PAN PARA EL CAMINO

PAN PARA EL CAMINO

En  nuestras horas de fatiga y desaliento, solo el pan que el Señor nos ofrece puede despertar en nosotros la confianza necesaria para seguir caminando. 

P. José-Román Flecha Andrés

 “Levántate y come, que el camino es superior a tus fuerzas”. Así trata el ángel del Señor de animar a Elías. Aquel profeta perseguido había caminado ya durante una jornada por el desierto. El miedo y el cansancio lo llevaban a desear la muerte. Pero el pan y el agua que le ofrecía el ángel lo ayudaron a caminar  hasta el monte de Dios”, (1 Re 19,4-8).

 En  nuestras horas de fatiga y desaliento, solo el pan que el Señor nos ofrece puede despertar en nosotros la confianza necesaria para seguir caminando.  El salmo responsorial nos exhorta a probar el pan de la vida y recibirlo como el signo de la bondad de Dios: “Gustad y ved qué bueno es el Señor”, (Sal 33).

Esa bondad de Dios es nuestro modelo y nuestro ideal. De ella hemos de aprender el espíritu que ha de ayudarnos a vivir como hijos queridos. Así nos lo enseña San Pablo: “Sed buenos y comprensivos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó en Cristo”, (Ef 4,32).

LA ESCUCHA DE DIOS

Tras el relato de la distribución de los panes y los peces, el  evangelio nos lleva a la sinagoga de Cafarnaún, (Jn 6,41-51). Jesús se manifiesta como “el pan bajado del cielo”. Los judíos se preguntan escandalizados cómo se atreve a afirmar que él ha bajado del cielo. En lugar de condenar a los que le critican, Jesús propone tambien ahora un nuevo estilo de vida.

• “No critiquéis”. Liberados de la esclavitud de Egipto, los hebreos habían murmurado de Dios en el desierto. Pero a sus murmuraciones Dios respondió alimentándolos por medio de las codornices y el maná. A nuestra indiferencia Dios responde entregándonos el pan de su Hijo.

• “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me ha enviado”.  Nosotros no somos los artífices de nuestra fe. Para acertar con el camino de la libertad, hemos de acoger a Jesús y aceptar el proyecto del Padre que nos lo envía para nuestra salvación. 

• “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí”. En este mundo de la prisa nos cuesta detenernos a escuchar a los demás. Y más aun nos cuesta escuchar a Dios. Sin embargo, la escucha de la voz del Padre nos llevará a descubrir al Mesías y llegar hasta él.

Que la escucha de tu palabra nos ayude a producir los frutos que esperamos ofrecer a nuestros hermanos.

 LA VIDA Y SUS FRUTOS

A la Samaritana, Jesús le ofrecía el agua de la vida. En el discurso pronunciado en la sinagoga de Cafarnaún, Jesús se manifiesta como el verdadero pan de la vida.

• “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.  Bajar de lo alto es una buena imagen para expresar su misión. En este caso, bajar del cielo significa aceptar la condición humana, caminar a nuestro lado, identificarse con nosotros  y entregar su vida por nuestra salvación.   

• “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Jesús se ofrece a sí mismo en la oferta del pan de su palabra y de su propia vida. Su palabra y su eucaristía nos alimentan mientras vamos haciendo un camino destinado a durar para siempre.

• “Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Identificar su carne con el pan de cada día podría parecer una exageración. Pero el Maestro decía la verdad. Sin su palabra y su entrega, nuestra existencia será mortecina y nuestro mundo vivirá sin esperanzas de vida.   

– Señor Jesús, nada deseamos tanto como vivir en plenitud y vivir para siempre. Tú nos has dicho que quien cree en ti tiene ya la vida eterna. Sabemos y creemos que tu pan nos asegura la vida sin ocaso. Que la escucha de tu palabra nos ayude a producir los frutos que esperamos ofrecer a nuestros hermanos. Amén.