Son personas con una fe humilde y sencilla, pero de mucho trabajo. Participan en la capilla, preparan la liturgia y se preocupan por la evangelización en la comunidad. Esta vez, 11 parejas recibieron la bendición de Dios en un matrimonio comunitario.
Por Karla Díaz
Montaña arriba, y a más de una hora del centro de Penonomé, recorrimos la carretera que nos llevó hasta la comunidad de San Pedro en Chiguirí Arriba. Ahí acompañamos a 11 parejas que estaban listas para recibir el Sacramento del Matrimonio en una Boda Comunitaria.
Un ambiente familiar, la capilla hermosamente decorada y la gente con su cordial sonrisa nos daba la bienvenida. Era un día especial, ya que luego de muchos meses de formación, había llegado la anhelada fecha, su amor sería consagrado a Dios.
Algunas de las parejas tenían ya muchos años unidos, pero luego de un proceso de fe, acompañados por el padre José Cruz y miembros de la Pastoral Familiar de la Catedral San Juan Bautista de Penonomé, decidieron voluntariamente bendecir su amor.
San Pedro es una comunidad muy apartada, donde difícilmente llega el transporte público. No cuentan con luz eléctrica y poseen acueducto rural, por lo que su principal sustento es la agricultura de subsistencia.
Pero su gente es de fe, y poco a poco con actividades han logrado levantar su templo porque bien dicen que, para Dios, lo mejor.
Son formados espiritualmente por los Delegados de la Palabra y por los catequistas que dan lo mejor de sí para sembrar en sus corazones el mensaje del Evangelio, ya que por la lejanía y por la gran cantidad de comunidades existentes, el sacerdote solo puede llegar una o dos veces al mes.
Testimonios de fe y amor
Iris Alveo y Miguel Rodríguez llegaron con sus dos niños. Para ellos, recibir el sacramento siempre fue algo importante y la invitación se presentó en el momento oportuno, pues finalmente unieron sus vidas ante los ojos de Dios. “Estamos felices porque era un sueño que nos habíamos propuesto y por fin se ha hecho realidad”, dijo Miguel.
Luego de 25 años, Eladio Gordón y María Juliana tomaron la decisión de consagrar su amor, sobre todo porque su deseo es poder darles el mejor ejemplo a sus nueve hijos. Fue precisamente en el templo donde se dio el primer flechazo de amor y desde ese momento han sido inseparables. “Aquí estamos listos para recibir la bendición de Dios. Ojalá más parejas sientan ese llamado para que puedan vivir en la gracia del Señor”, dijo Eladio.
Jaime Mendoza y Eurelia Martínez tienen 35 años de unión y una hija, su gran milagro. Ellos relatan que después de conocerse y enamorarse estuvieron juntos por mucho tiempo participando en la iglesia, pero no lograban concebir, hasta que decidieron ponerlo todo en las manos de Dios, pedirle con mucha fe, y fue él quien les hizo el hermoso regalo de ser padres. “Ella es nuestra alegría, la hemos formado aquí en la capilla, y ya hizo Cursillo de Cristiandad, lo que nos motivó a recibir el sacramento”, puntualizó, Eurelia.
La capilla estuvo llena, todos querían ser parte de este especial momento. El padre José les invitó a todos a orar por la santidad en los matrimonios, para que no se queden solo en el día de la boda, sino que sigan respondiendo como debe ser al Señor, para toda la vida.
“Aunque muchos de ustedes llevan años juntos, ahora su amor es más especial, por lo que deben seguir fortaleciéndose como pareja en la fe, la comprensión y el respeto”, dijo el sacerdote, que apenas tiene un año y un mes atendiendo las comunidades de Chiguirí Arriba.
Agregó que esta zona está compuesta por más de 20 comunidades y a pesar de que atiende también la Catedral San Juan Bautista de Penonomé, se traslada hasta allá para poder acompañarlos y brindarles la atención que como pueblo de Dios se merecen.
La llegada del sacerdote a estas tierras ha tenido buenos frutos, pues ha sido enérgico en la formación de los delegados, que a su vez son los que celebran la Palabra los domingos, en las fiestas patronales, los aniversarios, bautizos, funerales y más.
Además, ha impulsado la formación de un grupo de niños en la capilla de San Pedro, para que sirvan en el altar como monaguillos; y el último domingo de noviembre dio la bendición a otras 23 parejas en la comunidad de Chiguirí Arriba centro, con el sacramento del matrimonio.
Hubo toda una logística para lograrlo
Desde el mes de junio, mes de la familia, el padre José hizo la invitación para todo el que estuviera interesado en recibir el sacramento del matrimonio, y la invitación fue bien recibida, pues muchas parejas se inscribieron.
Sin embargo, algunas no contaban siquiera con el matrimonio civil, por lo que con la misma gente del pueblo se puso manos a la obra. Posteriormente se hizo el enlace con el Tribunal Electoral para que llegaran hasta las comunidades a casar a las parejas.
“El Tribunal Electoral nos ayudó con los papeles de soltería y con el Registro, y un juez vino a casarlos hasta acá. Además, hicimos el contacto con el Laboratorio Clínico Ramos y Ramos, quienes llegaron hasta acá para hacerles los exámenes a las parejas, sabiendo que, por la distancia y la falta de transporte, ellos no salen de estas comunidades. Ahora estamos en San Pedro, pero arriba hay más comunidades a 3 o 4 horas de distancia”, dijo el padre.
Nuestro traslado hacia San Pedro no fue sencillo, sin embargo, Panorama Católico regresa convencido del amor que sienten por Dios y de que día a día, con ayuda de su sacerdote, delegados y catequistas luchan por mantener una fe viva, creciente y consciente, más allá de las largas distancias y las necesidades que enfrentan.