Mediante los sacramentos, reafirmaron su fe y agrado al sentirse hijos de Dios. Un matrimonio selló su compromiso de ser testimonio y servir a la Iglesia.
Por Karla Díaz
Más de 70 adultos pertenecientes a la zona de Cristo Redentor y la zona del Carmen recibieron los sacramentos de Iniciación Cristiana de manos de monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, quien estuvo acompañado en la ceremonia por los sacerdotes Israel Ramos, responsable de la sección de catequesis, Juan Sandoval y Efraín De León.
Familiares y amigos acompañaron a estos nuevos cristianos, todos comprometidos con un trabajo pastoral dentro de sus comunidades parroquiales, en donde harán vida como hijos de Dios.
En medio de este grupo de adultos, se encontraba una pareja, que se veía especialmente alegre durante la ceremonia. Se trata de David Brown y su esposa Ana, quienes recibieron el sacramento de la confirmación, reafirmando su fe en nuestra Iglesia católica, luego de haber sido parte durante toda su vida, de la iglesia protestante.
El cambio de sus vidas
Con ellos conversamos y nos contaron un poco de su historia. A pesar de haber sido bautizados y haber recibido la Primera Comunión cuando eran niños, la falta de formación los dejó a la merced del protestantismo.
Se conocieron y un pastor los casó, pero cuando la información verdadera de la Iglesia católica llegó, sus vidas dieron un giro de 180 grados.
El proceso inició con David, el camino fue duro y traumático, ya que su esposa Ana estaba convencida de que la Iglesia católica era una farsa, debido a todo lo que había escuchado desde que era niña.
Sin embargo, siempre tuvieron sed de Dios. Y así, buscando llenar ese vacío, vagaron en una creencia que no los llenaba. David relata que escuchó a un vecino decir que en YouTube estaban publicando una serie de debates entre un sacerdote de la Iglesia católica y un pastor.
“Eso me llamó la atención porque pensaba que el católico no estudiaba las escrituras y que solo se la pasaban yendo a misa. Entonces busqué en YouTube, día y noche miré los videos y me convencí de que debía iniciar mi camino a Roma”, señala.
Hubo piedras en su camino de conversión
El domingo siguiente, su corazón ya se lo decía, y aceptó que quería ser parte de la Iglesia católica. Le dijo a Ana que ya estaba listo; “voy a la parroquia, pero ella estaba aterrorizada, me dijo -no te muevas-”, y lo obligó nuevamente a ir a su antigua congregación, aunque estaba muy incómodo, pues sentía que no era de ahí, que era un error, pero por consentirla, asistió, destacó.
David ya estaba convencido de lo que quería, y el lunes asistió al Rosario, el cual no sabía rezar, pero le ayudaron. Iba solo a la parroquia, hasta que un día se sumó su esposa. Desde ese momento, también quedó convencida de que lo que allí se vivía, era lo que estaba buscando.
“Esa solemnidad a la hora de adorar, de entregarnos, es única. Cuando vine a mi primera misa, que fue con un diácono, lo sentí”.
Hoy están más aferrados a Jesucristo que nunca y no piensan apartarse nunca de su cuerpo, la Iglesia.
Pero Ana aún temía al rechazo si dejaba de asistir a los cultos. “Le dije a David: vamos a la misa bien temprano, y después vamos al culto para complacerlos a ellos”, señaló.
Ese domingo pensaban llevar la carta de renuncia, ya que como protestantes, eran servidores en los cultos. Pero, ese día la misa fue presidida por el sacerdote, y al vivir toda la ceremonia, como: la procesión de entrada, el olor a incienso, el ambiente, los cantos, quedó impactada.
“Cuando salí de la misa le dije a mi esposo, no voy a ir más nunca. Recuerdo que contratamos un delivery para que llevara la carta”, dijeron.
Hoy se sienten completos, felices de lo que ahora están viviendo, de la plenitud de la Iglesia católica, la iglesia universal.
“Aquí lo hemos encontrado todo, así que ahora trabajamos nuestra conversión diaria, para poder ser testigos fieles, y servir a Cristo, construyendo en cada lugar de nuestra vida, un pedacito de cielo”, puntualizaron.