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Migrantes de fe reciben cuidados en el albergue Medalla Milagrosa

Migrantes de fe reciben cuidados en el albergue Medalla Milagrosa

Mientras cientos de migrantes llegan a Chiriquí y deambulan en territorio fronterizo para continuar su ruta hacia Estados Unidos, decenas de ellos reciben ayuda y acompañamiento en la Medalla Milagrosa. Su fe les ha permitido aprender lecciones de vida y dan gracias a Dios por mostrarles el camino.

 

Por Vielka Cádiz Franco

Más de 330 000 migrantes irregulares han pasado la peligrosa selva del Darién y de esos, 207 han sido alojados en el albergue Medalla Milagrosa de David, establecido para atender a aquellos que resultaron afectados en el accidente ocurrido el 15 de febrero en Los Planes de Gualaca, provincia de Chiriquí, el cual dejó 42 víctimas fatales.

Muchas son las vivencias de estos seres humanos que por situaciones difíciles abandonaron sus países en busca del sueño americano, y dentro de este contexto, han surgido historias de fe y del poder de Dios para hacer milagros; pero también obras de misericordia como las que durante los últimos siete meses han hecho las organizaciones y voluntarios que se han desprendido de artículos, alimentos e incluso del tiempo en familia, para cobijar, abrazar, motivar y hacerles saber a estas personas que no están solas.

Muchos caminan por el área fronteriza, esperando. Duermen donde pueden, pero no desisten de su propósito de seguir el viaje.

Alguien que puede dar fe de ello es María Gabriela Escaleras Torres, una ecuatoriana de 37 años que, junto a su esposo e hijo, permanecen alojados en el albergue tras sobrevivir al accidente. Con voz entrecortada, explicó que salió de su país enojada con su madre y hermanos, pues sentía que no la querían. Sin embargo, pese a que estuvo dos meses y 17 días hospitalizada en condición delicada, que su rostro cambió, que aún no camina bien y todavía no recibe el alta médica para continuar su viaje a Estados Unidos donde la esperan cuatro hermanos, ahora cree que lo ocurrido tuvo un propósito para cambiar su vida para bien.

Aseguró que, a raíz del accidente, mejoró la comunicación con su familia, pues “mi mamá recordó que tenía una hija, mis hermanos que tenían una hermana y, a su vez pude darme cuenta que ellos siempre van a estar”, señaló regocijada antes de revelar que le pidió perdón a su madre, que viajó desde Ecuador para cuidar de ella y su esposo durante cinco meses.

 

“Soy una fiel creyente, me encomendé a Dios y pienso que todo lo que nos pasó fue por algo; porque a veces nos hace falta tener fe, olvidar la soberbia, la prepotencia y dejar de juzgar a familiares. Es difícil para uno, como ser humano, aceptar los errores y corregirlos, y estas son pruebas que te ponen a reflexionar y dar gracias todos los días”, expresó.

 

“Nosotros somos un milagro para decir que Dios existe, porque hubo tantas víctimas mortales y mi familia está aquí. Mi esposo ingresó al hospital con coma inducido y estuvo 15 días en cuidados intensivos, con golpes en el cerebro y fracturas en la columna. Mi hijo no perdió la vida, y pienso que es una segunda oportunidad para enmendar los errores, ser mejores personas, creer y dar testimonio de lo que nos ha pasado”, agregó.

“Hay días que flaqueo porque me cuesta mucho aceptar mi nueva cara. Antes pensaba que yo sola podía y me di cuenta que no. Cada día le doy gracias a Dios por mi familia, los alimentos y las personas que se acercan. Estuve tanto tiempo postrada en una cama sin poder bañarme ni hacer mis necesidades fisiológicas en un baño, y el día que lo hice lloré en la ducha. Parece algo simple, pero no lo es. Ahora aprovecho cada instante para abrazar a mi hijo, decirle que lo amo y lo orgullosa que estoy de él”.

 

Una nueva chiricana


Una nueva chiricana vino de la mano de esta joven pareja.

Otros que también dan fe del poder de Dios es la joven pareja, Edylee Sánchez y Ana Juliet Rivas, cuya relación comenzó siendo menores de edad. Luego de pasar hambre, frío y librar un sinfín de dificultades en su travesía migratoria por Perú, Ecuador, Colombia y la selva del Darién donde vieron morir a muchos caminantes, fueron recibidos el 10 de marzo en la Medalla Milagrosa, debido a que la chica, que ya cumplió 18 años, dio a luz en el Hospital José Domingo de Obaldía de David, a una bebé que nombraron Emma Yulienis.

Tras esa odisea, ellos también se muestran fieles creyentes, pues aseguran que Dios les ha enviado ángeles para que puedan continuar con vida y ser testimonios de su grandeza. Fueron todas estas manifestaciones las que llevaron al joven papá (hoy mayor de edad) a recibir, en la última misa del migrante que celebran en el albergue los días 15 de cada mes, el sacramento del Bautismo junto a su pequeña Emma.

 

Hermanos que dan la mano

Al igual que María, Edylee y Ana se despidieron agradeciendo a la Red Clamor Panamá, Red Franciscana para Migrantes, Hijas de la Caridad, Padres Vicentinos, Comisión de Justicia y Paz, UNICEF, Casa Esperanza, Migración, Organización Mundial de Migración, HIAS y todos los que, mediante un trabajo articulado y bien coordinado, han ayudado ofreciendo techo, ropa, comida, trámites; además de apoyo psicológico, moral y espiritual.

Si hoy pueden salir adelante, también es gracias al trabajo hecho por 35 voluntarios; entre ellos, 10 especialistas de la Asociación Panameña de Psicólogos que han brindado acompañamiento por estrés post traumático y manejo de duelo a unas 40 personas que resultaron con lesiones físicas o perdieron familiares.

Sus risas denotan esperanza y están agradecidos con Dios.

La idea es brindar las herramientas para el manejo de diversas patologías como la frustración, dolor, insomnio, depresión, enojo e impotencia, informó la psicóloga Vivian Cianca, de la Asociación Panameña de Psicólogos, que colabora con la Red Clamor Panamá.

Sobre el tema se refirió el coordinador de la Red Clamor Panamá y encargado del albergue, Rafael Lara, quien explicó que el hospedaje se habilitó para atender a los involucrados en el accidente y sus familiares; pero luego decidieron cobijar a embarazadas y recién dadas a luz, así como a hombres y mujeres que necesitan descansar para continuar su travesía.

Actualmente se ofrece terapia ocupacional y los niños reciben tutorías, reforzamiento académico y actividades lúdicas necesarias para la salud mental.

Al redactar esta nota, en el lugar permanecían 31 migrantes, de los cuales 10 son niños.