Hoy es un día especial para reflexionar sobre cómo podemos aportar para que nuestros adultos mayores se sientan fortalecidos en cuerpo y alma, más allá de si terminan su vida laboral o no.
Por Karla Díaz
Es común que, cuando un adulto da por finalizada su etapa laboral, los demás piensen o sientan que son personas inservibles; esa realidad debe cambiar, empezando por la sociedad misma, luchando para que se les dé su lugar como personas valiosas y capaces.
Silvia González, abogada de Organizaciones de Personas Adultas Mayores, señala que Panamá sigue firme en el trabajo de la imagen de la vejez, sobre todo, estudiando mucho sobre la construcción social que se hace de ellos mismos.
“Eso va desde los enfoques que les ponen en su gran mayoría, con muchas carencias. Siempre se determina que son pobres o que están marginados, frágiles; y esto los va colocando como en una desventaja frente a otras situaciones”.
Así que, para enfrentar esto, se ha trabajado en la construcción social de una imagen positiva de la vejez. Esto se va construyendo desde cómo los vemos, cómo los pensamos y cómo vamos actuando frente a ellos.
Esta imagen positiva se trabaja para que existan menos formas de discriminarlos, ya que una persona desde que nace puede ser discriminada por su edad y otras formas, lo que se conoce como edadismo.
Y en el caso específico de los adultos mayores, hay mucho sufrimiento porque, inclusive desde las instancias públicas, no se les valida o se olvidan de crear normas o leyes que los apoyen.
Pero el cambio viene del resto de la sociedad
Hay términos muy discriminatorios que utilizamos con nuestros adultos mayores. Son acto, pensamientos, actitudes que tenemos frente a ellos. “Es muy usual que se tome siempre la parte biológica de la persona; sin embargo, la persona no es la edad que tiene sino las experiencias; y entonces dejamos por fuera la parte integral de humano que es realmente la que vale”, señala la experta.
Agrega que en materia de Derecho, el trato correcto debe ser que la persona tenga sus garantías laborales bien hechas, que no haya sido objeto de discriminación, porque existe también la realidad de que cuando tú te retiras del ámbito laboral, no has construido otros escenarios en los cuales te sientes valioso, y viene el tema de la depresión, el abandono y eso te hace más frágil.
Por eso es la sociedad la que hace el cambio; la imagen que debemos tener de un adulto mayor no es el de una persona que prácticamente se va a morir, sino que debemos luchar por sus garantías de derecho, para que tenga oportunidades y sobre todo para que pueda tomar decisiones, que no pierda autonomía, que tenga voz.
“Nosotros debemos ir hacia leyes que realmente resalten a la persona adulta que se está jubilando. Ahorita no tenemos una política donde el Ministerio de Trabajo tenga programas de este tipo. Y no existe una revisión de personas que han trabajado toda su vida y se jubilan con el mismo salario”, señala González.
Hay avances, pero aún falta
Las normativas que se están viendo recientemente como la ley 36 del 2016 sobre la Ley Integral de las personas Adultas Mayores, han hecho que aquí en Panamá se garanticen mucho más los derechos en cuanto al trato digno, y se está castigando con penas el maltrato psicológico y verbal con las personas adultas mayores.
Panamá ha avanzado bastante en ese sentido y en el 2020 se tipificó el tema del maltrato a la persona adulta mayor.
¿Cuál es el pensamiento correcto? La Licenciada Silvia destaca que como país hemos ido avanzando bastante en el tema de la protección, pero que nos queda un camino largo por recorrer para lograr que esas políticas puedan ser efectivas en todos los ámbitos, en el familiar, social, y otros, para que el pensamiento sea hacia un estado de derechos.
“Todavía tenemos que cambiar como sociedad estereotipos, prejuicios y ese pensamiento negativo que tenemos de la vejez”, puntualiza.
¿Cómo les ayudamos?
Podemos favorecer la independencia de las personas mayores, tanto dentro como fuera del domicilio: adaptando los espacios a sus necesidades y usando productos de apoyo que favorezcan su movilidad, su comunicación. También respetando y teniendo siempre presentes las preferencias de la persona en todas las cuestiones que le afectan; esa es la mejor forma de garantizar su autonomía y su bienestar.
Debemos ofrecer un trato digno y respetuoso a todas las personas mayores, independientemente de las facultades que mantengan. Debemos evitar por completo, por nuestra parte o por la de otros, un trato innecesariamente condescendiente o infantilizado cuando tratamos con ellas.
Siempre será conveniente animar y facilitar a las personas mayores que, si lo desean, puedan iniciar nuevos aprendizajes y realizar actividades de su gusto para su desarrollo personal y autoestima. Esto les permite mantener sus capacidades cognitivas y físicas, además refuerza su bienestar.
Es importante no sólo escuchar a la persona mayor, sino también que sienta que es escuchada y tenida en cuenta. Del mismo modo, es necesario dar valor a sus opiniones y preferencias y actuar de acuerdo con ellas. De esta forma garantizamos un trato respetuoso y justo.