Ministerio de Gobierno impulsa cambios importantes especialmente en materia de resocialización, hay otros factores que deben observarse y atenderse, entre ellos que persiste dentro de estos centros penitenciarios, métodos humillantes para los que visitan a los privados de libertad, quienes son en su mayoría mujeres, madres y esposas, a las que se les somete a desnudarse parcialmente, saltar o hacer cuclillas para que la policía confirme que no llevan ningún artículo prohibido dentro de sus partes íntimas.

Realidad que impacta

Con casi nueve años de estar visitando a su novio, María (nombre que usaremos para respetar su identidad), le ha tocado observar toda clase de situaciones; donde afirma que lo que nunca cambia es el modo invasivo en el que se hacen las requisas para entrar a visitar al joven con el que algún día, ella en fe sabe, se casará.

Detalla que les hacen una revisión física, otra de la comida y de la ropa que llevan a su familiar o pareja.

“Abajo panti y pantalón, agáchate un poco… Ok, levántate el brassiere, dale vuelta, Ok”. ¿Qué lleva ahí?, ¿Tres vasijas de comida? Una no entra. ¿Vaso? Eso no pasa ni, aunque sea de plástico, bien puede cortar una botella de plástico. ¡Para qué tanta especialidad!. Estas son solo algunas de las acciones que vivimos quienes visitamos”, reconoció María.

El que vayas no es una garantía de que puedas ver al motivo de tus afectos en la cárcel, puesto que algunos de los que revisan imponen su ley, sin ningún tipo de sutileza. Expuso el ejemplo de una chica que en la revisión le dijeron que tenía olor a marihuana y aunque no le fue encontrado nada, no la dejaron pasar, a pesar que nadie le sintió ningún olor fuera de lo normal.

María reconoce que tanto quienes están detenidos como ellas, solo tienen a Dios a quien le dirigen sus ojos en señal de clamor, puesto que las violaciones a los derechos humanos persisten, y la impotencia las ahoga.

La incertidumbre se ha convertido en su compañera. Destaca que lo que hoy pareciera ser bueno, en la siguiente visita ya no es aceptable, por ejemplo, un par de chancletas, que en un comercio de la localidad tienen un precio de B/. 1. 50, dentro de la cárcel pueden llegar a superar los B/. 4.00, su uso no es casual, ya que con este tipo de calzado es que pueden ingresar al centro penitenciario.

Lo triste detalló, que esas mismas chancletas en otra visita, puede que no sean consideradas como las correctas, por lo que deben salir corriendo a comprar unas dentro del penal “Eso parece nada, pero cuando vas a ver a un familiar cada quince días y solo llevas para el pasaje y te sucede algo como eso (comprar nuevas chancletas), te lleva hasta las lágrimas”, afirmó.

Debido al impacto emocional que pasan, manifestó que pocas son las mujeres que se mantienen hasta el final de la condena, que, a lo sumo, soportan unos tres años y admitió que no las culpa, que solo son las madres las que se quedan hasta el final.

A pesar de todos los dolores y la impotencia, no pierde la fe. “Cuando estamos en agonía, Dios muestra su grandeza”, subrayó María.

La historia de Ana (también con nombre ficticio) confirma estos hechos. Ella visita a su hijo que fue sentenciado a seis años de prisión, de los cuales ya concluyó uno. Residente en La Chorrera, prepara cerca de la medianoche una comida casera. Se recuesta un rato, para prepararle alimentos fritos, que duran unos días más. De ahí parte a golpe de la las 3: 00 a.m., hacia el Centro Penitenciario La Joya.

Llegan al lugar estacionario, donde les piden la cédula para anotarlas en la lista de ingreso y logra entrar a aproximadamente las 11: 00 a.m. “Estamos ahí como fiel soldado y a las 6 o 7 de la mañana, se nos está anotando en la entrada, para esperar que venga el bus, que es uno solo para entrar a la Mega Joya y tiene capacidad para unos 70 pasajeros, nos suben con todas nuestras bolsas. A veces vamos entre 80 y 90 personas en el vehículo”, agregó.

Cuando llegas al portón, se les revisa y una vez pasas ese filtro, les hacen poner las bolsas en el piso, para que los perros las revisen.

Admitió que entre las irregularidades que la contrarían, es la incertidumbre de saber qué puede llevar, por los cambios de opinión entre una visita y la otra. “Llevo todo lo que me dijeron que puedo llevar, y al momento de la revisión, comienzan a sacar cosas y nos dicen: no puede llevar esto, no puede traer esto, cosa que una no sabía y que te toman por sorpresa. Al final quedas casi en nada”, agregó.

Sobre el trato en la revisión reconoció que hay algunos custodios que son muy amables, pero hay otros que son groseros y de estos, admitió que la mayoría, son mujeres.

En la revisión física señaló que les hacen bajar los pantalones, levantar la blusa, les revisan en sostén y sacudirse los senos. A las mujeres gorditas o ya de edad, nos hacen bajar el pantalón, y hacer ranitas para ver si algo cae”, relató.

Esta madre pide a quienes realicen esta actividad de revisarlas, mayor solidaridad y sentimiento, por toda la travesía que deben pasar, en consecuencia de un hijo que no obedeció las palabras y consejos, que le dieron. Que se pongan en su lugar porque ellas van con dolor y desgarro a ver a ese hijo y las tratan con groserías, como si fueran delincuentes.

“Mi hijo cometió un error, pero uno como madre hace ese trayecto, porque para una madre no hay hijo malo”, sostuvo.

Tecnología para dignificar

De acuerdo al Decreto Ejecutivo 357 el objetivo de las requisas es evitar el ingreso de sustancias oartículos prohibidos en el centro penitenciario, o detectarlos o localizarlos dentro de este, así como comprobar que los barrotes y demás componentes de la seguridad estática están en perfecto estado de utilización.

Sharon Díaz, subdirectora del Sistema Penitenciario detalló que dentro de este mismo de-creto en el artículo 359, se señala que toda persona que ingrese a un centro penitenciario deberá someter su persona y pertenencias a requisa, por lo cual se contará con un lugar adecuado, alejado de la vista del público. Esta será realizada por un funcionario del mismo sexo y nunca se realizará al desnudo.

La funcionaria enfatizó que el Ministerio de Gobierno a través de la Dirección General del Sistema Penitenciario, ya está tomando acciones concretas, para que estas revisiones sean menos invasivas, con la instalación de un scanner en el centro penitenciario La Nueva Joya, como parte de las acciones inmediatas adoptadas contra la lucha frontal contra la corrupción.

Estos scanners, informó que fueron donados por la embajada de los Estados Unidos y contienen alta tecnología capaz de detectar cualquier tipo de objeto, y serán utilizados no solo para la revisión digna de los visitantes de las personas privadas de libertad, sino también de los propios custodios y de todo el personal penitenciario, abogados y demás personas que ingresen a los centros penitenciarios.

“Estos controles y procedimientos se extenderán de manera progresiva a todos los centros penitenciarios del país, fortaleciendo el apoyo tecnológico y recurso humano como parte de la reforma penitenciaria”, concluyó.