Carnaval es cada vez que un hijo no es buen hijo, cuando unos padres no son buenos padres, cada vez que dos novios no actúan como tales.
Por Eusebio Dacosta
El Carnaval, una festividad que ha perdurado a lo largo de los siglos, es un fenómeno cultural que trasciende fronteras y se adapta a las particularidades de cada región, pero, aunque pocos lo sepan, tiene una profunda raíz en la fe católica.
En América Latina y Panamá, el Carnaval ha sido testigo de la fusión de tradiciones indígenas, africanas y europeas. Este artículo explora el origen del carnaval, su evolución y su significado en la vida de las comunidades de esta parte del mundo.
Raíces antiguas
Los carnavales tienen sus raíces en festividades paganas que celebraban la llegada de la primavera y la fertilidad. En la antigua Roma, las Saturnales eran fiestas en honor a Saturno (dios romano de la agricultura y el tiempo), donde se permitía la inversión de roles sociales y la liberación de las normas.
De manera similar, en culturas celtas y germánicas, se celebraban rituales que marcaban el final del invierno y el inicio de la temporada de siembra.

Lo cristiano
Con la expansión del cristianismo, muchas de estas festividades paganas fueron absorbidas y reinterpretadas. El Carnaval se convirtió en un periodo de celebración antes de la Cuaresma, un tiempo de penitencia y reflexión. Las comunidades cristianas adoptaron el carnaval como una forma de disfrutar de la vida y la comunidad antes de un tiempo de sacrificio.
En América
La llegada de los colonizadores europeos a América Latina trajo consigo las tradiciones del Carnaval, que se mezclaron con las costumbres indígenas y africanas.
En Panamá, el Carnaval se celebra con desfiles, música y una fuerte influencia de las culturas afroantillana y andaluza. Estas transformaciones han dado lugar a celebraciones únicas que destacan la identidad cultural de cada país.
Hoy el Carnaval parece retomar la etimología de los bacanales romanos en que la “carne” (carne-vale) lo vale todo, en contraste con el alma.
Declive religioso

Hoy en día, el Carnaval es un espejo de la sociedad contemporánea. A través de sus desfiles y celebraciones, se abordan temas sociales, políticos y culturales.
Los carnavales se han convertido más en plataformas para la crítica social, la mal entendidas inclusión y diversidad, y menos una preparación para la Cuaresma.
Aunque es un espacio de rica expresión cultural, cada vez son menos llamativas las formas y tradiciones, dando paso a lo sensorial y básico del ser humano. Es un producto folclórico que requiere ser rescatado.
Opinión
Gustavo Daniel D´Apice señala que el Carnaval ha de ser una fiesta de creatividad en máscaras, disfraces, vestimenta, baile, música y artistas diversos.
Está lejos del desorden y y gestos groseros y soeces, o movimientos y apariciones eróticas que rozan lo pornográfico. Señala que habría que rescatar esta celebración para que vuelva a ser familiar, donde abuelos, padres, hijos y nietos se diviertan.