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Educación natural que empodera a la mujer y a la familia

Educación natural que empodera a la mujer y a la familia

Ya son 52 años brindando educación preescolar a sus propios hijos. Han ido creando módulos, se han capacitado,  y de la mano, entre comunidades, se apoyan para actualizarse y brindar una mejor enseñanza a los niños.

 

Por Karla Díaz

Hablar de Madres Maestras es trascender a una realidad en donde predomina el amor, el respeto, el trabajo en equipo y la lucha por el bienestar de quienes son muchas veces, los más desprotegidos, nuestros niños. Allí, en el barrio, donde no hay suficientes escuelas preescolares para atender la gran cantidad de niños que necesitan educarse, están estas mujeres, que con cantos, bailes, y mucha oración, evangelizan y educan a sus pequeños hijos.

Ver la necesidad de la gente sin trabajo, con pobreza de cosas materiales y espirituales, anima de alguna manera a vivir la Palabra y a practicarla. En Madres Maestras siempre tratan de mejorar para saber cómo hacer para ofrecer lo mejor a los niños.

Por eso, en lo mucho o en lo poco se planifican semanalmente para atenderlos. Niños que llegan desde el vientre materno, y desde ese momento, se les da la atención, hasta que cumplen 5 años y están listos para iniciar el primer grado.

 

Mis hijos son parvulitos, pero yo sigo aquí

Elidia Castro tiene 19 años de ser Madre Maestra en la comunidad de Santa Librada Rural, en el jardín Jesús Obrero. Un lugar que ha servido de descanso y tranquilidad para muchos padres de familia,  pues luego de 29 años de funcionamiento, ha visto pasar más de 500 niños que han cumplido correctamente los objetivos de su formación académica en el preescolar, gracias a sus propias mamás y también papás.

 

Todos los días cantan, juegan, oran y realizan dinámicas de trabajo que son planificadas.

“Mis hijos estudiaron en este jardín; yo les enseñé,  y desde ese momento   amo la obra. De hecho, son los mismos padres los que han hecho la estructura, y poco a poco entre necesidades y realidades lo han ido implementando para brindar un mejor servicio”, destaca.

Todos los días atienden a 14 niños. Algunos llegan tristes, otros contentos, animados, y los reciben cantando los Buenos Días; conversan sobre lo que observaron camino al jardín, cómo les fue en casa, trabajan manualidades, cantan, juegan, oran, y realizan dinámicas de trabajo que son planificadas .

Elidia resalta con emoción el orgullo de poder decir que fue ella quien educó durante los primeros años a sus hijos y nietos, todos formados en los jardines de párvulo, sin embargo, ella sigue firme en el trabajo apoyando a otras madres y a otros niños para que puedan vivir la misma experiencia.

“Me gusta, estoy enamorada con el programa  de Madres Maestras,  me mantiene activa, me llena el poder comprartir cada historia, cada alegría, cada tristeza, tanto del niño como de las demás mamás”, dijo.

 

Más de 800 niños han pasado por sus manos

Cristina Pascasio, conocida por todos como China,  tiene 47 años de pertenecer a las Madres Maestras. Sus tres hijos son parvulitos,  y hoy destaca que no se arrepiente ni por un momento de haber aportado su tiempo a los niños y en poder compartir con las otras madres, esas experiencias que van adquiriendo en el programa.

“Todas crecemos, nos apoyamos, trabajamos duro porque es por nuestros hijos. En las Madres Maestras todas aportamos, nos formamos, aprendemos y eso lo enseñamos a los pequeños. La idea es que nunca estén solos, puede venir mamá, papá, hermano, tío, abuela, pero nunca el niño solo”, señala la Cristina.

Agrega que el significado de Madres Maestras es el amor a la niñez y a la familia; es la construcción de valores, sobre todo ahora que los  niños enfrentan tantos desafíos.  Es trabajo en equipo, de mamá, papá, abuelos, es fortaleza en la familia en pro de los pequeños.

 

Instituciones como la USMA y algunos centros de salud les han ayudado en la capacitación, pues el don de enseñar, las mamás ya lo tienen.

 

Aquí descubrí mis talentos como mujer

La necesidad de un lugar en donde sus hijos recibieran educación preescolar llevó a María González, del Valle de Urracá, a asistir a los jardines de párvulo; allí conoció el de Nuestra Señora de Lourdes.

Al principio no se atrevía a hablar, pero luego de las formaciones se dio cuenta de que era capaz de hacer muchas cosas y explotar para bien sus talentos.

Así fue naciendo su amor por este grupo en donde cada mamá o papá tiene dones; una canta,  otra dibuja,  otra juega.

“Es una experiencia especial, pues saber que eres tú como mamá la que educas a tus hijos, los conoces más, fortaleces tus lazos con él, los formas en valores, en espiritualidad, es importante”, dijo.

Sólo en la capital, las Madres Maestras cuentan con 21 jardines de párvulos, todos en comunidades difíciles y áreas rurales. Hoy siguen haciendo vida la invitación de enseñarles ellas mismas a sus hijos  y siguen acompañando  en la formación intelectual y personal, que gira siempre en torno de la defensa de la familia y el amor a Dios.