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Luego de ser rescatadas intentan restaurar valientemente sus vidas

Luego de ser rescatadas intentan restaurar valientemente sus vidas

Las Hermanas del Buen Pastor son esos ángeles terrenales que brindan amor, cuidados y protección a un grupo de niñas y adolescentes víctimas abuso sexual e incesto.

Por: Marianne Colmenárez

Llega contenta al Hogar Nuestra Señora con corte de cabello nuevo y con una bolsa en la que llevaba algunos artículos que había comprado con el pago de su quincena. Teresa (nombre ficticio) se muestra ilusionada de la visita que hará a su mamá y hermanos, a quienes no ve desde Navidad.  

Tímidamente acepta la entrevista, en la que comparte su historia de dolor, pero también de sanación. 

Originaria de El Coquillo de Uracillo en Penonomé, esta jovencita llegó hace tres años con su bebé en brazos y con el corazón destrozado. Fue su propio padre quien la violó cuando tenía quince años; hoy está preso pagando condena.

 El Juzgado de Menores se encargó de llevarle hasta el albergue ubicado en Paitilla, corregimiento de San Francisco.

Teresa recuerda que estaba muy triste, tardó varias semanas en adaptarse. “Poco a poco fui tomándole confianza a las hermanas y a las seños que nos cuidan” manifiesta con voz baja y pausada.

Asegura haber sanado un poco la herida, gracias a las oraciones, eucaristías y al cariño recibido.

Comparte que se graduó de bachiller en comercio en el Instituto Panameño de Educación por Radio – IPER. Recién comienza a estudiar Educación Preescolar en la universidad y trabaja como ayudante general en un almacén, mientras su pequeña hija es cuidada en el mismo hogar. 

Sueña con tener una casa grande y pide paciencia a Dios para terminar de criar a su hija. 

 

Necesitan ser apoyadas para superar el trauma, empoderarlas y lograr el éxito.

Misión titánica

La hermana Yamileth Alvarado, directora general de la obra informa que  bajo el programa Rosa Virginia ofrecen albergue a seis madres adolescentes y 10 niños pequeños, hijos de las víctimas. Estas niñas son traídas por el Juzgado de Menores o por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia – SENNIAF.

Algunas llegan embarazadas, terminan su proceso de gestación bajo los cuidados que acá ofrecen, enfocados en la buena alimentación, atención psicológica  y control médico.

“Sentimos que hacemos una labor que tiene sus frutos, cuando vemos que dan a luz y aman a sus hijitos, son muy cariñosas con ellos. Ninguna ha dejado a su bebé en adopción” expresó.

También desarrollan el programa María Reina, que tiene como objetivo cuidar a niñas en riesgo social durante el período escolar. Son 20 menores, hijas de madres solteras jefes de hogar, que necesitan dejarles en un lugar seguro para poder ir a trabajar, ya que son de sitios lejanos o sumamente peligrosos.

 

Dos militantes de Cristo

Son apenas dos las hermanas religiosas responsables de esta misión en Panamá. De Costa Rica llegó hace un año a hermana Yamileth, para servir como directora y la hermana nicaragüense María Melania, quien tiene 4 años continuos sirviendo en el Istmo, aunque estuvo en la época de los inicios del hogar.

“Nosotras aprendemos hacer de todo porque la misión siempre demanda que estemos atentas a todas las necesidades que se van presentando. Yo hago de chofer, cocinera y administradora” comentó la religiosa entre risas.

“Para poder sostener la obra requerimos de colaboradores que nos ayuden diariamente, como las cuidadoras de los niños pequeños y los encargados del mantenimiento de la casa” afirmó la directora.

De los once colaboradores, el Ministerio de Desarrollo Social les aporta el pago de tres sueldos, el resto lo reúnen gracias a las donaciones de los fieles y de lo que logran recaudar en la venta del bazar Santa Eufracia. Desde un local ubicado en la misma sede exhiben los artículos de segunda.  

 

Voluntariado

Carmen Cáceres, voluntaria del Hogar va una vez por semana a leer cuentos a los niños pequeños. “Me gusta promover la lectura infantil y sensibilizarlos también a cuidar y valorar los libros, esta actividad les ayuda a fortalecer su vocabulario; es una herramienta para toda la vida” dijo.  

Una tarde de cuentacuentos gracias a la voluntaria Carmen Cáceres.

Así como ella, las religiosas cuentan con la figura del voluntariado para impartir la catequesis, reforzamiento escolar, talleres de psicología, les enseñan bailes típicos, manualidades, entre otras actividades enfocadas en su educación y recreación.

 

“Siempre están muy pendiente de nuestras necesidades, bondadosamente los voluntarios nos organizan paseos y celebraciones de cumpleaños” expresó la hermana Yamileth.