El ofrecimiento, desde la vida consagrada, hará que su misión siga teniendo sentido y dé vitalidad a la Iglesia.
Por Karla Díaz
La iglesia San Francisco de Asís reunió a mas de 250 religiosos y religiosas de la Arquidiócesis de Panamá para la celebración del Jubileo de la Vida Consagrada. Allí los representantes de las distintas comunidades religiosas reflexionaron sobre su misión en la actualidad.
El padre Agustino Miguel Ángel Ciaurriz ofreció una reflexión sobre el papel de la vida religiosa en tiempos de incertidumbre, antes de iniciar la peregrinación hacia la Catedral Basílica Santa María la Antigua.
El sacerdote destacó que la vida consagrada sigue siendo una alternativa de esperanza para sanar las heridas del mundo, ya que los carismas de la vida religiosa fueron suscitados por el Espíritu, como una respuesta al clamor de un pueblo que espera la liberación.
“Hago un llamado a la resistencia espiritual y a la renovación del compromiso religioso, pues cada carisma tiene una misión específica para atender las necesidades de la humanidad. Si identificamos las heridas del mundo y ofrecemos nuestra respuesta desde la vida consagrada, nuestra misión seguirá teniendo sentido y vitalidad en la Iglesia”, dijo.
Monseñor José Domingo Ulloa, arzobispo metropolitano, les acompañó en su caminar por las calles del Casco Antiguo, para luego cruzar juntos la puerta del templo jubilar, la basílica catedral, y presidir la misa, en la cual les agradeció su vocación, amor y entrega por los más necesitados.
El alma de la iglesia
Sor Teresa de la Cruz, Hija de María Reina de la Paz, destacó que el Año Jubilar es algo especial en toda la iglesia y que es muy significativo que se celebre en la arquidiócesis con todos los religiosos y religiosas, ya que la vida consagrada es el alma de la iglesia.
“Somos una parte importante del cuerpo de la iglesia, por eso debemos estar presentes en la vida futura que nos promete el Señor, con nuestra vivencia de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Además de invitar a los laicos a tener la mirada puesta en Jesús resucitado, que nos da la gracia de la vida eterna.
Sinodalidad y vida religiosa
La Hermana Rosmery Castañeda, Dominica de la Presentación, subrayó la importancia de la sinodalidad en la vida religiosa expresando que la vida consagrada debe ser un testimonio de comunidad y solidaridad con los más necesitados. “Nosotras y nosotros nacimos para los pobres, para los pequeños y los necesitados; es en ellos donde encontramos el verdadero sentido de nuestra vocación”, dijo.
Además, instó a los consagrados a recuperar la vida comunitaria, a fortalecer la relación con la Iglesia y a escuchar a las personas. “Nuestra misión profética de esperanza sigue siendo necesaria para iluminar al mundo en tiempos de crisis”, puntualizó.
El Jubileo de la Vida Consagrada en la Arquidiócesis de Panamá se vivió como un espacio de reflexión, renovación y compromiso. Los consagrados fueron llamados a reafirmar su identidad y misión en la Iglesia, promoviendo la fraternidad y el servicio a los más vulnerables.
Orgullosos de ser consagrados

Hnas. de la Misericordia «Debemos mantener la esperanza; en medio de todo hay gente que piensa que es posible un mundo distinto».

Franciscana
«Para mi es un orgullo ser religiosa, y esa entrega me lleva cada vez más a amar al prójimo».

Mercedario
«Aquí vemos la unidad que hacemos, la hermandad que nos hace caminar juntos en la esperanza».