Centro Dayra, Cerro Ñeque y Dubori fueron visitadas en esta ocasión por el padre Nelson y dos jóvenes de esta parroquia de San Agustín de Kankintú.
Yoel E. González N.
La parroquia de San Agustín, ubicada en Kankintú, en la prelatura de Bocas del Toro, continúa su misión evangelizadora, esta vez por comunidades apartadas, más allá del río y en camino por el mar, Cerro Ñeque, Dubori y Centro Dayra.
Salieron a las 6:30 a.m. desde Kankintú. Nelson Tiusaba, párroco de esta región, junto a dos jóvenes misioneros se desplazaron por el río Cricamola hacia el mar Caribe; luego entraron por el río Manatí que se encuentra a unos 20 minutos en bote, subieron por el río Gualibiara hacia la comunidad de Centro Dayra, primera en ser visitada.
Cabe señalar que, a estas tres comunidades no se había logrado llegar, desde su última visita en el 2019. Los catequistas tienen un trabajo ardúo. Llevar la Buena Nueva, a una región acosada por las sectas religiosas, no es fácil, pero lo hacen confiados en el Señor que los envía.
Las distancias que hay que recorrer para llegar a este punto se hace por río y por el mar. La secta Mama Tata está presente en la comunidad de Dubori, y logrado tomar mayor fuerza en esta apartada región de Bocas del Toro.
Pese a la distancia, la Iglesia católica mantiene presencia activa. En cada eucaristía hay una animada feligresía que reafirma su fe. En esta última visita se congregaron en la Casa Comunal, debido al deterioro de la capilla de la comunidad. Los catequistas prepararon a los padres y padrinos de 6 niños todos menores de 7 años, que recibieron el sacramento del Bautizo.
En Centro Dayra, la situación es más compleja. Allí solo se encontraron entre 2 y 3 adultos y unos 8 niños, que participaron de la Eucaristía y se les animó a seguir fortaleciendo su fe, aún en la distancia.
Estas alejadas comunidades volverán a ser visitadas en dos meses. Mientras tanto, los catequistas que han sido formado por los agustinos recoletos continuarán animando el trabajo pastoral. Son catequistas que siguen su trabajo evangelizador, a pesar de su avanzada edad, comparten el don de la fe a sus hermanos.
Al final se oró y agradeció a Dios por bendecir esta misión. El padre Nelson reconoce que el traslado a estas comunidades es costoso. “Nos mantendremos en esta misión de salir al encuentro de estos hermanos apartados por las distancias, pero unidos en la fe en Cristo”, afirmó.