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No te limites por su edad, edúcalos en la fe antes de que el mundo los deseduque

No te limites por su edad, edúcalos en la fe antes de que el mundo los deseduque

Existe la creencia de que los niños menores de siete años no son capaces de recibir y asimilar mensajes tan profundos sobre Dios, la vida y la muerte. Sin embargo, varias catequistas entrevistadas están convencidas de que la realidad es muy distinta.

 

Por Marianne Colmenárez

En el pasado, la fe no planteaba tantas interrogantes en los niños o al menos no lo manifestaban como los chicos de ahora, quienes desde muy temprana edad dejan perplejos a cualquiera con sus ocurrencias y preguntas.

Las mamás y las abuelas de antes se centraban a enseñarles las oraciones y el Santo Rosario, los llevaban a misa y luego cuando llegaba la edad de prepararse para la primera comunión delegaban un poco la responsabilidad en los catequistas, quienes tenían una metodología muy similar a la educación tradicional. Se limitaban a preguntar a los niños lo que habían memorizado del catecismo, sin darle importancia a sus reflexiones.

En la actualidad, papá y mamá en el hogar pueden estar siendo cuestionados con interrogantes sin saber qué y cómo responder. Pueden tener 3 o 4 años y te preguntan con naturalidad sobre Dios, la vida, la muerte, el infierno y el cielo.

 

¿Cómo les decimos que Dios es nuestro Padre, que está ahí en nuestras vidas, pero no lo podemos ver, ni oír?

 

Omaraida Medina, madre de cuatro y especialista en catequesis inclusiva de la parroquia San Gerardo Mayela, señala que frente a ese dilema que manifiestan los padres de familia de saber si el niño comprende o no, ella cree fervientemente y les comparte lo que dice el primer capítulo del Catecismo de la Iglesia Católica: “El Hombre es Capaz de Dios”.

Textualmente expresa que “la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador”, (GS 19,1).

La catequista explica que, aunque se vean algunos niños un poco más despiertos espiritualmente que otros, esto no significa que no sean capaces de asimilar esas verdades de la vida de fe.

“Antes de que ellos pregunten, nosotros como padres debemos prepararnos, tocando estos temas desde que están muy pequeños en la cotidianidad. Debemos buscar la manera de abajarles esa información, que muchas veces hasta para un adulto es compleja. En su cotidianidad, hablar desde la sencillez de esos temas”, dijo.

Señala que hay recursos, como las canciones, los juegos o videos que facilitan el proceso de enseñanza. “Cualquier elemento que se comparta debe hacerse con alegría”, destaca.

 

Aprenden no solo con palabras, sino también observando a sus padres. Foto: Amigos de Jesús y María.

 

Un apostolado con experiencia

Carmen Chang es dirigente del Ministerio Amigos de Jesús y María, un apostolado dedicado a enseñar a los niños a orar, profundizar, meditar y conocer los misterios de la vida de Jesús y María.

Comparte que ha estado por más de cinco años enseñando a niños menores de 7 años de edad, la experiencia le ha convencido de las capacidades de los niños.

“Ellos son capaces de entender algo tan trascendental, como es la muerte. Somos nosotros los que debemos tener la capacidad emocional y espiritual, para explicarles a nuestros pequeñitos, sin ningún temor cuando despedimos de este plano terrenal a un familiar o una persona muy querida”, afirmó.

En lugar de hacer que digan palabras o adopten actitudes, en este ministerio les entrenan para que experimentar la alegría, el silencio o el compartir entre amiguitos.

Amigos de Jesús y María ofrece grupos de oración para niños en donde reciben el amor de Dios y las enseñanzas de la fe católica a través del Evangelio dominical, el Santo Rosario, la Adoración al Santísimo, y la Consagración al Inmaculado Corazón de María.

 

Sin obligarlos

Para Omaraida nada en el camino espiritual puede ser una obligación, pero tampoco podemos esperar que a los niños les sobren las ganas y el entusiasmo para iniciar cualquier actividad con ellos que les permita acrecentar la fe.

 

El aprendizaje comienza por pequeños gestos, oraciones y detalles.

“Por error tendemos a pensar que nos debe nacer el amor por Dios y resulta que el amor es una decisión, no debemos guiarnos por el sentir, hay días que no vamos a sentir absolutamente nada. Yo decido seguir a mi Señor y cuando no tengo ánimo, con más razón debo orar.  A nuestros niños debemos enseñarles que directamente pueden conversar con Jesús, pueden exponerles lo que viven, a Él se le alaba y se le dan las gracias por cada día que nos permite vivir”, afirmó.

Para Carolina Rovira, catequista de la parroquia San Judas Tadeo, es importante transmitir la fe a las nuevas generaciones, pero con alegría y empatía. Aconseja hablarles de Dios a sus hijos desde que están en el vientre.

Agrega que para que los niños no vean como una obligación asistir a misa, es fundamental explicarles las partes de la Eucaristía. “Los niños pueden entender que en cada celebración revivimos la pasión, la muerte y su resurrección del Señor, de esta manera va surgiendo en ellos un amor por este misterio”, reiteró.

 

Testimonio coherente

Lo más importante en la formación espiritual del niño o la niña, es que desde muy chicos vean coherencia entre lo que dice el adulto y lo que vive junto a sus hijos.

Por eso, cuando un padre lleva al niño a visitar a un enfermo, este momento de vida compartida será inolvidable para quien como una esponja absorbe cada detalle. Esta experiencia de atención y amor al prójimo será más fructífera que un mandato moral.

Si los padres no están preparados o están demasiado anclados en el dogmatismo, el niño no se sentirá autorizado a pensar de forma diferente. Nol olviden que la fe no es una suma de conocimientos o de aprendizajes.