,

Obispos de América Latina visibilizan afectación minera en la región

Obispos de América Latina visibilizan afectación minera en la región

 Se hizo un análisis desde la fe y la doctrina social de la Iglesia. Para el Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, el tema minero es prioritario.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

“La defensa de la vida está por encima de todos los principios”. Bajo esta premisa, ¿es la minería garante de la defensa de la vida?

Para analizar y visibilizar la situación que acarrea la minería en los pueblos, quince obispos, sacerdotes, laicos y personas afectadas por las prácticas mineras de diversos países, expusieron y deliberaron sobre el tema  “Iglesia y las comunidades afectadas por la minería”, en el Encuentro Fraterno de Obispos de América Latina, que se celebró en la Casa de Retiro Monte Alverna, en Panamá, del 7 al 10 de octubre pasados.

Allí, el padre brasileño Darío Bossi, miembro de la Coordinadora de la Red Ecuménica Latinoamericana “Iglesias y Minería”, una de las auspiciadoras de la actividad, consideró que este fue un encuentro histórico con tantos obispos reunidos, a partir de un tema que convocó el pueblo que vive el drama de la minería.

Dirigentes campesinos y originarios fueron escuchados por los obispos.

Todos narraron sus historias, muy similares, de impactos, de violaciones, de compromiso pastoral junto a las comunidades amenazadas por la industria minera, sin olvidar que hay obispos que viven su propio drama de amenazas, que se exponen y que son criminalizados.

En este encuentro han renovado su alianza y compromiso con los pobladores de estas comunidades, manifestó Bossi, especialmente el último día, cuando se escuchó a campesinos y a originarios manifestarse con un “queremos obispos al lado de los pobres”.

Hoy, cuando se habla de las ecoespiritualidades, la Iglesia está encaminada a poner en el centro el tema minero y el cuidado de la Casa Común, desde lo interno. Pero también a lo externo, la sociedad civil y los órganos del Estado tienen que hacer lo propio, puntualizó Bossi.

En el encuentro, organizado por la Pastoral Social Cáritas Arquidiocesana, con el apoyo de la Conferencia Episcopal Panameña y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), estuvo monseñor Alfredo Vizcarra, de Perú, quien puso de manifiesto que en su tierra, los campesinos viven del café, pero con su extractivismo, la minería trae la comercialización de minerales en estas áreas, lo que perjudica los cultivos de los que viven estas personas.

 

“Sirvió mucho poder escuchar a los otros obispos que tienen el mismo problema y reflexionar sobre cómo podemos hacer cuerpo para encontrar medidas, estrategias y acciones que nos ayuden a no sentirnos solos ante un desafío tan enorme, porque detrás de las minerías hay poderes económicos fuertes y alianzas políticas”, detalló.

 

Por su parte, el párroco José Olmos, de la parroquia San Antonio de Padua, de Miraflores, está convencido de que ha sido una gran oportunidad de poder estrechar lazos a nivel de los obispos y que los laicos se sientan acuerpados en cuanto a la minería. Añadió que las protestas dejan al descubierto que Panamá tiene una conciencia ecológica, especialmente en los jóvenes, lo que da más esperanza.

Mientras tanto, el cardenal Álvaro Ramazzini, obispo de Huehuetenango, Guatemala, resaltó que, al regresar cada uno a su país, lo hará con más ánimo de hacer el esfuerzo para que esta industria extractiva a cielo abierto, con uso de cianuro, donde se gasta mucha agua y no se respetan los convenios de los pueblos indígenas, pueda ser evidenciada y vista como lo que realmente es: lo mucho negativo y lo poco positivo que tiene”, dijo.

 

Derechos vulnerados

La minería a cielo abierto ha supuesto para unos, dinero, para otros, dolor, muerte y derechos humanos violentados.

Esto último es el caso del originario Milcíades Ábrego, quien vive en Nueva Lucha, Colón, tierra donde está la mina, cuyo contrato fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia de Panamá.

Para llegar a sus comunidades, o salir, deben tener un permiso y un carné para pasar por portones colocados por la empresa minera.

“Nosotros los originarios vivimos allí desde hace más de mil 400 años. Para nosotros, el agua es libertad, los peces son libertad, el río es libertad, la tierra es libertad. Estamos como presos, no podemos trabajar, no podemos hacer nada”, resaltó.

 

Escucha y acompañamiento prodigaron los obispos reunidos.

Pero no se trata solo de la libertad de tránsito. Milcíades ha perdido a tres miembros de su familia: a su hijo Hernández en abril de 2023, y luego a su esposa Aleyda y su hija Mikeila en abril de 2024, por vómitos y diarrea. “Antes no había picazón ni granos, pero ahora hay picazón, granos y fiebre, que agarra a los niños y a los mayores”, recalcó. Advirtió que puede ser por la contaminación de las aguas, porque en otros países donde hay mineras, hay contaminación, destrucción y dejan a la gente en pobreza”.

En la misma línea, el dirigente comunitario de Coclesito, Carmelo Yángüez argumentó que esa plata “que ganan por la minería afecta a la familia, a los pueblos. Hombres y mujeres compiten para ver quién bebe más. Hay que buscar la manera de enfrentar el problema, que llega hasta las actividades deportivas, donde se toma licor delante de niños, que después, adoptan esas prácticas.

Si hubiera beneficio social y ecológico, ningún panameño tendría que salir a la calle a protestar”, puntualizó.

Asimismo, monseñor Henry Ruiz, obispo de Trujillo, en Honduras, se lleva del encuentro diversos sentimientos, en especial, que el evangelio no solo es un libro escrito, está en la vida de nuestros pueblos y es necesario cuidarla.

Él compartió la historia del líder comunitario y defensor del medio ambiente, Juan Antonio López, quien fue asesinado por su lucha contra la explotación minera en su país. Para monseñor, “la defensa del medio ambiente es inseparable de la defensa de la vida misma”.

 

Todos unidos se fueron con la idea de que no están solos.

 

El encuentro incluyó una conferencia de prensa.

Por Panamá, el obispo de Colón y Kuna Yala, Manuel Ochogavía detalló que “hay un déficit en el presupuesto del Estado y ahora lo tiene que pagar el pueblo panameño aceptando una minera; creo que esto es injusto para el pueblo”, destacó.

Fue enfático al decir que no se puede hablar de desarrollo sin poner al centro a la persona humana y la sostenibilidad del medioambiente, precisamente porque “nos estamos jugando el futuro de la humanidad”.

Asimismo, el obispo de Ecuador, monseñor Giovanni Paz, hizo una radiografía de la situación grave que vive su país tras 50 años de explotación petrolera. Los efectos han sido devastadores, dijo, en particular para campesinos e indígenas, quienes han sufrido de cáncer debido a la quema de gas en mecheros, lo que fue prohibido, pero a partir del año 2030.

Por su parte, el obispo Bernabé Sagastume, de la diócesis de San Marcos, Guatemala, dio a conocer que en su país fue aprobada una concesión minera en 2013, sin consultar a la población indígena del sector, a la que se le prometió desarrollo y trabajo, que nunca se hicieron efectivos.

La Iglesia es defensora de la dignidad humana, dijo, y sin ningún interés particular más que proteger la vida.

También organizaciones civiles como el Centro de Incidencia Ambiental (CIAM), el Movimiento Panamá Vale Más Sin Minería, entre otras, participaron en el encuentro, argumentando que siguen luchando unidos contra la minería, que presenta tres ejes de conflicto: la depredación vs. la sostenibilidad, el enclave colonial y la soberanía, y la ilegalidad y el Estado de derecho.

Así, con un espacio de escucha, el Padre Nuestro en quechúa y el grito de consignas como “Tenemos obispos al lado de los pobres”, culminó el encuentro fraterno, mientras los participantes se desplegaban a sus países para seguir trabajando por el cuidado de la Casa Común.