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Sacerdote Moisés González: una vida sencilla de oración y pobreza

Sacerdote Moisés González: una vida sencilla de oración y pobreza

Una ruta de humildad, oración y pobreza así vivió su ruta espiritual el P. Moisés González, sepultado inicialmente entre los pobres del cementerio de Tolé, y más tarde en su templo parroquial.

 

Por Betzaida Toulier U.

“Construir puentes para salvar vidas” es el lema del Siervo de Dios Padre Moisés González Crespo, misionero agustino que murió ahogado al intentar cruzar a nado el río Tabasará para celebrar la Navidad en el Centro Misional de Llano Ñopo (Tolé, Comarca Ngäbe Buglé), aquel 18 de diciembre de 1980.

Hace ya 43 años, ocurrió este hecho que consternó a la población indígena y campesina a la que sirvió con entrega en el ejercicio de su misión pastoral, y fue inspiración para los jóvenes que luego abrazaron la vocación sacerdotal, como Fray Rafael Gallardo.

 

La Diócesis de David inició el año 2015 su causa de beatificación.

 

“La semilla que dejó plantada el padre Moisés sigue siendo nuestra prioridad: la evangelización, unida siempre a la promoción humana y al desarrollo de una iglesia integral capaz de asumir los retos y desafíos que se le presentan hoy”, así lo expresa el profeso agustino ngäbe.

 

Una ruta de servicio

Como religioso agustino y sacerdote, la vida del P. Moisés recorrió una ruta de servicio a la Iglesia, especialmente en el campo educativo y pastoral. Primero en su natal  España y después en Panamá, donde llega en agosto de 1973, destinado a la Misión de Tolé, y posteriormente como párroco de la Parroquia catedral San Juan Bautista de Chitré (1976-78).

Los que le conocieron, le recuerdan como una persona alegre. Fácilmente se relacionaba con todos, especialmente con la gente sencilla y humilde.  De carácter fuerte, pero nunca violento. Dispuesto a compartir, generoso y desprendido.

Desde su época de formación en el Seminario y en las diversas comunidades y tareas, donde vivió y trabajó, su actitud de humildad enriquecía las relaciones humanas y aportaba un elemento muy positivo al ambiente comunitario, tan importante en la espiritualidad agustiniana, señala el padre Miguel Ángel Keller, su hermano de comunidad y en el seminario.

 

«La semilla que dejó plantada el padre Moisés sigue siendo nuestra prioridad».

 

Su sostén siempre fue la oración

De su espiritualidad, la oración ocupó siempre un lugar central en la vida del P. Moisés. “No sólo rezaba, era realmente un hombre de oración. A ella dedicaba mucho tiempo cada jornada, tanto comunitaria como personalmente, y de ella se enriquecía su fe, espiritualidad, predicación, ministerio pastoral, recuerda el padre Keller.

Sin duda, por eso participó muy activamente en la renovación carismática católica, organizó grupos y asambleas de oración, marcó la experiencia espiritual de muchas personas que le apreciaban como pastor y consejero.

 

La pobreza evangélica

Otro rasgo fundamental de la espiritualidad del P. Moisés fue su pobreza evangélica, desde la fe y el seguimiento de Jesús de Nazaret. Viajaba siempre ligero de equipaje, sin necesitar muchas cosas, contentándose con lo indispensable. Siempre cercano a los marginados y necesitados, para defenderlos y ayudarlos, especialmente a los campesinos e indígenas de Tolé.

Visitas a las familias, conversaciones y charlas, oración y celebraciones, vida y tiempo compartidos… Así es recordado por los campesinos e indígenas con quienes quiso vivir y compartir, siempre desde la fe, pero también con todo el calor humano y la preocupación por su bienestar material y espiritual, la carencia de puentes, la violación de sus derechos como víctimas de la marginación y la injusta pobreza.