,

Profanación, una práctica abominable contra la fe

Profanación, una práctica abominable contra la fe

Un acto que solo puede ser fruto de la falta de conocimiento sobre lo que significa la Eucaristía y el daño que le provoca su profanación.

 

Por Pbro. Carlos Mejía

Valga la ocasión para ilustrar a la comunidad de fieles que se ha sentido conmovida y preocupada, por el acto de profanación y desagravio ocurrido en una parroquia de la Arquidiócesis de Panamá. Hecho que pareciera no ser casual, sino que en otras ocasiones ya se ha dado, en parroquia violentada o en algunas otras, en momentos distintos.

Esta práctica abominable, según nuestro parecer, puede ser motivada por varios factores: sincretismo religioso, irreligiosidad, en algunos sectores de la población, ausencia o escasa formación cristiana, aumento de prácticas esotéricas.

Según la enseñanza de la iglesia católica, se incurre en una profanación, sobre el Sacramento de la Eucaristía, cuando Cristo está real y sustancialmente presente, en ella.

Un acto de esta índole solo puede ser fruto de la falta de conocimiento sobre lo  qué significa para un creyente la Eucaristía y el daño que le provoca su profanación o –sabiéndolo- estén cegados de manera irracional por una ideología que les lleva a odiar y a atentar contra los que profesan su fe en Cristo o contra aquello que los representan.

Frente a un acto de profanación cometido, contra Jesús Sacramentado, la Iglesia recomienda en los numerales 1070 y 1092 del Ceremonial de los obispos, unas oraciones y ritos de reparación.

 

En el caso de que el Obispo no pueda estar presente en el rito de reparación, puede delegar a un sacerdote que la presida.

 

El rito de reparación se realiza con una procesión, desde la puerta del templo profanado, hacia el altar que debe estar completamente limpio, sin mantel y sin ningún otro objeto.  El obispo se dirige directamente a la sede y, después del saludo inicial y una oportuna monición, bendice el agua para asperjar al pueblo en memoria del bautismo y para purificar el altar y las paredes del lugar profanado. Concluye con la oración colecta.