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El catequista y su formación

El catequista y su formación

La formación catequética se centra, fundamentalmente, en desarrollar la aptitud y la capacidad de comunicar el mensaje evangélico.

Comisión Arquidiocesana de Catequesis

La formación de catequistas trata de situar al catequista en la misión evangelizadora de la Iglesia, y de capacitarle para poder iniciar en la totalidad de la vida cristiana al hombre de hoy con la pedagogía original del Evangelio; todo ello dentro de un clima comunitario y de diálogo mientras el catequista va madurando como hombre, creyente y educador de la fe.

La formación de catequistas se propone cultivar estas dimensiones: la conciencia evangelizadora, la formación doctrinal y la iniciación en la variada experiencia cristiana, el conocimiento del hombre y del mundo, la capacidad pedagógica, la vivencia comunitaria y la madurez humana y cristiana del catequista.

Son metas que no se consiguen de una vez, sino a lo largo de todo el itinerario formativo.

El período formativo capacita al catequista ante todo para arraigarlo en la corriente de la tradición, sumergiéndole en la conciencia viva y actual que la Iglesia tiene del Evangelio, para poder así transmitirlo en su nombre. Prepara al catequista para participar en la dimensión maternal de la Iglesia, ya que ésta es Madre que alimenta a los que nacen a la fe y fortalece a los que necesitan consolidarla.

Luces. LA FORMACIÓN DESDE LA PERPESPECTIVA PEDAGÓGICA
«La formación queda completada cuando el catequista es capaz de elegir el modo más apto para comunicar el mensaje evangélico a grupos y personas que se encuentran en situaciones siempre diversas y particulares».

La formación facilitará al catequista la vivencia de las principales formas de oración: petición, alabanza, acción de gracias… Muy en particular se le hará gustar la oración en común.

Hay que procurar, también, que los catequistas se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje situando la formación bajo el signo de una pedagogía de la creatividad.