Estas coloridas piezas están protegidas por la Ley 20 de 26 de junio del 2000, sobre “Derechos colectivos de los pueblos indígenas”.
Por Martha Tiffer
En una soleada mañana, en las calles adoquinadas del Casco Antiguo en dirección al Paseo de las Bóvedas, también conocido como Plaza de Francia, estaba un grupo de damas originarias de la etnia Guna; algunas instalando sus puestos de venta de artesanías y otras en plena faena.
Allí se encontraba Martina, de mediana estatura y edad madura, quien al preguntarle si accedería a una entrevista y fotografiar sus creaciones, respondió afirmativamente.
Negocio familiar
Su negocio es familiar, explicó. En él intervienen su mamá, sobrinas, hermanas, la hija, y su nieta cuando no va a la universidad. Martina vende las molas para sufragar los gastos del cuarto donde vive, luz, agua, comida y los estudios de sus nietos.
Tiempo que lleva hacer una mola
La confección de una mola varía según el diseño, técnica y cantidad de telas utilizadas para este trabajo. Puede tardar uno, tres, seis meses y hasta uno o varios años.
Esto es así porque las artesanas, además de coser, tienen que atender a los hijos o nietos, cocinar y lavar la ropa. Además, utilizan una diminuta aguja para confeccionar la mola con puntadas finas.
Turistas, la mayor clientela
Martina da a conocer que quienes pasan con mayor frecuencia por el puesto son los turistas, quienes adquieren sus creaciones. Sin embargo, ella considera que no gana mucho con las ventas, porque solo los turistas valoran su trabajo, a diferencia de los panameños que, la mayoría de las veces, regatean los precios.
Según la fuente, los turistas, cuando se acercan, compran pañoletas o “dunued”, “saburred” o faldas, carteras, bolsas, la mola en sí y las famosas “wini”, que son las piezas de chaquiras que usan en las muñecas y tobillos.
El costo
Según Leonardo Pérez, guía del Museo de la Mola, el costo de la confección varía de acuerdo con el diseño, las dimensiones y la cantidad de tela utilizada. Los costos van entre 5, 35 y hasta 50 dólares. “Es un arte muy bonito, pero muy devaluado”, señaló.
Arte representativo de la cultura Guna y de Panamá
De acuerdo con el guía, la mola es un arte representativo de la cultura Guna y de Panamá, aunque también de Colombia, que para ser reproducido en cualquier otra forma que no sea en tela o por personas que no pertenezcan a la etnia, se debe tener autorización de los cinco Congresos Generales Guna, ya que este arte es considerado propiedad intelectual de este grupo originario y está protegido por la Ley 20 de 26 de junio del 2000, que trata sobre los “Derechos colectivos de los pueblos indígenas”.
Conservar el legado y pasarlo a las futuras generaciones
Martina afirma que su cultura debe pasar a las futuras generaciones. Es la lucha que tienen para que el ser Guna no se pierda, para que el día de mañana, cuando alguien les pregunte a sus hijos sobre el origen de la mola, les respondan con valor y espiritualidad el gran significado que tiene este arte para ellos.