“Defender y valorar la familia”, exhortó el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, OSA.

“Defender y valorar la familia”, exhortó el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, OSA.

redaccion@panoramacatolico.com

 “Que esta semana nos permita descubrir el don de la familia para que así podamos valorarla y defenderla”, fueron las primeras palabras del Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta.

Y es que hoy domingo inicia la Semana de la Familia con la celebración de Día del Padre, esa persona que conduce, acompaña, sostiene y apoya a la familia, como nuestro Padre Dios lo hace con cada uno de nosotros, recordó el Arzobispo. 

Una gran misión que como dijo Monseñor Ulloa asumen muchos responsablemente, pero desgraciadamente hay también otros que no, y este rol lo acoge un abuelo, un tío o hasta una persona muy cercana.

El Arzobispo considera que en este día del Padre y de la familia, hoy más que nunca, es necesario que la familia no sólo descubra su identidad, sino también su misión; es decir, lo que puede y debe hacer en la Iglesia y en la sociedad.

Aprovechando la transmisión de la misa por cadena nacional para hacer de cómo surgió en Panamá el día del Padre, que se concretizó a través de una Ley sancionada el 2 de diciembre de 1950; y también recodó a quienes impulsaron la celebración de la semana de la familia, ese año 1977 declarado el Año de la Familia en Panamá, por iniciativa del Movimiento Familiar Cristiano.

En ese recorrido histórico fue recordando las bases para la primera Semana de la Familia, con la finalidad de resaltar la figura del padre de familia, y se estableció celebrarse el tercer domingo de junio, con el Día del Padre, y su objetivo es promover los valores familiares, morales y cívicos para llevar a la familia hacia una plenitud de vida humana y cristiana.

“Hermanos: en esta semana –que ya no es semana, sino mes de la familia– se nos invita a meditar sobre esta gran e importante institución que es núcleo y sabia de la sociedad”, reafirmó.

“La familia es la empresa más importante que tenemos que realizar en nuestro paso por el mundo, y que hay que sacarla adelante con mucha más energía que a todos los otros proyectos que nos puedan aparecer”, aseguró Monseñor Ulloa “porque al final de la vida, solo queda la familia, y a nadie más le importamos que a los nuestros en casa”.

Invitó a los panameños a seguir valorando el papel del Padre en el seno de la familia siendo conscientes que Papá perfecto no existe, pero sí una figura que puede ejercer su paternidad de forma amorosa y responsable.

Dijo que no se puede calificar a un hombre como un buen o mal padre, pero sí evaluar sus actitudes para saber cuáles son sus aciertos y equivocaciones en la manera de relacionarse con su hijo.

Dirigiéndose a los padres les advirtió no pueden olvidar su papel y misión, cuya presencia en el hogar proporciona a la mujer y a los hijos la seguridad que no la puede suplir nadie. 

“La tarea de educar es siempre mucho más efectiva cuando se hace entre dos”, indicó y les reiteró no desestimar el rol y el valor de su implicación en la educación de los hijos. “Ten presente que nada repone el tiempo perdido en la formación de un niño, algo que no es en absoluto un trabajo, sino un placer”, agregó.

Con palabras emotivas dijo que nunca nos olvidemos se es «progenitor» en segundos, pero “ser padre” es cosa de toda la vida. “Gracias por «estar» allí. Con cantidad y calidad de tiempo”, exclamó.

Antes de terminar su homilía, volvió a explicar las razones por la cual se mantiene cerrada los templos y por ende las criptas, y no es otra que guardar la salud de todos, ante el contagio por el COVD 19; segundo 

Y como pastor de este rebaño que peregrina en la Arquidiócesis de en Panamá, oró por los padres ausentes, especialmente a los que han fallecido en este tiempo de crisis sanitaria.

¡Feliz día para todos los papás de nuestro Panamá!, así cerró la homilía, hoy, Día del Padre e inicio de la Semana de la Familia.

 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla del seminario Mayor San José:

Me alegro al poder dirigirme a ustedes en este Día del Señor, en que se da inicio a la Semana de la Familia con la celebración de Día del Padre, esa persona que conduce, acompaña, sostiene y apoya a la familia, como nuestro Padre Dios lo hace con cada uno de nosotros. Todos los papás están llamados a esta gran misión con cada uno de sus hijos e hijas. Desgraciadamente muchas veces no ocurre esto, al menos, como quisiéramos, pero siempre hay alguien que con su natural paternidad asume este rol con el hijo, como es un abuelo, un tío o hasta una persona muy cercana.

En este día del Padre y de la familia hoy más que nunca, es necesario que la familia no sólo descubra su identidad, sino también su misión; es decir, lo que puede y debe hacer en la Iglesia y en la sociedad.

Que bueno es hacer memoria de cómo surgió en Panamá el día del Padre. Tras una larga jornada de data del año 1947, el periodista Ignacio De J. Valdés (Nacho) fue el gran precursor de crear un día en que se le rindiera homenaje al Padre, cristalizando su anhelo tres años más tarde cuando los entonces diputados César Guillen y Norberto Navarro presentaron el proyecto de ley.

Y el 2 de diciembre de 1950 el presidente Dr. Arnulfo Arias Madrid y el ministro Alfredo Alemán, sancionaron la ley que creaba oficialmente esta celebración en la República de Panamá. Entrando así en la historia por ser responsables de la creación de este día y su celebración el tercer domingo de junio.

También es bueno recordar a quienes impulsaron la celebración de la semana de la familia. En 1977 se declaró el Año de la Familia en Panamá, por iniciativa del Movimiento Familiar Cristiano, con el aval de monseñor Marcos G. McGrath, recordado Arzobispo de esta Arquidiócesis de Panamá. La Iglesia Católica propuso al Ministro de Gobierno y Justicia, en la figura del señor Jorge Castro, la idea de institucionalizar la celebración de una Semana de la Familia a nivel nacional.

Así se sentaron las bases para la primera Semana de la Familia, que se celebró ese año del 2 al 9 de julio de ese año, por no haber estado preparado antes el Decreto Ejecutivo Número 56 del 22 de junio de 1977. Con la finalidad de resaltar la figura del padre de familia, se estableció que la semana de la familia, comenzará el tercer domingo de junio, con el Día del Padre, y su objetivo es promover los valores familiares, morales y cívicos para llevar a la familia hacia una plenitud de vida humana y cristiana.
Hermanos: en esta semana –que ya no es semana, sino mes de la familia–se nos invita a meditar sobre esta gran e importante institución que es núcleo y sabia de la sociedad.

Que esta semana nos permita descubrir el don de la familia para que así podamos valorarla y defenderla mucho más, sabiendo que es la empresa más importante que tenemos que realizar en nuestro paso por el mundo, y que hay que sacarla adelante con mucha más energía que a todos los otros proyectos que nos puedan aparecer, porque al final de la vida, solo queda la familia, y a nadie más le importamos que a los nuestros en casa.

Intentemos –sin miedo– luchar para promoverla, intentemos entregarnos del todo a aquellos que nos han sido dados como parte de nuestra existencia.

Hace poco una persona me contaba que su esposa e hijos se habían ido de vacaciones y él se había quedado solo. El primer día, la casa estaba toda en silencio, «en paz», estaba feliz, nada estaba desordenado. Al tercer día, cuando le pregunto cómo estaba, me dice: quiero que vengan ya todos de vuelta. Sentía que no podía vivir sin su esposa y sus hijos, y eso es lindo.

Es que: sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación (la división) y la masificación.

Por eso la familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Sabiamente el Papa Francisco nos dice: No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos, e incluso con broma dice…no hay suegra perfecta.

Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón. Sin el perdón la familia se enferma. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz del alma ni comunión con Dios.

Qué mejor regalo podemos darnos en este Día del Padre y en esta semana de la familia que reconciliarnos y pedirnos perdón por no ser lo que estamos llamados a ser.

Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad.

Sigamos valorando el papel del Padre en el seno de la familia siendo conscientes que Papá perfecto no existe, pero sí una figura que puede ejercer su paternidad de forma amorosa y responsable.

Pues no se puede calificar a un hombre como un buen o mal padre, pero sí evaluar sus actitudes para saber cuáles son sus aciertos y equivocaciones en la manera de relacionarse con su hijo.

Es tan importante la figura del padre como la de la madre para que los hijos crezcan equilibrados. Ninguna madre puede sustituir al padre. Eso si puede ser una madre con toda su potencialidad, emprendedora, creadora, capaz de salir adelante sola con sus hijos. Es ser una madre valiente y como dicen los jóvenes, una “madre luchona”, porque ha luchado por sus hijos para que sean personas de bien. Esto no significa que seas madre-padre.

Querido papá: no puedes olvidar tu papel y misión; tu presencia en el hogar proporciona a tu mujer y a tus hijos la seguridad que no la puede suplir nadie. La tarea de educar es siempre mucho más efectiva cuando se hace entre dos. Querido papá, no desestimes tu rol y el valor de tu implicación en la educación de tus hijos. Ten presente que nada repone el tiempo perdido en la formación de un niño, algo que no es en absoluto un trabajo, sino un placer.

Muchos padres lo saben por experiencia. Su ausencia durante el desarrollo de su hijo, tarde o temprano saldrá a flote y repercutirá en la vida de ambos en el futuro.

Ahora más que nunca estamos convencidos que los graves problemas actuales se solucionarían si los padres cumplieran con su responsabilidad. Aunque los desafíos que vive la juventud a veces escapan de las manos de los adultos, la influencia de un buen padre es una de las armas más poderosas con la que cuenta nuestra sociedad para la estabilidad emocional, psicológica, social y espiritual de nuestros niños y jóvenes.

Quisiera tener en mi corazón sus diversas situaciones:

A aquellos padres que tienen casa y también a los que aún la sueñan,

a los que trabajan y a los que esperan todavía por un empleo digno,

a los papás sanos, y a aquellos que están enfermos, a los que tienen a su compañera de la vida al lado y a los que la han visto partir.

A los que viven con su mujer y a los que están separados, y a los padres del campo y a los de las ciudades.

A los que viven en los barrios más pudientes y a los que no tienen donde vivir, a los papás de hijos adictos al alcohol o las drogas.

A los papás que tienen un hijo muerto, y siguen remando la vida con esperanza, y a los que tienen hijos lejanos, y hace mucho que no ven,

A los padres que no van nunca a la Iglesia, y a los que participan activamente, a los que tienen una estampita vieja en la cartera.

A los papás jóvenes y a otros que ya son abuelos, viendo la maravilla de la propia simiente dando fruto en otra vida pequeña, y a los que han adoptado la vida ya iniciada para ser papás toda la vida.

A aquellos que miran a su alrededor y ven a su familia, fruto del amor, tantos más…

A ellos, a todos, quiero hablarles al corazón: por su intermedio Dios regala vida; y esa vida no se agota en esta tierra. Llega hasta el Cielo. Ustedes y sus hijos tienen vida para siempre. En esa vida hay amor. Podemos andar por caminos diversos, unos y otros, pero vamos hacia el mismo gran amor de Dios Padre.

Nunca nos olvidemos se es “progenitor” en segundos, pero “ser padre” es cosa de toda la vida. Gracias por “estar” allí. Con cantidad y calidad de tiempo.

Recuerda: tus hijos necesitan del ejercicio de tu autoridad para ayudarlos a crecer. Autoridad que pone límites, pero no cierra horizontes: los abre. Y todos sabemos que sin límites no hay dirección en el crecimiento. Pero sin la guía junto al tallo joven no se crecer erguido, sino torcido, y no hay de dónde aferrarse frente a los vientos, hasta que las raíces sean fuertes para sostenerse por sí mismas.

Querido papá, esta es una fecha y una oportunidad para “dejarte querer”, dejarte amar. Experimenta lo que está en los sentimientos de tus hijos, pero que muchas veces no sabemos expresar cotidianamente por timidez, por respeto humano, o falta de sinceridad simplemente.

Quiero que a todos ustedes les llegue mi bendición. Rezo a nuestra madre María y a San José por ti y tu familia. Y confío en que me sigan enseñando todos los días a ser obispo y padre entre ustedes.

Al no poder visitar las tumbas ni las criptas
Ciertamente la cuarentena, ha cambiado muchas cosas. Este domingo muchas personas visitaban las tumbas y las criptas en los templos. La Iglesia Católica en la Arquidiócesis, ha tomado la difícil y dolorosa decisión de mantener los templos cerrados y por ende la visita a las criptas, y lo ha hecho por prudencia y de cara a Dios. Lo ha hecho para cuidar la vida de cada persona, porque nuestros templos no pueden ser lugar de riesgo para el contagio del Covid-19.

En sufragio de los Papás que han Partido al Cielo, se ha dispuesto solicitarles a los sacerdotes para que tengan intenciones especiales por ellos en las misas que celebren este día domingo, especialmente en las que sean transmitidas por plataformas digitales y otros medios de comunicación.

De manera particular, quiero hacer una oración especial por los padres ausentes, y especialmente a los que hemos perdido en este tiempo de crisis sanitaria.

Oración por los padres ausentes
El fallecimiento de un padre es un suceso doloroso para el corazón, la perdida de esa conexión deja un espacio muy grande en cada una de las personas cercanas y más aún en la esposa e hijos.
Aunque tu padre no este físicamente contigo, él sigue cuidando de ti desde el cielo, el está contigo y un día lo volverás a ver y podrás abrazarlo nuevamente allá en la vida eterna.
Querido Dios, te agradezco por cuidar de mi padre durante su vida en la Tierra. Te agradezco por darles la oportunidad de traerme a este mundo y también te agradezco por la oportunidad de tener esta oración.
En esta vida le demostraste tu gran amor, y ahora que ya está libres de toda preocupación concédeles pasar con seguridad las puertas de la muerte y gozar de la luz y la paz eterna.
Señor Dios, te ruego por el alma de mi papa …… cuida de él en su camino hacia Tu santo Reino.
Habiendo terminado su vida terrena recíbelos en el paraíso, en donde ya no habrá tristeza ni dolor, sino únicamente felicidad y alegría con Jesús, tu Hijo, y con el Espíritu Santo, para siempre. Te agradezco que escuches mis oraciones, por tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor: Amén.

Aprovechemos este tiempo, un tanto extraño, para acoger y vivir con el Espíritu en nuestras casas y redescubrir la riqueza y el don de nuestras iglesias domésticas junto con Jesús, que vive con nosotros

¡Feliz día para todos los papás de nuestro Panamá!

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ