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1964: Una lucha nacionalista estalla, mientras un grupo de caballeros nace

1964: Una lucha nacionalista estalla, mientras un grupo de caballeros nace

Dos hechos históricos marcaron a toda una generación, mientras jóvenes luchaban por la soberanía nacional y católicos los cobijaron. Hoy, uno de aquellos protagonistas, resalta su admiración por la juventud de hoy, que también mostró su fervor patriótico como lo hiciera, hace 60 años, la del 9 de enero de 1964.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

Aquel 9 de enero de 1964, fecha en que una juventud guerrera, nacionalista y patriótica defendía los intereses de la nación y dio su vida en el intento, nacía también un grupo que dio cobijo a quienes llegaban buscando refugio a la iglesia de Santa Ana: Los Caballeros del Santo Sepulcro.

Aquella tarde, unos 30 miembros fueron bendecidos por monseñor Félix Alvarado, quien ya tenía la idea de crear el grupo, que hasta hoy custodia la eucaristía, y cuyo inicio coincidió con los acontecimientos históricos que trajeron dolor por la sangre derramada y nuestra bandera mancillada.

Según explica Jorge Acosta, actual caballero del Santo Sepulcro desde 1998, muchas personas llegaron a la parroquia a refugiarse y a monseñor Alvarado se le ocurrió formar el grupo de caballeros con los hombres que estaban ayudando a las personas, pues temían que los “gringos” pasaran a la ciudad y atacaran.

Muchos de ellos ya asistían a la parroquia. Eran unos 30 hombres.  Ese mismo día monseñor les dio la bendición, y fueron apadrinados por Aurora de Tercos y el padre Juan Aquiles Berrocal, primer presidente del grupo.

Ellos apoyaron con alimentación y acogida a los que pernoctaron esa noche y otras, hasta bajar la intensidad de lo que estaba sucediendo. Muchos de los que llegaban vivían en el área.

 

Virtudes de caballeros

Por su parte, Miguel Ángel Villarreal, quien compartió con algunos de los caballeros, dio a conocer que ellos eran muy disciplinados, obedientes  y puntuales. Trató al grupo original desde que era monaguillo y luego entró a los 17 años.

El espíritu de los caballeros era custodiar la eucaristía, por eso es que, en la iglesia de Santa Ana, el grupo se coloca a cada lado de la gente que va a comulgar, recoge las ofrendas, y en Semana Santa custodia el Santo Sepulcro.

Una de sus tareas fue vender el Panorama Católico. En la parroquia hay una galería de los caballeros.

“El grupo era muy numeroso, hombres respetables de la comunidad; era un apostolado muy importante y se requería honorabilidad, era parte del carisma. Cada  miembro usa una banda que va del hombro derecho al izquierdo, con dos colores: el morado y el dorado, que representan a santa Ana y san Joaquín.

Caballeros del Santo Sepulcro.

En esa misma línea, Panorama Católico entrevistó a Alejandro Meneses, quien llegó a Santa Ana en 1976 a ser servidor del altar. Allí conoció a los Caballeros del Santo Sepulcro, casi todos fundadores, como los señores Lugo, Thomas, Batista, Visuetti, Chandú, Lao, Wolfchon, Cedeño (padre del obispo de Penonomé), Meneses, Murillo, entre otros. Hoy día, pertenece a los Caballeros del Santo Sepulcro.

Según le comentó el miembro fundador Fernando Vissueti (Q.E.P.D.), en el momento en que los estudiantes luchaban en la 4 de Julio (hoy avenida de Los Mártires), los Caballeros se fundaban en la iglesia, como a las siete de la noche. Chandú le contaba la misma historia.

 

Un guerrero que sigue en pie

Uno de esos estudiantes guerreros, que aquel día hizo historia, fue Ricardo Hurtado, quien conversó con Panorama Católico.

Icónica foto de Ricardo Hurtado (Izq.) y José Arana.

“El 9 de enero hizo un día resplandeciente”, señala.  Él estaba en los alrededores del Instituto Nacional, porque estaban entrando a los exámenes finales.

Como a las dos o tres de la tarde, un empleado de la zona del Canal panameño les notificó a algunos estudiantes del Instituto Nacional que habían roto el asta de la bandera en la Escuela Superior de Balboa.

Por eso, fueron a solicitarle al rector que les diera la bandera de guerra para ir a izarla.

El rector se las dio con el compromiso de que la cuidaran y que la trajeran de vuelta, y así fue. Es una bandera que estuvo involucrada en muchos actos, y representaba mucha tradición en el Instituto Nacional.

Unos 200 institutores marcharon hacia la Escuela Superior de Balboa. Ahí se dieron los incidentes, debido a que ya los alumnos de esa escuela se estaban movilizando, al mando de su dirigente de apellido Jensky, estadounidense zoneíta, que repudiaban el hecho de que la bandera panameña ondeara al lado de la norteamericana, pues consideraban que esa era tierra de Estados Unidos.

Se dieron forcejeos y se rompió la bandera. La delegación regresó al Instituto Nacional y avisó a los demás lo ocurrido.

Ricardo Hurtado explicó que se reunieron y salieron hacia la avenida de Los Mártires y, frente al Instituto, vieron la bandera rota y los jóvenes golpeados.

Comenzaron a arrancar la cerca zoneíta, como repudio a lo que les habían hecho. Esta lucha del 9, 10 y 11 de enero, marcaría el principio del fin del enclave colonial, sostiene.

 

Y cayó herido

“Yo fui el primer institutor herido, frente al hotel Tívoli. En ese momento estaban desembarcando las tropas del Comando Sur”, explica Hurtado.

Este institutor subió la cerca de ciclón, recibió una descarga de bala y uno de los soldados que se acercó más, disparó con una bazuca la granada lacrimógena que le golpeó la cara y la espalda, y cayó al suelo. El otro que estaba al lado, con la bandera, era José Arana, que no era institutor.

Siempre cuestionan que no hubo institutores heridos, lo que es falso, dice. El segundo en caer fue Ascanio Arosemena, amigo de infancia de Hurtado, quien había estado en el Instituto Nacional en el primer ciclo, y que luego se cambió a la Escuela Profesional.

“Él (Ascanio) fue a socorrerme, me sacó del área. Esa cerca estuvo allí hasta los años 80, cuando me hicieron una entrevista sobre el lugar exacto donde me hirieron y mostré la cerca, al día siguiente el gobierno zoneíta la mandó a quitar para borrar la historia”, asegura.

La generación del 64, su juventud y el pueblo panameño, siempre serán recordados como una de las luchas más representativas de la nacionalidad panameña, de la identidad nacional. Ese 9 de enero dio pie a que el gobierno de Panamá le exigiera al de Estados Unidos un cambio total de los tratados que teníamos a perpetuidad y del enclave colonial, que se había hecho efectivo con más de 14 bases militares.

El 31 de diciembre de 1999, ese sueño se cumplió con la transferencia del Canal. Hoy el pueblo se beneficia con sus aportes.

Pero la generación del 64 repudia que no se tenga claro qué se hace con ese dinero, que costó vidas humanas y el sacrificio de varias generaciones.

 

No ha habido monumentos ni parques que se hayan construido en la antigua Zona del Canal, que recuerde los hechos del 64.

 

Admira a la juventud que lucha hoy

Hurtado pondera la participación de la juventud durante 35 días en las calles, atrincherados con la bandera en alto, en octubre y noviembre pasados, que se manifestó contra el contrato minero.

Eso “nos dio a nosotros una esperanza, pues estábamos perdiendo una generación, producto de las situaciones mediáticas que transforman el pensamiento de los jóvenes, sobre todo por el consumismo, que los ha apartado de los viejos ideales del nacionalismo, desarrollo y libertad”, resalta.

“Yo siento mi más profundo respeto por esta generación de 2023. Nos enseñaron que Panamá es un país invencible, somos un pueblo guerrero, y estoy muy orgulloso de esta juventud a la cual le extiendo un fervoroso abrazo y saludo. Es una juventud muy parecida a la que estuvo por más de 30 días, en oleadas, en el 64, apostada frente al Palacio Legislativo, la Plaza 5 de mayo y Calidonia. Decían los cronistas extranjeros, que esa muchedumbre fue la que no permitió que el ejército de Estados Unidos se adentrara a la ciudad de Panamá, pues hubiera sido una barbarie asesinar a muchedumbres indefensas, empuñando solo la bandera nacional”, argumenta

Hurtado tiene esperanza en esta juventud y los cambios que se pueden dar en mayo de 2024.

Lamenta que los gobiernos se han portado mal, hicieron una ley y se han estado burlando de los compañeros, que han muerto uno a uno, manifiesta.