El Centro de Orientación San Juan Pablo II, desde su creación, recorre lugares clandestinos dedicados a la prostitución en la Ciudad de Panamá. En una de esas visitas establecieron contacto con una chica, proveniente de Colombia, que pudo ser rescatada, además de ser devuelta sana y salva a su país de origen.
“Siempre nos acercamos a estos lugares clandestinos, para realizar pruebas rápidas de VIH y sífilis. En uno, de los tantos ambientes que visitamos atendimos a esta joven de 28 años, quien se mostró angustiada, en medio del examen se pone a llorar”, relata Ariel López, director del Centro.
La muchacha tenía días de haber llegado engañada a Panamá, vino con la esperanza de laborar en un almacén, esto le permitiría reunir dinero para llevar a su familia y a su hijo, quienes viven en pobreza extrema.
Según la víctima a veces no tienen ni qué comer.
“Apenas llegó a Panamá, le retuvieron su pasaporte y el poco dinero que traía consigo.
Le exigieron que debía pagar lo invertido en su boleto aéreo y la empezaron a promover como trabajadora sexual”, manifiesta López.
Detalla Ariel, que como institución de la Iglesia Católica le ofrecieron inmediatamente ayuda para que pudiera retirarse a su país y reencontrarse con su familia, con quienes había perdido total comunicación.
“Ella tenía su boleto de vuelta, nos comprometimos a pagar la multa por el cambio de fecha. Planificamos con mucho cuidado su rescate del lugar, la víctima aprovechó un momento de distracción de uno de los integrantes de la mafia, logrando rescatar su pasaporte. Pasaron tres días para verla, libre, bajo nuestro cuidado. ” comentó.
Contaron con un grupo de oración que sirven como voluntarios del centro.Ellos apoyaron con el hospedaje, comidas y calor humano durante tres días antes de partir.
El papa Francisco en reiteradas ocasiones ha realizado un llamado a todos para que podamos abrir los ojos, ver la miseria de aquellos que están completamente privados de la dignidad, de la libertad, y escuchar su grito de ayuda.
La familia desde Colombia llamó sumamente agradecida con la Iglesia de Panamá que apoyó a su hija en tan difícil momento. “Lamentablemente han recibido amenazas de muerte en su propio país, las cifras que arroja este flagelo a nivel mundial son escalofriantes y para transformar esta dura realidad, lo primero que hay que hacer es conocerla” afirma el director del centro.