El sacerdote, pastor y guía espiritual

El sacerdote, pastor y guía espiritual

Qué desean encontrar los fieles en el sacerdote? Cuando llega el nuevo párroco a una comunidad, la gente mantiene una actitud de expectativa. Quiere ver, quiere conocer, quiere formarse una idea del recién llegado. Luego dirán si es el que esperaban, o si todavía tendrán que aguardar a que lleguen mejores tiempos.
Habrá quienes busquen en el sacerdote un mayor esfuerzo en la catequesis. Otros pedirán talleres bíblicos, catequéticos, matrimoniales. Otros, maneras más participativas en la gestión de la parroquia. Otros, celebraciones eucarísticas con coro, monaguillos y buenas homilías. Otros, un relanzamiento de la pastoral juvenil. Otros, buenos cursos para preparar a los novios.
La lista podría alargarse. Pero no nos equivocamos si decimos que todos, o casi todos, desearían encontrar en el sacerdote recién llegado a un auténtico guía espiritual: a un hombre de Dios, lleno de fe, de esperanza y de caridad.
Cada sacerdote está llamado, por lo tanto, a ser un líder espiritual, un auténtico guía de sus hermanos. Precisamente porque es Dios mismo quien le invita a configurarse con Cristo. Porque Cristo lo ha escogido y lo ha enviado a anunciar la llegada del Reino, a dar esperanza a los corazones, a sostener la fe, a alimentar la caridad.
La manera más profunda para llegar a las almas consiste en amar. Quizá el sacerdote no sea muy inteligente, ni un gran organizador, ni un experto en etiqueta, ni un pedagogo de muchas cualidades, ni un erudito en ciencias religiosas. Pero si tiene auténtico fervor, si cree en lo que predica, si intenta descubrir en cada uno de los feligreses (niños, jóvenes, adultos, ancianos) la mirada amorosa de Dios sobre cada corazón, será un verdadero líder de su comunidad. No buscará ser aplaudido, pues sabe que debe dirigir a los fieles hacia Dios. Pero no podrá no descubrir cómo muchas personas le miran con gratitud inmensa. Porque han visto, a través de su párroco, a Jesucristo en medio de su pueblo.