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Una joya histórica de fe en San Francisco de la Montaña

Una joya histórica de fe en San Francisco de la Montaña

El templo fue declarado Monumento Histórico Nacional mediante la Ley 29 de 1937, que se derogó por la Ley 68 y mantuvo su condición de Monumento Histórico.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

El de San Francisco de la Montaña, con sus más de 400 años de historia, es uno de los cuatro templos coloniales en el interior del país, junto con la Basílica de Natá, la iglesia de Parita y San Atanasio de La Villa de Los Santos.

Este templo, de estilo barroco, enclavado en una comunidad parroquial que lo custodia, y rodeado de naturaleza y frescor, recibió ese nombre cuando Veraguas tuvo su cabecera en San Francisco de la Montaña, informó su guía turístico, Isidro Concepción.

La imagen original de Jesús es plegable, y al lado tiene a San Juan, quien nunca lo abandonó.

Los franciscanos fundaron el pueblo, pues gracias a san Francisco de Asís, llegó esa Orden a América.

Cuando los españoles llegaron a estas tierras, encontraron familias indígenas guaymíes (Ngäbe Buglé). Con estos habitantes se mezclaron, lo que se nota en el tallado, porque hay muchas imágenes de santos de madera.

Fue como una escuela de adoctrinamiento por parte de españoles que viajaron a Perú, informó el licenciado Dicardides Rodríguez, sanfranciscano, amante del arte, quien explicó que, como había tanto oro, estos europeos fundaron templos en ese país y se perfeccionó el personal en ebanistería. Luego llegaron a Panamá por el sur, hasta las costas.

Los tallados son de cedro amargo, los soportes de níspero, salvo San Antonio, que es de cerámica porque durante la invasión se quemó cuando se dejó una vela encendida.

 

El templo se terminó en 1727. El pueblo se fundó el 14 de agosto de 1621 por Fray Pedro Gaspar Rodríguez y Balderras.

 

 

La Iglesia tiene sus soportes, horcones y vigas originales, de madera. Una de sus puertas laterales también es original. Una de sus puertas laterales también es original. 

 

Los altares

El templo tiene tres altares a la derecha, tres a la izquierda y tres que conforman el altar mayor. Hay otras joyas históricas: dos candelabros y el púlpito.

Las puertas laterales son las originales, así como la portada oriental, la estructura de postes y vigas de madera, la pila bautismal y tres campanas traídas de Lima, Perú, en 1804.

Todos los altares y retablos muestran una inmensidad de simbología.

El altar de la Purísima, a la derecha del altar Mayor, estilo rococó, barroco, tiene arriba la imagen de Santiago Apóstol, en el medio la Purísima, y a los lados San Sebastián y San Juan de Dios.

El púlpito octagonal tiene los 4 evangelistas y virtudes teologales.

En el Altar Mayor, de estilo barroco, está, arriba, San Francisco de Asís; a la izquierda Santo Tomás de Aquino y a la derecha San Juan Nepomuceno. En el centro del altar está el sol, que representa la eucaristía, y una compuerta donde está un águila bicéfala representando la igualdad en el lenguaje cristiano. A la izquierda, se observa al arcángel San Miguel y a la derecha, San Rafael. También hay una patena.

 

La pintura, que es original, es hecha de frutas, cortezas y hojas. Se ha limitado la iluminación para que no se ponga negra.

 

Las columnas centrales son de pan de oro, destacó Rodríguez. Abajo está el Cordero Pascual sobre la Sagrada Escritura. En la parte inferior hay un rostro satánico que simboliza el poder de la Iglesia sobre el mal. Este altar representa una nave que lleva la Sagrada Eucaristía. Las antiguas embarcaciones llevaban las nereidas, esfinges que custodiaban las embarcaciones. Por eso, presenta dos caras en la parte inferior del altar.

Se puede observar, a la izquierda del altar mayor, el altar de la Pasión, que es churrigueresco, en honor a José Churriguer, que esculpe por primera vez altares con fondos claros y espacios que conectan con la parte posterior.  Tiene dos caras: el sol y la luna, y el momento de la crucifixión, en la parte superior. La imagen original de Cristo es plegable. También está San Juan, el único compañero que no se separa de él, ni siquiera en el juicio de Pilatos.

Debajo están los implementos de la Pasión de Cristo: el cáliz, una lanza con una esponja para darle vinagre, la túnica de Cristo, los dados con que se juegan su túnica, los clavos con que lo atan a la cruz, una mano normal y otra con la que Caifás lo golpea y simbólicamente aparece seca; un ramo de trigo, señal de vida.

La Pila Bautismal tiene grabada la fecha de 1727. Es otro de los elementos únicos de este patrimonio histórico.

También el lienzo con que la Verónica le limpia el rostro a Cristo, y la espada con que se le atraviesa el costado. Es decir, toda la Pasión en un solo altar.

En ese santuario también está el altar de San José, con  la familia de Nazaret; tiene pórtico para el Santísimo y las imágenes de San Miguel Arcángel.

En el recorrido se puede apreciar el altar de la Virgen del Carmen, estilo babilónico. Le sigue el altar de San Antonio, estilo salomónico. También reposa allí el altar de las Ánimas, estilo barroco, donde iba un lienzo de Bartolomé Esteban Murillo, y desapareció en una remodelación en los años 30.

También está el altar de la Virgen del Rosario, estilo barroco. Le sigue el altar de Santa Bárbara.

 

Compromiso de fe y amor

Su guía turístico, Isidro Concepción, comprometido con su cuidado, camina cada día hora y media para llegar al templo a cumplir su misión. Incluso, cuando nota que los implementos de limpieza están desgastados y su adquisición demora, compra con su salario la escoba para barrer. Todo por amor a la Iglesia.