Vivamos la religión de la justicia, la misericordia y el amor a Dios.

Vivamos la religión de la justicia, la misericordia y el amor a Dios.

redaccion@panoramacatolico.com

 “No perder la cabeza ni alarmarse, es lo que les pide el apóstol Pablo a los cristianos de Filipos”, así empezó su reflexión el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, tras explicar que la alarma venía de que alguien, apoyándose en San Pablo, anunciaba el final de los tiempos, lo que llamaban el “día del Señor”. 

Y como dijo Monseñor Ulloa, hoy también es frecuente que para suscitar sentimientos religiosos se anuncien amenazas apocalípticas, fundadas en miedos radicales. “Es, como dice Pablo una “desorientación”, indicó.

Dijo además que, el Evangelio que les predicó Pablo insistía en que se asemejaran a la persona del Señor Jesús; un Jesús “que nos ha amado tanto que nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza”.  

Que como bien decía el Apóstol es lo que debe darnos fuerza; no el pavor a un Juez duro inmisericorde, de la misma manera hoy, Monseñor Ulloa recomienda que vivamos estos momentos de pandemia con prudencia, y no nos dejemos arrastrar por el terror, porque de alguna manera seríamos víctimas del virus.  

Asimismo, llamó a comprometernos con la tarea que Pablo aplica a Jesús: la de regalar consuelo permanente y esperanza, a nunca cometer injusticias con nuestro hermano, nunca digamos lo que no es, nunca mostramos irrespeto por las personas, nunca dejamos a alguien desamparado o descuidado. 

También señaló que nunca usemos la religión para anular al otro, más bien a usarla para cuidar al otro. “La religión nos hace personas misericordiosas y bondadosas con nuestros hermanos, la misericordia de ejercer el perdón, de no juzgar ni condenar”, afirmó.

El Arzobispo de Panamá advirtió que tengamos cuidado, porque podemos transformar nuestra religión en una religión farisaica, de preceptos y dogmas, y no estar viviendo la religión de la justicia, la misericordia y el amor a Dios.

 

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A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la Capilla del Seminario Mayor San José.

Homilía Martes XXI

No perder la cabeza ni alarmarse, es lo que les pide el apóstol Pablo a los cristianos de Filipos. La alarma venía de que alguien, apoyándose en San Pablo, anunciaba el final de los tiempos, lo que llamaban el “día del Señor”. 

Es frecuente que para suscitar sentimientos religiosos se anuncien amenazas apocalípticas. No pocas predicaciones, y espiritualidades de corto recorrido, están fundadas en miedos radicales. 

Es, como dice Pablo una “desorientación”. El Evangelio que les predicó Pablo insistía en que se asemejaran a la persona del Señor Jesús. Un Jesús “que nos ha amado tanto que nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza”.  

Eso es lo que debe darnos fuerza, dice el Apóstol para “toda clase de palabras y obras buenas”; no el pavor a un Juez duro inmisericorde. 

Vivamos así también estos momentos de pandemia. Desde la prudencia, no nos dejemos arrastrar por el terror. Sería una manera de ser ya víctimas del virus.  

A la vez comprometámonos con la tarea que Pablo aplica a Jesús: la de regalar consuelo permanente y esperanza. 

¿Qué le pasa a Jesús? ¿Por qué se pone así? Vamos a tener toda la semana para contemplar su “indignación”. Esta palabra nos invita a preguntarnos ¿qué es lo más importante para ser un buen católico? 

Al continuar Jesús con sus acusaciones en contra de los escribas y fariseos, no se queda solo en condena, sino que nos ofrece unos puntos de reflexión muy importantes para nosotros. Lo más importante de la Ley son la justicia, la misericordia y la fidelidad llega a afirmar Jesús. 

¿Cómo sentimos nosotros estas palabras? ¿Nosotros en qué hemos puesto la importancia de nuestra religión? 

Un episodio más del enfrentamiento entre Jesús y los fariseos. Jesús ve en los representantes cualificados de la religión judía, y sus más estrictos practicantes, como se consideraban los fariseos, los adversarios más frontales a su predicación. Era una religión hipócrita, como la tacha Jesús. 

La hipocresía es la actitud de quien convierte la verdad en apariencia, el ser en aparentar.  

El ser humano se realiza en el interior del hombre, allí está su verdad: en sus sentimientos, en sus intenciones; las manifestaciones externas, incluso las religiosas, no tienen valor en sí mismas.  

Han de ser aplicación de ese mundo interior, reflejarlo. Cuando no responden al mundo interior propio, lo escondan, se hacen autónomas, se produce el engaño, lo falso, que, por ser actitud deliberada, es mentira y es hipocresía. 

Hoy, con el cuidado excesivo de la apariencia, hasta ser esclavos de la imagen que ofrecemos, viene bien esa reiterada tesis de Jesús de que somos lo que somos en nuestro interior, lo que somos por dentro.  

Es lo que hemos de cuidar: nuestros afectos, los intereses que nos mueven, lo que sentimos hacia Dios y hacia el prójimo.  

La acción ha de ser la manifestación o realización de ese mudo interior. Entonces seremos, como pide Jesús: sinceros, no hipócritas. Seremos lo que somos, no una apariencia engañosa de nuestro ser. 

Por eso no podemos de ninguna manera dejar de lado el amor y la fidelidad a Dios y practicar la justicia y la misericordia. Seamos justos, porque ser justos es el signo de la sabiduría humana con la gracia de Dios. Nunca cometamos injusticias con nuestro hermano, nunca digamos lo que no es, nunca mostramos irrespeto por las personas, nunca dejemos a alguien desamparado o descuidado. 

Nunca usemos la religión para anular al otro, sino usémosla para cuidar al otro. 

La religión nos hace personas misericordiosas y bondadosas con nuestros hermanos, la misericordia de ejercer el perdón, de no juzgar ni condenar.  

De nada sirve vivir en las redes sociales, ensalzando el nombre del Señor, si en nuestras conversaciones cotidianas, no ejercemos el perdón, la misericordia y la reconciliación entre nosotros. 

Hoy el Evangelio es una advertencia… Tengamos cuidado, porque podemos transformar nuestra religión en una religión farisaica, de preceptos y dogmas, y no estar viviendo la religión de la justicia, la misericordia y el amor a Dios.

 PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ