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No permitas que te reduzcan a ser simplemente una mujer maltratada

No permitas que te reduzcan a ser simplemente una mujer maltratada

Estaba en un país lejano, donde la mujer extranjera no es protegida ni valorada. Era maltratada por su pareja, tenía miedo y se sentía sola. Él amenazaba con quitarle a sus hijos si lo dejaba. Llegó a escaparse en medio de la noche para buscar ayuda. Aun así, después de tanto luchar, llegó un momento en que se rindió.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

Matilde es joven, profesional, trabajadora, físicamente hermosa y emocionalmente centrada. Aún así, el amor y el miedo se conjugaron para cortar sus alas, opacar su horizonte y reducirla a ser una mujer maltratada.

Se había casado joven y tuvo un hijo. El divorcio vino poco después y ella se concentró en estudiar y cuidar a su niño. Con el tiempo, entró en una relación con un joven suramericano, con buen trabajo en Panamá y también profesional. Compraron un apartamento y vivían juntos los tres.

Pero un día, él perdió el empleo y le propuso viajar a su país, donde es más fácil (y ella lo confirma) poner un negocio. Dejó su trabajo y justo antes de emprender el viaje, estando ya embarazada, el padre de su hijo le retiró el permiso de salida del país. Se fue sin él, con el juramento de que lo mandaría a buscar.

Solo hizo tocar el aeropuerto de aquel país cuando comenzaron las primeras señales de abuso por parte de su pareja. “Esa fue mi mejor experiencia de vida y, a la vez, la peor”, dice convencida.

“Todo fue muy sutil”, explica. Comenzó con controlar su vestuario, después se violentaba porque ella lloraba extrañando a su hijo. El estrés provocó que le hicieran una cesárea de emergencia. Tuvo una niña.

Cada vez que llamaba a su niño, la insultaba, pues los celos lo dominaban.

Cuando se le pasaba la ira, pedía perdón y actuaba como si no hubiese pasado nada. Él sufría de ciclotimia, y pasaba de la euforia a la depresión rápidamente. “Llegué hasta a dudar de si realmente me había insultado y abusado psicológicamente”, señala Matilde.

 

Y llegaron los golpes. Ya su hijo había salido de Panamá y vivía con ellos. Lastimosamente, fue víctima y testigo de esos golpes una y otra vez.

 

Ella quería denunciarlo, pero él le decía que, en su país, ella era una simple extranjera y que no le harían caso. Efectivamente, así fue. Pero, además, la amenazaba con hacerla deportar, quitarle a su niña y enviar al niño a un orfanato. Ella acudió a la ley, y en dos ocasiones le dieron la espalda. Si lo dejaba, le darían la niña a él. La ley allá es totalmente distinta a la de Panamá, el machismo impera y la xenofobia es real.

 

Una cosa llevó a la otra. Del maltrato psicológico, la pareja pasó a los golpes y a la violencia con arma blanca.

Como en las películas

Tuvieron que mudarse del apartamento donde vivían, pues los vecinos se quejaban por las constantes peleas. Incluso, cuchillo en mano, amenazó con matarlos a los tres. La llevó a vivir en una finca bonita y grande, pero alejada de todo, en medio de la nada.

Un día, no solo la golpeó a ella, también a su niño. Fue entonces cuando se armó de valor y, en complicidad con la niñera, que era panameña, guardó en el depósito pañales desechables, alimentos y ropa para escapar cuando tuviera la oportunidad.

El día llegó, y el novio venezolano de la niñera los fue a buscar en un taxi, de noche. Llegaron a la comisaría, donde había un Centro de Emergencia Mujer (CEM). La policía ni caso le hizo, pero las mujeres sí. Recibió terapia, igual que el niño.

A su pareja no le hicieron nada, solo hubo una orden de alejamiento. Ella y sus hijos se fueron a vivir con la suegra y luego el suegro les pagó un apartamento. Matilde estaba sola. Entonces se le ocurrió un emprendimiento: comidas para eventos especiales (estudió también para chef). Así reunió el dinero para enviar a su hijo de vuelta a Panamá, mientras luchaba por su hija.

Y se rindió. No le daban la custodia. Su expareja había cambiado mucho, ya podían hablar por teléfono sin pelear. Le dejó a su hija y él prometió que la cuidaría. La madre de él ayudaría.

Matilde se regresó a Panamá, deprimida y llorando por su hija. Tiempo después, ocurrió lo impensable: su suegra la llamó para pedirle que la fuera a buscar, pues su verdugo y padre de la pequeña había muerto en un accidente de moto.

Hoy, un año después, ella se concentra en trabajar, en cuidar a sus hijos; en aprender a amarse a sí misma, a valorarse y a respetarse, porque “aunque no soy la más linda, sí soy única”. Esa es su lección de vida, es por eso que dice: “Fue mi mejor experiencia de vida y, a la vez, la peor”.

 

«No normalices la violencia contra las mujeres»

Las hermanas Mirabal, Patricia, Minerva y María Teresa, activistas políticas, fueron brutalmente asesinadas en 1960, en República Dominicana. Pero ese hecho no quedaría en el olvido. Sus memorias fueron honradas, pues el crimen dio origen a la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Las Mirabal eran líderes, eran madres, eran mujeres con voz.

En 1993, Naciones Unidas adoptó la Resolución 48/104 para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y en 1999 proclamó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

En esta fecha, el Ministerio de la Mujer hace un llamado a la comunidad para que se sume a la campaña: “No Normalices la Violencia contra las Mujeres”, para la prevención de este flagelo.

Pero, ¿qué cambios ha habido desde entonces, que beneficien a las mujeres? Según se informa desde el ministerio, dirigido por la doctora Juana Herrera, han sido décadas de lucha en contra la discriminación, desigualdad y violencia. Se han visibilizado estas desigualdades adoptando y ratificando Convenciones y Acuerdos Internacionales.

En Panamá se ha aprobado la Ley 82 de 24 de octubre de 2013, que adopta medidas de prevención contra la violencia en las mujeres y reforma el Código Penal para tipificar el femicidio y sancionar las formas de violencia contra la mujer; también la Ley 79 de 9 de noviembre de 2011 sobre trata de personas y actividades conexas, y la más reciente, Ley 345 de 2023 que crea el Ministerio de la Mujer.

Existen 17 Centros de Atención Integral del Ministerio de la Mujer, incluyendo tres comarcas, donde se ofrece atención psicológica, legal y social sin costo para las usuarias y donde se cumple el principio de privacidad y confidencialidad.

 

¿Cómo se manifiesta la violencia?

La violencia contra las mujeres es una manifestación que tienen como resultado un daño físico, sexual, emocional o psicológico, la coacción o la privación de libertad. Esta violencia ha sido considerada un problema de salud pública, teniendo consecuencias graves en su salud general y mental. Una de sus formas más extrema es el femicidio, que es el asesinato de una mujer, por el hecho de ser mujer.

La ley 82 de 2013 define las formas de violencia contras mujeres, que pueden manifestarse mediante agresión física, la violencia psicológica y la Violencia Patrimonial.

Y una de las formas más crueles es la violencia vicaria, que alcanza a los hijos como una forma de hacerle más daño a la mujer, infringirle control y dolor para toda la vida.

El ministerio ofrece atención por parte de psicólogas, abogadas y Trabajadoras Sociales a las mujeres víctimas de violencia, basada en su género y violencia doméstica, brindando seguimiento a las usuarias durante sus procesos legales, de manera gratuita.