Valores fundamentales de la vida social

“Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores” (Laudato Si 160)
En la cultura grecorromana y en sus influencias posteriores, se subrayaban las virtudes, principalmente a nivel personal pero también social. Hoy, en nuestro presente panameño, acostumbramos hablar de valores.
Los valores son los criterios a los que recurrimos los humanos para nuestras decisiones y acciones. Sirven o deben servir, para orientar la práctica y transformarla. No son ni ciertos ni falsos; sólo se adoptan o se rechazan.
Jesús nos enseña los criterios para vivir el Reino de Dios. El nos da su escala de valores a nosotros, sus discípulos, por ejemplo en el Sermón de la Montaña (Mateo 5 y 6). El Padre y el Hijo nos envían el Espíritu Santo para que nos ilumine, acompañe, nos de fuerza, en la vivencia, testimonio de estos valores.
El papa Francisco con su exhortación “La alegría del Evangelio”, nos animó a la tarea imprescindible de todo discípulo: evangelizar. Dios hace una pregunta a todo ser humano: “¿Dónde está tu hermano?” (cf. Génesis 4, 9) ¿Cómo responder con nuestra vida? Jesús con sus palabras y obras nos lo muestra.
El Papa nos recordó, con la encíclica Laudato Si, un espacio de encuentro entre discípulos y todos los hombres no importa raza, religión, creencias o no. También lo es la construcción y cultivo de la vida social.
Hay pensadores que describen nuestro tiempo como el del final de las ideologías; otros apuntan a otros finales: de la historia, de la confianza, del estado de bienestar, del sistema social. Hay quienes apuntan el declive de lo público, generalización de la incertidumbre, sociedad líquida, sociedad del riesgo, era del vacío, mundo de corrosión del carácter. Todo se refleja en la educación, en la ciudadanía, y en todo hay una llamada a construir un mundo más humano; un orden mundial que no niegue el futuro a los pobres y empobrecidos; que no sea excluyente. ¿Qué valor de la vida humana se transmite? Desde él se ordenan los demás valores. Todos los valores son valores de la vida.
La dignidad y sacralidad de la vida es la que nos iguala a todos los humanos y nos confiere la libertad de decidir qué tipo de vida queremos para cada uno de nosotros, dentro de las limitaciones intrínsecas y extrínsecas que son inherentes a la condición humana.
El respeto incondicionado hacia la vida humana no sólo no conoce distinciones de valor en función de la raza, el sexo, la edad, la profesión, la nación, la cultura, el linaje, la clase social, la ideología o la religión, sino también por la utilidad que puede proporcionar.
Los derechos humanos son aquellos derechos que se reconocen a todo ser humano por el hecho de serlo. No se conceden graciosamente a las personas; se les reconocen, no se les dan. Los derechos civiles y políticos, los derechos sociales, económicos y culturales, el derecho a la paz, el derecho a un medioambiente sano y el derecho al desarrollo, componen lo que se puede considerar los mínimos de justicia que una sociedad tiene que cubrir, para no considerarse una sociedad bajo mínimos de humanidad.
Ahora bien, cuáles valores para educar una sociedad pluralista y democrática, en la que diversos grupos sociales se proponen ideales de vida en ocasiones completamente distintos. Estos son los valores de la ciudadanía.
Una sociedad pluralista y democrática se propone a través de la educación formar ante todo ciudadanos, capaces de perseguir sus metas (habilidades técnicas), capaces de convivir en paz (habilidades sociales) y también de tomar decisiones justas a la luz de fines buenos (sabiduría moral).
Con todo, discernir en qué modelo o modelos de ciudadanía conviene educar no es una tarea fácil, pero una sociedad que no esté empeñada en que se protejan los derechos civiles, económicos, sociales, culturales, el derecho a la paz, el medioambiente, y el derecho al desarrollo está bajo mínimos de moralidad; bajo mínimos de humanidad.
Un ciudadano autónomo y solidario, plenamente consciente de sus derechos, pero también de sus responsabilidades, participativo e íntegro, dispuesto en todo momento a luchar por la justicia de su sociedad, integrado en ella, pero abierto al mundo, se perfilaría como el “ciudadano ideal”.
El principal problema que tenemos con los valores ¿es la ausencia de ellos o que nos estamos quedando sólo con el individualismo? Los grandes problemas que hoy tenemos han de resolverse colectivamente, desde una idea de “humanidad” compartida o, por lo menos, dialogada porque concierne y afecta a todos. En la realización ideal de lo humano reside el constitutivo del valor moral.
“los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientación noble y generosa”. (Laudato Si 181)

Mons. Pablo Varela Server / Obispo auxiliar