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Una experiencia sinodal, una espiritualidad actual

Una experiencia sinodal, una espiritualidad actual

El Papa invita a reflexionar porque: “el camino de la sinodalidad es el que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Es importante sentirnos unidos en comunión, participación y misión. Monseñor Edgardo Cedeño hace un recuento sobre su participación en la asamblea del Sínodo.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

El 29 de octubre pasado, concluyó la primera asamblea general del Sínodo “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, realizada en Roma. A esa asamblea con el papa Francisco, asistió monseñor Edgardo Cedeño, obispo de la diócesis de Penonomé, quien asegura que el silencio para discernir y la escucha atenta, fueron la clave para que nuestra Iglesia orante viviera esa experiencia sinodal.

Al regresar a Panamá, dio a conocer sus experiencias.

El papa Francisco hizo un llamado a toda la Iglesia a vivir una experiencia sinodal en oración y de discernimiento, de esta manera se inició este camino con una vigilia ecuménica, explicó el obispo.

Luego se hizo un retiro espiritual para conversar en el Espíritu, “en cercanía con toda la Iglesia que nos estaba acompañando con sus plegarias y celebraciones eucarísticas a lo largo de este Sínodo 2023”, manifestó.

“En la experiencia vivida en este encuentro sinodal, cuya característica ha sido la Palabra de Dios, una comunidad orante, nos acompañaron muchos momentos de silencio para discernir qué nos estaba diciendo el Espíritu del Señor”, expresó, al tiempo que destacó otro elemento: la escucha atenta al compartir la riqueza de culturas, lenguas, el intercambio de experiencias de vida y de fe. “Nos unimos constantemente a las situaciones de guerra, violencia y otras realidades de dolor que viven muchos hermanos”, recalcó.

Otro signo inequívoco fue la presencia del Espíritu Santo: el sinodal por excelencia; sin su presencia hubiera sido imposible la experiencia sinodal, añadió.

 

Los distintos idiomas no fueron barrera para compartir con alegría cada momento. La presencia del papa Francisco en la sala fue de cercanía, un hermano más, que escuchaba y bendecía.

 

Un elemento innovador fue el uso de la tecnología, que ayudó al desarrollo puntual de la dinámica y el método, que fueron marcando un acercamiento en varios niveles: los círculos menores, que eran los pequeños grupos lingüísticos (no más de doce participantes) y luego la participación general, todo limitado a un tiempo determinado debido a la cantidad de participantes que pedía la palabra.

 

Se fortaleció la comunión entre las Iglesias diocesanas y la Universal.

El obispo explicó que se dieron peregrinaciones a las catacumbas, eucaristías al inicio de cada módulo en la Basílica de San Pedro, el santo rosario por la paz, celebraciones en solidaridad con los migrantes en la plaza de San Pedro, y el compartir cada domingo en las distintas parroquias de Roma.

Se trataron temas que la opinión pública seguía con interés y esperaba pronta respuesta, mas el sínodo en esta primera etapa no era para dar respuestas inmediatas, era más de discernir y profundizar los temas que aquejan a la Iglesia y a la sociedad, dijo.

El obispo ponderó la labor del equipo organizador, “que fue orado, pensado y puesto en marcha por personas profesionales”, expresó. “La consigna era dar lo mejor para que nos sintiéramos en casa los que veníamos de fuera”, agregó. Esa capacidad organizativa de la Iglesia estuvo muy de acuerdo con la principal tarea del Sínodo: “centrar de nuevo nuestra mirada en Dios, para ser una Iglesia que ve a la humanidad con misericordia. Una Iglesia unida y fraterna, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y anima, que ayuda a quienes buscan al Señor”. (Cf. Papa en el Sínodo 4-10-2023).

Monseñor Cedeño se permitió una reflexión sobre la situación que vive el país: “No podemos permanecer con una mirada y los oídos cerrados a la realidad que hoy vivimos, allí también se manifiesta el Espíritu Santo y, como bautizados, no podemos permanecer distraídos al dolor y sufrimientos de nuestros hermanos que poco y nada tienen, ellos esperan una respuesta concreta, dignidad humana y que todos podamos llegar a ser panameños en igualdad de condiciones. Así lograremos vivir en paz”.