Lo importante no son las formas, sino el contenido profundo de nuestra fe, las razones que nos mueven. En estos tiempos, cuando las religiones – todas ellas – están en profunda crisis, la vuelta a Jesús nos invita a imitarle, a seguir sus pasos de compasión y apertura a todos sin importar su origen ni sus etiquetas.
Esta semana, el Señor nos está invitando a que nos abramos hacia los demás, sobre todos esas personas que profesan una religión distinta a la nuestra, y que muchas veces aislamos, y nos aislan ellos, debido a lo que creemos, y cómo lo hacemos.
La mayoría estaremos de acuerdo en el hecho de que al final importa poco cuál es mi fe, sino la calidad de nuestro amor a Dios y a nuestros hermanos.
Ese es el mensaje de Cristo para esta tercera semana de Cuaresma. Ama, con humildad y paciencia, que es la única manera de hacerlo.
Dios nos está invitando a que derribemos las barreras que nos separan, y construyamos puentes. Sobre todo en las familias, muchas de ellas sufriendo porque unos son de aquí y otros de allá, unos católicos y otros “protestantes”.
Cristo mismo nos dio ejemplo de un amor gran- de, sin colores, sin olores, sin banderas. Él mismo advirtió que lo que importa es “adorar en Espíritu y en Verdad”.
Esta semana, pues, busquemos a aquel hermano o hermana, pariente, amigo o vecino, de quien nos hemos distan- ciado por razones de la fe, y tendámosle la mano amorosa del cristiano auténtico, quien primero y siempre ama, y nunca mira el color del otro.
¡Ánimo!