Con una masiva asistencia se llevó a cabo la Gran Caminata convocada por la Arquidiócesis de Panamá para concluir las actividades programadas en el Mes de la Familia.
Por Marianne Colmenárez
Desde primeras horas de la mañana cientos de fieles de distintas parroquias y movimientos laicales de la arquidiócesis de Panamá participaron en una multitudinaria caminata organizada para este domingo 25 de junio, con el firme propósito de celebrar el cierre del mes de la Familia.
Con globos, música y pancartas promovieron sus valores cristianos y posición frente a las distintas ideologías extranjeras que atentan actualmente sobre sus principios.
El recorrido inició en la parroquia Santísima Trinidad ubicada en El Dorado, hasta el gimnasio de la Universidad Santa María La Antigua, en la avenida Ricardo J Alfaro.
En la celebración eucarística
Monseñor José Domingo Ulloa, arzobispo de Panamá, en su homilía habló alto y claro para señalar que el principal “síntoma” de la época actual corresponde a la gran destrucción contra la familia.
“Hoy debemos protegerla y defenderla de ideologías foráneas, activismos extranjeros, que quieren debilitarla y distorsionarla” afirmó.
Exhortó a los fieles a no tener miedo en defender la familia y al matrimonio entre hombre y mujer.
“Nos dirán anticuados, pero no lo somos; que no queremos la enseñanza de la educación sexual, pero sí la queremos, sin excluir a los padres de familia y basada en el amor, la ciencia y de acorde a la edad” destacó.
Aclaró en su exhortación que no hay familia perfecta, sin embargo; aunque estén muy frágiles, con conflictos pueden afrontarlos, todos juntos de manera constructiva, aportando a solucionar todo aquello que perjudica a sus miembros.
“Es en la familia donde nos jugamos el futuro, es ahí donde se forjan los hombres y mujeres, que serán los ciudadanos, los médicos, economistas, agricultores, presidentes, gobernantes, políticos, líderes religiosos, que llevarán la rienda de nuestro país” acotó.
Antes de la comunión, Monseñor Ulloa aprovechó el espacio para que las parejas renovaran sus votos matrimoniales. Personas de diversas generaciones se tomaron las manos y se miraron para reafirmar aquello promesa de luchar por el amor y por la familia en Cristo resucitado.
