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Embajadores de esperanza: la lucha contra la trata de personas en Panamá

Embajadores de esperanza: la lucha contra la trata de personas en Panamá

Diversas organizaciones eclesiales y sociales refuerzan su compromiso en la prevención y asistencia a víctimas de trata. Un desafío que exige valentía, solidaridad y una convicción inquebrantable.

 

Por Marianne Colmenárez

La trata de personas es una de las formas más crueles de esclavitud moderna, que afecta a millones de personas en todo el mundo. En Panamá, entidades de la Iglesia católica, autoridades y comunidades han intensificado sus esfuerzos para enfrentar esta problemática, destacando la reciente XI Jornada Mundial de Oración y Reflexión Contra la Trata de Personas, impulsada por la Red Internacional de la Vida Consagrada, Talitha Kum.

Bajo el lema “Embajadores de esperanza: juntos contra la trata de personas”, la Red Clamor Panamá organizó una serie de actividades para visibilizar la urgencia de erradicar este delito.

En el Santuario Nacional se llevó a cabo una celebración eucarística y una Hora Santa. “Este momento intenso de espiritualidad, tuvo como objetivo orar por las víctimas y crear conciencia sobre esta problemática que afecta a mujeres, niños, jóvenes y migrantes en situación de vulnerabilidad”, afirmó Kathia Díaz, de la comisión de formación de la Red Clamor Panamá.

El papa Francisco, en su mensaje para esta ocasión, enfatizó que la trata de personas es una realidad que se alimenta de guerras, conflictos, hambre y crisis climáticas.

Destacó la importancia de no perder la esperanza y de actuar con determinación para erradicar este flagelo.

 “Los jóvenes que luchan contra la trata nos ofrecen un ejemplo: nos dicen que debemos convertirnos en embajadores de la esperanza y actuar juntos, con tenacidad y amor”, expresó el Pontífice.

 

 

Agentes de pastoral, instituciones públicas y organismos internacionales recorrieron Metetí contra este flagelo.

Una caminata simbólica en Darién

En la provincia de Darién, frontera natural entre Panamá y Colombia, punto crítico para la migración irregular y escenario propicio para el delito de la trata de personas, la Red Clamor Panamá organizó una caminata desde la Plaza Metetí hasta la emisora Voz sin Fronteras, bajo el lema “Camino al Centenario, juntos como peregrinos de la esperanza contra la trata de personas”.

La hermana Ligia Ruiz, misionera scalabriniana y una de las participantes del evento, destacó la importancia de visibilizar este problema en una región con alto tránsito de migrantes.

 

“La caminata es un llamado de alerta y solidaridad; para nadie es un secreto que Darién, así como otras rutas migratorias se enfrentan a un fenómeno creciente de trata con fines de explotación sexual y laboral”, dijo Ruiz.

 

Posterior a la caminata, se realizó un taller y un diagnóstico participativo, donde se analizaron las nuevas rutas migratorias y el impacto del delito en la población.

Alberto Agrazal, sociólogo y promotor comunitario de Fe y Alegría Panamá, expuso sobre la explotación de mujeres migrantes en rutas clandestinas desde Buenaventura (Colombia) hasta Jaqué (Panamá) y de Nicaragua a Río Sereno, con víctimas obligadas a trabajar en la prostitución y como empleadas domésticas sin acceso a derechos.

 

La trata y la reforma de la ley

La trata roba vidas; cada rescate devuelve dignidad y esperanza.

El compromiso de Panamá contra la trata de personas también ha tenido un avance significativo en el ámbito legal.

En un esfuerzo por fortalecer la capacidad de Panamá para combatir la trata de personas, se promulgó la Ley No. 458, que reforma la Ley No. 79 de 2011.

 Esta nueva legislación, publicada en la Gaceta Oficial el 3 de diciembre, introduce cambios significativos en la protección a las víctimas y en la persecución de los delitos relacionados con la trata.

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la Ley No. 458 representa un avance crucial en la alineación de la normativa panameña con el Protocolo de Palermo, que establece estándares internacionales para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños.

Entre las principales modificaciones, la ley amplía la definición de trata de personas, incorporando nuevas formas de explotación, como la mendicidad forzada y el tráfico con fines de extracción de órganos. Además, incrementa las penas para los tratantes y endurece las sanciones en casos donde las víctimas sean menores de edad o se empleen medios violentos o coercitivos.

También refuerza la asistencia integral a las víctimas, garantizando acceso a albergues, atención psicológica y regularización migratoria.

La Red Clamor ha insistido en la necesidad de que los estados adopten medidas integrales, incluyendo la regularización migratoria, el acceso a refugios y una mayor dotación de recursos para atender a las víctimas.

 

“No basta con endurecer las penas, hay que garantizar soluciones seguras para los migrantes y poblaciones vulnerables”, afirmó Agrazal.

 

Hacia una respuesta integral

Alberto Agrazal y la Hna. Ligia Ruiz guiaron el diálogo.

El reto de combatir la trata de personas en Panamá es enorme, pero también lo es el compromiso de la sociedad civil y la Iglesia.

La articulación entre organismos estatales, organizaciones de la fe y la comunidad internacional es clave para enfrentar esta problemática.

La caminata en Darién y la jornada de oración en la capital han dejado un mensaje contundente: la trata de personas debe ser erradicada con un enfoque de esperanza, acción coordinada y justicia social.

Con la intercesión de Santa Josefina Bakhita, símbolo de esta lucha, y el trabajo de redes como Clamor, Panamá sigue avanzando hacia una sociedad donde ningún ser humano sea tratado como mercancía.