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La formación al servicio de la catequesis

La formación al servicio de la catequesis

Comisión Arquidiocesana de Catequesis

FORMAR CATEQUISTAS PARA LAS NECESIDADES EVANGELIZADORAS DE ESTE MOMENTO HISTÓRICO CON SUS VALORES, DESAFÍOS Y SOMBRAS. PARA RESPONDER A ESTE DESAFÍO‚ SE NECESITAN CATEQUISTAS DOTADOS DE UNA FE PROFUNDA, DE UNA CLARA IDENTIDAD CRISTIANA Y ECLESIAL.

La formación tendrá presente también, el concepto de catequesis que hoy propugna la Iglesia. Se trata de formar a los catequistas para que puedan impartir no sólo una enseñanza sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de iniciación, educación y de enseñanza.

La formación de los catequistas comprende varias dimensiones. La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación la ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol.

La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal.  Porque el conocimiento y asimilación de la fe ofrece la posibilidad de vivir un proceso catecúmena personal y la experiencia del propio crecimiento en la fe. El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación. 

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe durante todo el periodo de formación. Porque lo que más contribuye a transmitir la fe es el testimonio de vida.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia. Debe crecer constantemente en la convicción de que no es el transmisor de una doctrina propia y de unas metas personales. Debe ser consciente de que es un miembro de la Iglesia y trabaja en nombre de Ella. Su expresión más común de fidelidad eclesial la verá en la sumisión que viva ante las pautas que reciba de su Obispo y del Papa como cabeza de la Iglesia universal.

La formación debe aportar al catequista la conciencia de poseer una misión evangelizadora. Y debe valorar que esta misión la ha recibido de Dios por medio de la Iglesia. Ser catequista es una vocación a la que responder, no un plan personal de prestigio propio. Cuando el catequista es consciente de su llamada sobrenatural, es más abierto a los demás, más humilde ante las contrariedades y más dócil al Espíritu.Luces. Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.

Los catequistas necesitan una formación que los capacite para responder a las exigencias de su ministerio. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, no dejan de insistir en la urgencia de formarlos para estar a la altura de las tareas que se les encomiendan y ser instrumentos adecuados y eficaces en las manos de Dios, pues Él es en definitiva el origen y la causa de la salvación, pero ha querido que seamos sus mensajeros, para llevarla a nuestro hermano.

Luces. Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.

Los catequistas necesitan una formación que los capacite para responder a las exigencias de su ministerio. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, no dejan de insistir en la urgencia de formarlos para estar a la altura de las tareas que se les encomiendan y ser instrumentos adecuados y eficaces en las manos de Dios, pues Él es en definitiva el origen y la causa de la salvación, pero ha querido que seamos sus mensajeros, para llevarla a nuestro hermano.