Fuego en la Amazonia

El bosque tropical más grande del mundo está en peligro y el mundo ha demorado en reaccionar. Una de las primeras instancias que levanta su voz preocupada es la del episcopado de América Latina y el Caribe, CELAM. 

No es para menos. La guardia estaba abajo. Pero la noticia se hizo viral cuando la NASA, a través de su plataforma de Información sobre incendios para el sistema de gestión de recursos (FIRMS, por sus siglas en inglés) mostró una imagen satelital con los focos activos. 

Tal como era de esperarse, los obispos del CELAM se pronunciaron en favor de “los hermanos pueblos indígenas que

habitan este amado territorio, les expresamos toda nuestra cercanía y unimos nuestra voz a la suya para gritar al mundo por la solidaridad y la pronta atención para detener esta devastación”.

Esta situación, según dicen nuestros queridos obispos, hace que se empañe la esperanza por el cercano sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco del 6 al 27 de octubre de este año.

“Urgimos a los gobiernos de los países amazónicos, especialmente de Brasil y Bolivia, a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional a tomar serias medidas para salvar al pulmón del mundo. Lo que le pasa al Amazonas no es un asunto solo local sino de alcance global. Si el Amazonas sufre, el mundo sufre”, indica el CELAM en un comunicado que llama la atención en torno a la crítica situación; advierte de por lo menos 9,507 nuevos focos de incendios en la cuenca del Amazona, algo nunca visto. Lo peor de ese hecho, es la causa 

de tanta devastación: todo indica que se debe a las quemas provocadas para deforestar un terreno a fin de convertirlo en área de pastoreo o para limpiar áreas que ya han sido reducidas por la tala industrializada. ¡Oremos y a trabajar!