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Elegir a quienes nos demuestren integridad y compromiso social

Elegir a quienes nos demuestren integridad y compromiso social

En las postrimerías de la campaña electoral de 2019, la Conferencia Episcopal Panameña pidió a la población panameña un voto “responsable, libre y consciente”, y claramente señaló que hay que elegir a personas “íntegras”.

 

Por Redacción

Los seres humanos estamos en una constante espera de alguien que llegue con una varita mágica a resolvernos  los problemas. Los políticos lo saben, y muchos se aprovechan de esto. Pero ante los múltiples desengaños, cabe preguntarse, ¿existe el candidato ideal?

Es una discusión de vieja data. La política, con su ilusionismo y encantamiento de serpientes, es tan vieja como la humanidad. Y en la Era Digital, la abundancia de información sirvió, al principio, para conocer mejor a los candidatos, pero ahora es utilizada como una herramienta para la guerra sucia.

Muchos son los esfuerzos y normas vigentes para lograr que los votantes conozcan a sus candidatos y una vez electos, puedan llevar una fiscalización efectiva del cumplimiento de sus promesas.

En Panamá, rige la Ley 6 de 22 de enero de 2002, que dicta normas sobre el libre acceso a la información pública del Estado y garantiza el derecho de los ciudadanos para pedir y recibir informes veraces y oportunos.

Otra norma que busca garantizar la transparencia en la gestión pública, es la Ley 316 de 2022, que regula el conflicto de interés de los agentes que administran recursos del Estado.

Esta Ley, al menos en papel, es una herramienta importante para prevenir que los funcionarios se aprovechen de su puesto para su beneficio o el de familiares, amigos o socios.

La norma involucra desde el Presidente de la República, ministros, directores de entidades, el contralor, diputados y alcaldes, hasta los representantes de corregimiento, entre otros.

Y para tratar de alejar el uso de dinero sucio en la política, el Código Electoral plantea el financiamiento público electoral a los partidos políticos y candidatos por libre postulación. La norma busca mantener limpios y públicos los dineros usados en las campañas electorales.

 

“No dejarnos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías o antipatías, o por intereses particulares”, planteó la Conferencia Episcopal.

 

El perfil del buen candidato  

En las postrimerías de la campaña electoral de 2019, la Conferencia Episcopal Panameña pronunció un mensaje con criterios para la emisión de un voto “responsable, libre y consciente”, que por su importancia se mantiene vigente.

Lo resumió claramente: hay que elegir a quienes “les duela la realidad panameña”, personas “íntegras, honestas, dignas, competentes, capaces de vencer la corrupción y la violencia, que se preocupen por la salvaguarda de la casa común, decididos a afrontar la injusticia, desempleo y falta de oportunidades; y a trabajar por los excluidos y marginados”.

Y de paso advirtió sobre viejos males en la política: “es inmoral e ilegal comprar y vender votos” o votar a cambio de regalías. Y para acabar con la corrupción, hay que empezar por rechazar estas prácticas, aconsejó.

Los panameños deben votar por candidatos con creatividad política, que presenten propuestas basadas en el bien común y en el respeto a la dignidad humana, señalaron los obispos.

El candidato debe presentar capacidad de ejecución para llevar adelante un plan político con soluciones de fondo a los graves problemas del país y que pueda sacar de la miseria material y espiritual a la población, dándole oportunidades, no “regalías o migajas”.

 

Votar por propuestas basadas en el bien común.

 

Hay que frenar el “juega vivo”

Una posición similar tiene el magistrado del Tribunal Electoral, Eduardo Valdés Escofery, quien plantea que la sociedad no puede caer en el pesimismo de permitir que siga imperando el “juega vivo”.

En su reflexión “Ética en la Política”, sostiene que ese juega vivo hace predominar el criterio de que “pendejo es el que cumple la Ley, si sabe que no lo van  agarrar”. Y enfatiza que la ética y la política son dos caras de la misma moneda.

“La forma de alcanzar el bien común, es a través de la participación en la política, pero no basta que participen los muchos, también tienen que participar los mejores”, destacó.

Para Maribel Jaén, directiva de la Comisión de Justicia y Paz y miembro del Foro Ciudadano de las Reformas Electorales, los políticos deben tener integridad, compromiso social, criterio ético y una vida coherente con la imagen que proyectan.

“Hay que tener claro que el poder debe estar al servicio de la gente, no es para fortalecer la cleptocracia”, enfatizó.

Sostiene que los puestos públicos no pueden ser un vehículo para el enriquecimiento, ni para favorecer a allegados.

 

Considera que un aspecto fundamental es recuperar el sentido ético en la política y elevarla al más alto nivel, que es el servicio al prójimo y el bien común.

 

Mientras que el presidente de la Fundación Ética y Civismo, Luis H. Moreno, en medio de la campaña “Voy a votar bien”, ha lamentado que la pérdida de valores repercuta en una desconfianza generalizada en la población.

Ha cuestionado el hecho de que la propia sociedad considere a un político como débil, si no se aprovecha del poder para su beneficio personal.

Vivimos en un mundo en el que se busca tener más, no para ser mejor, sino para usar mal esos recursos. “Y tener más para usarlo mal, porque cuando se tiene algo mal habido, se usa con fines aviesos, alejados de ayudar a los demás. Así, buscan mantener el status quo”, considera Moreno.

Por otra parte, en enero de este año, la Fundación Espacio Cívico lanzó su campaña “Guía de candidatos para un voto informado 2024”, que brinda información sobre los candidatos y su ejecutoria pública.

En el caso de los diputados que buscan reelegirse, se ofrece información sobre su asistencia al Pleno Legislativo y a comisiones, manejo del dinero público (planillas, viajes, viáticos), gestión legislativa y declaraciones voluntarias de intereses y patrimonio.

Por su parte, el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, Edgardo Molino Mola, considera que la ética en las actuaciones públicas tiene su origen en la educación familiar, aunque muchos actúan de forma contraria a su formación en valores.

“La ética que rige la conducta de una persona, en la honradez, la responsabilidad, en cumplir los compromisos adquiridos, no hacer trampa, o el juega vivo para saltarse las reglas, no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan, varía de persona a persona”, reflexionó.

Lamentó que muchas figuras públicas, en lo político, privado y personal, pongan al dinero como el centro de importancia de sus actuaciones.