Carlos Herrera / @mejorpareja.mejorfamilia
Cuando nos sentimos llamados vocacionalmente al matrimonio y “encontramos” a alguien con quien deseamos compartir el amor conyugal, lo hacemos con el objetivo claro de ser felices juntos, viviendo a plenitud la vida matrimonial. Si hubiésemos sabido que casarnos nos haría infelices, no lo habríamos hecho.
Nos han metido en nuestra cabeza (en muchos casos personas casadas), que el matrimonio es complicado; luego todo cambia, muy sacrificado, pierdes la libertad y un sin fin de frases que pueden bajar el ánimo a cualquiera.
Pero aún, con todo lo que escuchamos, mantenemos nuestra convicción de ser felices.
El matrimonio es un lugar para la felicidad, cuando vivimos según el plan de Dios nos hace sentir felices. Son nuestras acciones personales, las que pueden ir transformando el ambiente conyugal y convertirse en un lugar de tormentas y pesadillas, convirtiendo la relación de pareja en una carga pesada.
Todos los matrimonios tienen momentos difíciles y conflictos, la diferencia está en la manera en la que buscamos solucionar estos momentos.
Seamos promotores de la felicidad en el matrimonio, hagámoslo con nuestro ejemplo, desde nuestra experiencia.
Cita para iluminar: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes, mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás...”. (Filipenses 2,3-4).
RECOMENDACIONES PARA TENER UN MATRIMONIO PLENAMENTE FELIZ
