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Para alcanzar un ambiente limpio y sano, la toma de conciencia es clave

Para alcanzar un ambiente limpio y sano, la toma de conciencia es clave

Las protestas dejaron gran cantidad de desechos que llegaron al mar. ¿Faltó coherencia entre lo que pedíamos y lo que hicimos? Es esencial que, como ciudadanos , se refleje ese compromiso por la conservación y protección de nuestra Casa Común, con acciones concretas en los ámbitos individual y comunitario, ahora y de manera permanente. 

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

Luego de las protestas contra la extinta Ley 406, sobre la concesión de la mina ubicada justo en el corredor Mesoamericano, la basura y la contaminación ambiental fueron parte de las consecuencias de lo que el ser humano provoca, aun cuando no sea esa su intención.

En las playas de Costa del Este era visible gran cantidad de desechos que fueron arrastrados después de las manifestaciones en las calles.

 

¿Es esto coherente con el mensaje que se quería transmitir?

 

Al respecto se pronuncia la bióloga marina del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y activista ambiental, Alexandra Guzmán Bloise.

“En nuestra lucha contra la devastación ambiental de la mina en Panamá, enfrentamos un dilema crucial. Buscamos luchar por la conservación y protección de la soberanía de nuestro país y ahora debemos luchar para recuperar las áreas devastadas. Sin embargo, luego de múltiples manifestaciones y protestas, observamos la gran cantidad de basura que queda en las calles. Además, la quema de llantas que contribuye a la contaminación atmosférica que debemos evitar”, expresó.

“Reconocer estos desafíos es vital en nuestro camino de reivindicación ambiental. Es esencial que en cada paso de nuestras protestas se refleje el compromiso y grado de conciencia individual. El que participa debe procurar proteger y preservar la pureza del medio ambiente”, enfatizó.

“Transformar la protesta, en una fuerza positiva, implica abordar la contaminación resultante de nuestras acciones. Así, nos consolidamos como defensores, no solo de causas específicas, sino del planeta que tanto nos necesita. Que nuestra voz resonante por la justicia ambiental se acompañe siempre de actos que refuercen la integridad de nuestra herencia natural, encontrando en la dualidad de lucha y responsabilidad, el puente entre la protesta y la preservación”, destacó la activista.

 

Nuestra Casa Común

Proteger los corales y moluscos es fundamental para la cadena alimenticia.

En esa misma línea, se manifestó el licenciado Alberto Agrazal Reyes, sociólogo, quien sostiene que el planeta, nuestra casa común, está en una situación muy grave, pues los seres humanos llevamos demasiado tiempo maltratándolo.

En el libro del Génesis, Dios dice al hombre y la mujer: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”. Una interpretación equivocada de este mandato hizo creer a las personas que podían hacer lo que quisieran con la tierra, porque podía darnos todos sus dones sin límite, argumentó Agrazal.

Sin embargo, cuando Dios entregó al ser humano el mundo, le pidió que lo cuidara y que recreara lo que le había sido dado. Pero nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos, señaló.

A su juicio, se vuelve indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables.

 

¿Crisis ambiental o crisis humanitaria?

No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental, explicó.

La ecología debe suponer cuidar el patrimonio cultural, histórico, artístico; proteger las culturas aborígenes; procurar calidad de vida en ciudades y el contacto con la naturaleza, resaltó el experto.

 

Panamá ante la crisis

La conservación de los suelos es vital para la seguridad alimentaria.

El país necesita estrategias sociales y ambientales viables, así como económicamente puntuales y de escala local. Los municipios, por precepto constitucional, deben gestionar la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático, gestionar el riesgo e implementar planes de adaptación. El apoyo de las empresas privadas y organizaciones no gubernamentales es indispensable para obtener un mayor impacto, explicó Agrazal.

“No vayamos a pensar que es poca cosa lo que hacemos. Otras personas que nos ven querrán imitarnos. Refuerza nuestra identidad y nos da gusto vivir”, sentenció.

Es por ello, por lo que el estallido social de octubre-noviembre nos debe dejar un claro llamado a la coherencia, advirtió. “Quiero un Panamá verde, pero no solo libre de minas, sino de todo tipo de contaminación; pero ahora inicia una nueva etapa cotidiana, en la que yo, día a día y no por moda, sino por una conciencia ambiental clara y precisa, tomo la iniciativa de poner en orden mi manera de interactuar con esta porción de casa común que se llama Panamá”, destacó.