En la familia, que el perdón sea clave para toda la vida

En la familia, que el perdón sea clave para toda la vida

¡Cuánto daño nos habremos provocado este año tan complejo! La mayoría de las veces sin querer. En la mayoría de los casos sin siquiera saber que estábamos causando dolor a nuestros parientes.

Esta semana el Señor nos pide que pasemos revista al año transcurrido y busquemos en esos rincones olvidados de la memoria todas esas ocasiones en las que pudimos abrir heridas inesperadas, y otras con toda la intención.

Una vez identificadas las faltas en este examen de conciencia, la Palabra nos propone acercarnos a la familia y pedir perdón, con el corazón en la mano, y levantar de las ruinas un palacio de amor. No podemos llegar al fin del año con esos dolores vivos, a flor de piel. Debemos restañar las lesiones que le hemos hecho al alma de nuestra gente.

Ese pedido de perdón también debe ir acompañado de una entrega de amor. También cada uno de nosotros debe perdonar.

El perdón y el amor son las vigas que sostienen la casa de la familia. Es ahí donde los hijos aprenderán a amar y a perdonar.

La manera más fácil de saldar esa cuenta, es con el Amor. Con eso que se conoce como “champú de cariño”, y que consiste en reunirnos todos en casa y decirnos unos a otros todas las virtudes que nos adornan.

A la madre se le puede destacar lo bien que canta, lo rico que cocina, su gran resistencia humana ante la adversidad. A los hijos aplaudirles los talentos, la inteligencia, la fuerza. Con los abuelos podemos destacar su sabiduría, su buen humor, su valiosa memoria que es un tesoro.

No importa cuántos ni cuáles sean los defectos que unos y otros tienen. Lo que vamos a valorar son sus riquezas, sus potencialidades.

Con Amor y Perdón la familia, que es escuela de esos dones de Dios, brillará.

¡Ánimo!