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"Dios puede dar la verdadera paz"

"Dios puede dar la verdadera paz"

“Hoy más que nunca hemos de ser conscientes que «cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz”.

 

Por Monseñor José Domingo Ulloa/Arzobispo de Panamá.

Nos sumamos a los católicos de todo el mundo que confían en el poder de la oración, con la cual queremos expresar nuestra cercanía emocional a tantas personas inocentes que viven momentos de enorme dolor y muerte, y sin olvidar las responsabilidades de quienes atacan, nos sentimos aún más interpelados a tomar conciencia de que el hombre es incapaz de salvarse de sí mismo y que sólo Dios puede dar la verdadera paz”. Pidamos como el apóstol Pablo, ser «constantes en la oración”. (1Ts 5,16).

La oración nos cambiará… Nos cambiará a nosotros y cambiará las mentes de nuestros líderes. Mostrará a los líderes políticos del mundo que la gente en Palestina e Israel no quiere más odio, ni violencia, ni separación; no quieren más ocupación violenta, ni más sangre derramada.

 

Nuestra oración debe ser perdurable, no sólo de un día… Roguemos que Dios nos bendiga haciendo que nos resulten molestas las respuestas fáciles, las medias verdades y las relaciones superficiales, y así podamos vivir con mayor profundidad en nuestros corazones.

 

Pidamos que Dios nos bendiga con derramamiento de lágrimas por todos aquellos que sufren dolores, rechazo, hambre y guerra, para que podamos consolarlos y convertir su dolor en alegría. Y que Dios nos bendiga con suficiente locura para creer que podemos construir un mundo diferente, y podamos hacer lo que muchos dicen que no se puede hacer.

Tanto el papa Francisco como los Patriarcas y los Jerarcas de Jerusalén se han pronunciado sobre la situación en Medio Oriente, mostrando su solidaridad con todas las víctimas y sus familiares, y pidiendo que se restablezca la paz, pues ni el terrorismo ni la guerra conducen a ninguna solución; porque como ha dicho el papa Francisco: «la guerra es siempre una derrota que alimenta el odio, la violencia y la venganza».

Por eso hoy queremos mostrar nuestra cercanía a todas las familias que experimentan el dolor y la preocupación por sus familiares que habitan en Tierra Santa. Una tierra que conocemos bien, a donde vamos en peregrinación con frecuencia porque es la tierra de Jesús, el quinto Evangelio donde aprendemos a caminar sobre los pasos del Señor, donde mejor tenemos el alfabeto de la narración bíblica, tocando con las manos los lugares santos”. Hoy esa tierra es martirizada y todos la miran”, porque “muchos han muerto y por ellos rezamos con fe que gocen de la paz eterna”. Y sobre los rehenes, roguemos para que “puedan volver pronto al afecto de sus seres queridos”.

Una vez más cristianos, judíos y musulmanes hemos de elevar nuestras oraciones para que puedan abrirse los cauces del diálogo y la fraternidad en medio de este conflicto, que enfrenta a hermanos, independientemente de su nacionalidad, etnia y fe. Que esta oración conforte a los miembros de las distintas comunidades religiosas que trabajan día a día por hacer de la Tierra Santa un Santuario de Paz y Fraternidad.

Hoy más que nunca hemos de ser conscientes que «cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros».