Seamos como Lázaro, Marta y María

Seamos como Lázaro, Marta y María

El evangelista Lucas nos cuenta acerca de la reunión de Jesús en la casa de Lázaro y cómo es recibido, nos da una maravillosa lección sobre cómo se debe recibir a las personas. Con este pasaje bíblico entendemos que no debemos dar demasiada importancia a las cosas externas, como Marta, sino darle más importancia al diálogo, a la escucha, al invitado, como lo hizo María.

Santa Teresa de Ávila, siempre atenta a este Evangelio, nos recuerda que no puede haber conflicto entre el trabajo y la atención a Jesús, entre la oración y la vida de misión, pero de hecho debe haber armonía y amor, y por eso dice que: “en cada una de nosotras debe haber una Marta y una María, como hermanas unidas”.

En el mundo de hoy, se vive de mucha apariencia y del qué dirán, por lo que a veces dejamos a los invitados solos y nos apresuramos a preparar comida, a vestirnos, tomamos la selfie para postearla y muchas otras cosas que son innecesarias.

En el capítulo 25 del Evangelio de Mateo (vv. 31-46), Jesús regresa para detenerse en

una de estas bienaventuranzas, que declara feliz al misericordioso. Si buscamos la santidad que agrada a Dios, en este texto encontramos precisamente una regla de comportamiento sobre la base de la cual seremos juzgados: “Tenía hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui un peregrino y me recibiste. Yo estaba desnudo y me diste ropa, me enfermé y me visitaste, estuve en prisión y viniste a mí (25, 35-36).