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Cristo es esa gran Luz que nos conduce de la mano

Vivimos tiempos de gran dureza, en donde nada es estable y duradero. Todo cambia a gran velocidad. Todo se considera adaptable o personalizable. La vida parece ser como arena que cae entre nuestros dedos, aunque la apretemos con fuerza. Cada día nos sentimos más alejados entre nosotros, porque cada cual vive su vida y la interpreta desde sí mismo.

¿Tiene sentido el Evangelio que nos legó Cristo? Para gran cantidad de creyentes, la fe es sentimental y personal. Parece que no podemos agarrarnos a nada estable para escapar de la corriente que nos hace estrellarnos con las rocas de la vida. Hemos olvidado que la Buena Noticia es precisamente que todo y todos tenemos sentido en Cristo que es la Roca sobre la que construiremos nuestra vida, la Piedra Angular que sostiene el arco sobre el que se eleva la construcción de nuestra vida.

Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca (Mt 7, 24-25) Necesitamos la Luz, que es Cristo. Necesitamos que nos tome de la mano y nos conduzca hacia la Verdad. No somos capaces de encontrar a Dios por nosotros mismos.

Nuestros ojos están deslumbrados con las luces del mundo que nos rodea. Pero Cristo no se olvida de nosotros.