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Como San Ignacio de Loyola, novicios se preparan para ser enviados

Como San Ignacio de Loyola, novicios se preparan para ser enviados

En Panamá, específicamente en Pedregal, se encuentra el Noviciado de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús. Actualmente conviven dos sacerdotes jesuitas y siete jóvenes deseosos de seguir a Cristo, realizarse como personas desde el discernimiento y formarse para entregar sus vidas por los más pobres.

 

Por Marianne Colmenárez

Desde el silencio y casi inadvertida convive una de las comunidades de los Jesuitas en Panamá: el Noviciado San Ignacio de Loyola, una obra que funciona desde 1975 en la calle J de Pedregal.  En el marco de la solemnidad de este maestro de la espiritualidad y del discernimiento, Panorama Católico entrevistó a quienes actualmente allí conviven.

Desde hace tres años, el sacerdote hondureño Mario Miguel Gutiérrez sirve como Padre Maestro del noviciado; hace 22 años nunca hubiese imaginado ejercer esta misión, con 19 de edad estuvo también como novicio en este mismo lugar.

“Es un privilegio poder acompañar la experiencia de una llamada vocacional, viendo cómo los jóvenes van madurando en su deseo de seguir al Señor. Es una bendición acompañar estos procesos humanos y ser testigo de esta experiencia de Dios”, afirmó.

El rector del noviciado, se formó para ser profesor de teología.

Explica que como comunidad comparten la vida desde la diversidad de culturas. “Actualmente convivimos con jóvenes de El Salvador, Guatemala y Panamá, pero por acá han pasado muchachos de toda Centroamérica”, dijo el padre Mario.

Actualmente son siete chicos, 2 cursan el segundo año y 5 jóvenes, apenas tienen un mes de comenzar el primer año en el noviciado.

“Aquí viven la primera etapa de formación en la Compañía de Jesús, es un tiempo de mucho silencio, discernimiento, estudios y trabajo comunitario. Ellos van viendo por dónde Dios le lleva, si a la orden sacerdotal o como hermanos jesuitas”.

Aclara que hay quienes desean ingresar a la compañía, pero no se ven como sacerdotes y sirven perfectamente como religiosos, trabajando igualmente en las comunidades.

Además de sus clases y horas de estudios semanales, cada fin de semana los novicios están a disposición de algunas parroquias de la zona, visitan enfermos, familias y colaboran en lo que requiera el párroco.

Cabe destacar que los jesuitas tienen un apostolado amplio, en la educación a través de universidades y colegios, en parroquias, en centros de investigación social y en medios de comunicación.

Una vez finalizado estos dos años, realizan los primeros votos, se llaman del “bienio”, aludiendo al tiempo que estuvieron en el noviciado, son votos simples, pero perpetuos.

Según explica el rector, “para san Ignacio estos dos años eran suficientes para que la decisión del novicio se solidificara”, dijo.

Son la única orden que hace los votos perpetuos de una vez, otras órdenes hacen votos temporales.

 

Los sacerdotes jesuitas Virgilio Suira y Mario Gutiérrez.

Vocaciones panameñas

El padre Mario asegura que en estos últimos años las vocaciones panameñas se han minimizado; sin embargo, esto no significa que no existan presbíteros jesuitas panameños activos.

“Nuestro actual Provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica es el sacerdote colonense José Domingo Cuestas y quien me acompaña en esta misión en Panamá es el padre chiricano Virgilio Suira”, destacó.

Por su parte Suira, manifiesta que desde su ordenación hace 20 años no había servido en su país, hasta que en el 2020 fue enviado al noviciado como formador.  Es encargado también de la promoción vocacional en el istmo y celebra eucaristías en varias parroquias y capillas del área.

Recuerda que con tan sólo 16 años despertó su inquietud vocacional, gracias al testimonio de los mismos novicios que le impartían catequesis de confirmación en la parroquia san Juan Bosco de Pedregal, allí residía con su familia.

“Me llamó poderosamente la atención, como los novicios estaban motivados de querer ayudar a sus pueblos, cuando los acompañaba a las comunidades percibía un amor reciproco con la gente”, destacó.

Recuerda con admiración a sacerdotes panameños, que fieles al carisma entregaron sus vidas a la compañía y a la iglesia como: Néstor Jaén, Fernando Guardia y Chendo Torres, cada uno con sus estilos y riquezas espirituales.

 

Desde Chepo responden a la llamada

Kevin Solís es chepano, tiene 21 años y acaba de entrar al noviciado, luego de vivir durante cuatro meses entre Honduras y El Salvador.

Aseguró que en el Prenoviciado pudo conocer más de cerca y de modo concreto el carisma y la misión. “Estuve con jesuitas ya formados y me enfrenté con duras realidades como la crisis migratoria de estos países.  Llegué a una comunidad donde solo vivían mujeres y niños, sus esposos estaban en los Estados Unidos”.

 

Kevin, el único novicio panameño.

Manifiesta que, viviendo la Jornada Mundial de la Juventud del 2019, sirviendo desde su parroquia San Cristóbal de Chepo se llegó a plantear la posibilidad de ser sacerdote.

Dicha inquietud se afianzó cuando conoció a los novicios de San Ignacio de Loyola que llegaron a misionar en las 64 comunidades que conforman Chepo.

“Cuando me planteé la vocación me vine solo hasta Pedregal, toqué la puerta y el padre Virgilio me recibió, a partir de allí empecé el proceso de acompañamiento”, expresó.

Dejó la carrera de física que cursaba en la Universidad de Panamá, y voló por primera vez fuera de su tierra gracias a la Compañía de Jesús. “Mi papá y mis abuelos se pusieron muy tristes, cuando supieron que me iba por varios meses”.

Kevin está claro que sea cual sea su ministerio, sabe que con los jesuitas tiene un lugar. “Puedo servir tanto en una universidad como en la parroquia, al servicio de los pobres y de los refugiados, cada trabajo siempre será para la gloria de Dios y para la salvación de las almas”.

 

Dedican tiempo para conocer la Compañía y sus constituciones.

¿A dónde me está llamando Dios?

El portal web de los Jesuitas de Centroamérica publica que todo aquel que quiera encontrarse con el Dios de Jesús es bienvenido a la Compañía.

Para ellos toda vocación “es una gracia particular que el Señor nos concede; un llamado que nos hace a vivir nuestra vida y nuestra fe desde un lugar concreto, sirviéndole y realizándonos como personas”.

Luego plantean las preguntas: ¿a dónde me está llamando Dios?, ¿a qué me invita? ¿en el matrimonio o en la vida religiosa?

 

Aseguran que la respuesta no se puede dar a la ligera, sino que requiere un tiempo de reflexión seria y profunda. ¡Un discernimiento!

A los jóvenes que se encuentran en búsqueda, que tienen alguna inquietud vocacional o que se sienten llamados a seguir a Jesucristo, les ofrecen un proceso de discernimiento vocacional, mediante el cual vayan aclarando dudas, superando temores y madurando un llamado que los lleve a hacer una opción de vida seria y duradera.

Los interesados pueden escribir al correo del padre Virgilio Suira:  vsuira@gmail.com