El eje central de estas dos situaciones, que a primera vista parecen anteponerse y contraponerse, es lograr la armonía entre ambas. El secreto es buscar la armonía.
María Teresa González
He podido observar el dolor de la persona que sufre una infidelidad; sobre todo si se da por segunda vez. El hecho de romper la promesa, de no volver a ser infiel, no importa con quién, es doloroso. No interesa el nombre, ni apariencia es el saber que el otro (a) es capaz de entregar su cuerpo, mente a otra persona. Esto implica faltar a valores vitales que son la honestidad y fidelidad. Es una traición a los propios principios o una carencia de ellos.
Si la persona retoma una relación que corría muchos riesgos, una relación que estaba cultivada o la infidelidad se da con una nueva persona, es natural que el afectado se cuestione ¿Desde cuándo?, ¿por qué me hizo esto?
Muchos matrimonios se solidifican y crecen muchísimo después de una infidelidad.
Son normales todos los sentimientos que afloran, por ello es saludable que el afectado los valide, reconociéndolos y trabajándolos.
Antes que nada, es importante que la persona afectada trabaje su autoestima, recordando que es una persona amada, valiosa, preciosa. Su vida tiene un gran potencial, hay mucho por hacer y lograr. Es importante que siga con sus metas, sus sueños, que procure mantener la serenidad, fortaleza, esta parte es muy importante porque se necesita más que nunca la autoestima, el valor de una persona no depende nunca de la opinión de otra. Revisar, valorar y concentrarse en sus fortalezas.
Otro punto a considerar es si la conducta del cónyuge fue una debilidad. Es muy diferente a una conducta adictiva. Cuando es una adicción hablamos de palabras mayores, que si pueden tener solución, pero necesitan un trabajo mucho más arduo.
“Tomar al toro por los cuernos”
El punto esencial en una pareja es el diálogo. A pesar del dolor y la rabia natural que existe es importante tratar de no dañar más la relación.
Esto significa que, si no se puede controlar la rabia o la violencia física o verbal, al tratar el tema, se tomen tiempos fuera, es decir no tocar el tema incluso retirarse físicamente.
La infidelidad es responsabilidad principalmente de la persona infiel. Nadie más tiene la culpa.
Este tiempo puede ser unos minutos, horas, días. Si al retomar el asunto, vuelve a brotar la violencia, se seguirá tomando tiempos fuera hasta poder hablarlo con más serenidad. Otra posibilidad es hacer una carta, dirigida con respeto y claridad. Poner los puntos sobre la mesa, la infidelidad es responsabilidad principalmente de la persona infiel.
El infiel no se justifica diciendo que tenía carencias. Porque si necesita encontrar la ilusión dormida en el otro, se debe hablar abiertamente buscando caminos para salir adelante.