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En Cuaresma, la cruz no es el centro, sino el amor de Cristo

En Cuaresma, la cruz no es el centro, sino el amor de Cristo

La conversión es de todos los días, es constante, es cambiar la mentalidad. La Cuaresma es el tiempo fuerte que invita al cristiano a ejercitar su fuerza de voluntad a través del sacrificio y el desprendimiento. Es la visión de la vida que Dios quiere, consciente de que tenemos que despojarnos de lo que más nos cuesta.

 

Por Elizabeth Muñoz de lao

Empezó la Cuaresma y el cristiano debe vivirla acorde con lo que Dios quiere de cada uno. Pero, ¿cuál debe ser la manera ideal de vivirla?

Hay que partir de la exhortación del papa Francisco a la santidad, que consiste en vivir a plenitud, en desarrollar nuestras aptitudes para que contribuyan a hacer presente el Reino de Dios, un reino de confianza, amistad, perdón, justicia, honestidad, es decir, todos esos valores que hacen a cada uno un buen ser humano, que confía plenamente en Dios y en esa confianza se entiende que es un instrumento de Él.

De eso está convencido monseñor Rafael Valdivieso, obispo de la diócesis de Chitré, y Presidente de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP).

Mons. Valdivieso: Son 40 días para ir modificando el corazón.

“Mi vida debe reflejar todos estos sentimientos de paciencia, comprensión; tener una conducta que reproduzca la imagen de Cristo, que mis sentimientos sean similares a los de Él”, señaló.

Pero como humanos – advirtió – siempre habrá esos impulsos al egoísmo, a los apegos, que debemos ir transformando.

Justamente, la Cuaresma es el tiempo fuerte que nos invita a la conversión a través de sacrificios, de penitencias, que ejerciten la fuerza de voluntad mediante el desprendimiento de aquellas cosas que más nos cuestan. La idea es que esas cosas no apaguen el rostro de Dios.

Esa conversión es un proceso de todos los días y debe ser constante.

La Cuaresma es preparación para el momento de la Cruz, pero esa cruz no es el centro, sino el amor tan grande de Cristo que se desprende de todo para darse a los demás.

 

Cada cristiano debe aspirar a ese amor, manifestó monseñor Valdivieso. Por eso, en estos 40 días hay que ir purificando el corazón, el interior de cada uno.

 

Itinerario del cristiano

La Cuaresma es como un retiro que tiene su apertura en el Miércoles de Ceniza, que nos recuerda que somos como la ceniza, no somos nada sin el don de la vida, que es lo más grande que Dios nos ha dado. Y a través de esa vida se puede hacer el bien si está iluminada, formada, si no, también puede causar mucho mal y dolor.

La Cuaresma tiene su apertura el Miércoles de Ceniza.

Oración: a partir del Miércoles de Ceniza comienza un itinerario que conlleva, primero, la oración en la intimidad, abriéndonos a la escucha de Dios que habla a través de la Palabra, de signos que se interpretan desde la fe.

Es abrirse durante este tiempo que presenta al inicio la figura de Jesús en el desierto, que representa el lugar a donde el ser humano se aparta para centrarse en esa relación solo con Dios, manifestó.

También hay que practicar el desprenderse de lo material. En la medida en que se es capaz de desprenderse, sobre todo de uno mismo, se es capaz de visitar a los enfermos, de escuchar a otros, de jugar con los hijos, de hablar con los abuelos.

La limosna, por ejemplo, no es más que eso, es desprenderse de lo que más nos cuesta.

Ayuno: luego viene el ayuno, que es una especie de mortificación, pero que desarrolla la voluntad. Cuando se siente hambre, se debe ser capaz de renunciar a desayunar, por ejemplo. Es la mortificación, que viene de muerte, por tanto, el ayuno significa morir a cosas que nos controlan, que se hacen dueñas de las personas. “A través del ayuno, hay muchas personas que se dieron cuenta de que tienen fuerza de voluntad”, señaló el obispo. Lo más fuerte que un ser humano tiene está en su interior, recalcó.

Viacrucis: también es importante para el cristiano prácticas como el  viacrucis, meditando e interiorizando cada paso de Jesús en la cruz, tratando de que cada estación ilumine nuestra realidad.

La vida de cada uno está marcada por el misterio de la cruz, pero la cruz no representa para nosotros el peso del dolor, de la agonía. “La cruz representa un amor tan grande, en el que yo asumo cualquier sacrificio por las personas que amo”, indicó monseñor. Y eso que hizo Jesús hace sentido en relación con la vida cotidiana, tal como un padre hace cualquier sacrificio por sus hijos.

Esa meditación de la Pasión del Señor es de estos elementos que, junto a la liturgia cuaresmal, nos ayuda a darle sentido a nuestras luchas, a nuestra entrega, a todo lo que nos invita esta cuaresma.

 

Todos estos signos tienen como sentido un proceso de conversión, de cambio. Si se nos enferma el alma, la capacidad de amar, lastimamos a los demás.

 

Confesión: aquí el obispo Valdivieso mostró su preocupación por la escasez de sacerdotes porque muchas veces, el cristiano quiere confesarse, pero el sacerdote de su comunidad parroquial debe atender muchas capillas y no siempre está donde ese cristiano desea que lo confiese.

Hay regiones, zonas y vicarías en que los sacerdotes vecinos se ponen de acuerdo para procurar un día de confesiones en Cuaresma. “Ojalá todos puedan tener un guía espiritual, que es el que hace que la persona saque lo que siente, para liberarse, y luego la orienta sobre lo que debe hacer”, comentó.

Procesiones: y luego de este peregrinar, llega la Semana Santa. Y con ella, las procesiones que, aunque no son un sacramento ni obligatorias, son una expresión de la comunidad, el peregrinar de la vida. Son signos evangelizadores, porque en las procesiones va la cruz, el Resucitado, y la Iglesia peregrina en torno a ellos.

 

El triduo, el culmen

Lo fundamental dentro del triduo son las siguientes celebraciones:

La misa crismal

Es en la que se reúne toda la Iglesia y los sacerdotes renuevan sus votos.

La Última Cena

El Jueves Santo, es cuando se instituye la eucaristía, el sacerdocio y se da el mandamiento nuevo del amor como institución, que es lo que nos identifica como cristianos, es el amor que le da sentido a la eucaristía y al sacerdocio.

Ese día está muy relacionado con el sacrificio, cuando se dice: “este es mi cuerpo”… que se entrega y se parte, porque esa tiene que ser la vida del cristiano. Ese partirse y ser alimento para los demás, solo se entiende desde el amor, el mandamiento nuevo”, resaltó monseñor.

Viernes Santo

Es la pasión de Cristo. Valiosísimo, sí, pero es un día solemne de meditación, de silencio, de reflexión, expresó.

Vigilia Pascual

Es el día más importante, el sábado, es el día de la fiesta. Se le reconoce como “la misa de las misas”. El culmen del año litúrgico es el misterio de la Pascua, y es que después de todo este itinerario de la Cuaresma, el cristiano debe culminar en una vida resucitada, libre, recalcó.

Es el misterio pascual de resucitar, esa noche en que Cristo resucita y el cristiano entiende que la resurrección no es cuando él muere, sino que es ahora.