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Cruzaron la Puerta Santa dando gracias a Dios por su infinita misericordia

Cruzaron la Puerta Santa dando gracias a Dios por su infinita misericordia

Las monjas de la Visitación celebran el Jubileo por sus 100 años de presencia en Panamá con una serie de peregrinaciones, que incluyen el paso por la Puerta Santa para ganar indulgencia plenaria.

 

Por Karla Díaz 

La fuerte lluvia no fue impedimento para que más de 400 personas participaran de una peregrinación al Monasterio de la Visitación de Santa María y ser parte del Jubileo por sus 100 años de presencia en Panamá.

La celebración incluyó jornadas de confesiones, oraciones, adoración al Santísimo, momentos de reflexión y una eucaristía en honor a la historia y misión de esta comunidad religiosa, que llegó en el año 1925 a nuestro istmo.

 

Desde tempranas horas, los buses repletos de visitantes llegaban a acompañar a las monjas en su alegría.

 

Fieles de la Vicaría de Cristo Rey se organizaron para participar de la hermosa actividad, mientras era notoria la presencia de muchos voluntarios ayudando a las monjas a vender sus deliciosos panes, ungüentos y camisetas alusivas al jubileo.

El templo se mantuvo siempre lleno. El hermano Idris Crócamo, quien acompaña a las religiosas, se dirigió a los presentes para contarles sobre la historia de la fundación del monasterio y la llegada de las primeras monjas a esta tierra.

Habló sobre los santos fundadores, San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Shantal, mejores amigos de la época, quienes con inquietud buscaron cómo fundar esta congregación. Luego de muchos procesos, lo lograron, pero no como las conocemos hoy, sino como hermanas de vida activa, que visitaban a los enfermos.

Sin embargo, relata Idris, el Obispo de la época les pide que funden su propio monasterio en su diócesis, pero que fueran de vida contemplativa, y fue así como quedaron instituidas como monjas de clausura. Las vocaciones aumentaron a gran velocidad y el Señor permitió que rebasaran fronteras llegando a varios países, hasta que en 1925 hacen de Panamá su casa.

 

Rezaron el Santo Rosario y cantaban alabanzas a Dios mientras caminaban.

 

Ganaron la Indulgencia Plenaria

La presencia de las Hermanas  de la Visitación en Panamá se ha convertido en un pulmón para todos nosotros los católicos, ya que ellas continuamente ofrecen sus jornadas, su trabajo, su estudio, su  oración y  todas sus actividades por  nuestra iglesia, por el Papa, por los obispos, por las vocaciones y las necesidades del mundo entero.

 

Así lo aseguró el padre Ángel Acuña, de la parroquia Cristo Rey, quien considera esta celebración especial como un privilegio, ya que de esa oración y de este estilo de vida que llevan las hermanas, surgen tantas bendiciones y vocaciones para el país.

 

“El señor arzobispo, monseñor José Domingo Ulloa, y la superiora del monasterio Sor Margarita María nos han invitado a todos para que aprovechemos esta oportunidad del Año Santo en el monasterio, y la posibilidad de que los fieles puedan cruzar la Puerta Santa de la capilla, se confiesen, puedan recibir la Comunión y lucrar la indulgencia plenaria, siempre ofreciéndola por uno mismo o por las benditas almas del purgatorio”, dijo el sacerdote.

 

¿Pero, qué es la indulgencia plenaria?

El padre Ángel señala que cuando vamos arrepentidos al confesionario para buscar el sacramento de la reconciliación, nuestros pecados son perdonados, tanto los veniales como los mortales, si los hubiese.

Para ello, el sacerdote nos pone una penitencia, sin embargo, hay faltas tan graves que merecen una reparación, que necesitan que nosotros demostremos el arrepentimiento porque pueden quedar huellas o secuelas que ha dejado ese pecado, aunque haya sido perdonado.

“Eso hay que seguirlo purificando con la oración y con la penitencia, pero a veces no es suficiente, entonces la Iglesia, nuestra madre, con el poder que Cristo le ha dado nos concede cada cierto tiempo esta posibilidad, la indulgencia, que es el perdón de las penas, de nuestros pecados, para que no tengamos la necesidad de pasar por el purgatorio, en el caso de que el Señor nos llamara por estos días”, dijo Acuña.

Agrega que todos necesitamos continuamente hacer penitencia e invocar la misericordia de Dios, y en esta ocasión, la iglesia nos abre la puerta de una manera extraordinaria cuando hay un jubileo, como en este caso, por los 100 años de presencia de las Hermanas en Panamá.

Para lucrar la indulgencia se realizan todos los pasos propios de una peregrinación; se puede rezar el Vía Crucis, el Santo Rosario, leer la Palabra de Dios, confesarse, recibir la comunión, pedir por las intenciones del Papa y ofrecer la indulgencia por nosotros mismos o por nuestros difuntos.

 

La adoración al Santísimo fue uno de los momentos más especiales.

 

Perdón y paz en el monasterio

María Cáceres llegó por primera vez a este lugar y destaca que, desde que entró, sintió que algo muy especial iba a suceder. Invitada por su párroco, decidió vivir esta experiencia sin conocer la labor de las monjas de la Visitación.

“He vivido un momento de tranquilidad con el Señor; es la primera vez que visito el lugar y he quedado sorprendida de conocer todo lo que hacen estas hermanas por nosotros, estoy muy agradecida con ellas y con Dios”, dijo.

Giovanna Carrión también estuvo presente en la peregrinación y destacó lo positivo que es acumular indulgencias plenarias, sobre todo por sus familiares.

“Me pareció una bonita oportunidad para visitarles y cooperar con la obra que siempre es positiva para nuestra vida espiritual, ya que las monjas mantienen el balance entre todos los pecados y lo feo que hay en el mundo, con la oración, para que Dios siga teniendo misericordia de nosotros”, dijo.

Con su bebé de 6 meses y su esposa, Rafael Franchesque destacó la importancia de ganar esta indulgencia, una gracia que no se puede obtener todos los días.

“Para nosotros es fundamental porque como familia deseamos vivir en la paz y el amor del Señor Jesús, y lo vamos a hacer unidos, cruzando la puerta santa”, dijo.

Durante la peregrinación, los fieles cantaron alabanzas a Dios y cruzaron la puerta Santa de la capilla del Monasterio para dar paso a la misa presidida por Fray Javier Alpízar, en compañía de los demás sacerdotes de la Vicaría de Cristo Rey.