Ser signo de esperanza a pesar del mal tiempo

Sonreír, aun cuando los acontecimientos a nuestro alrededor indiquen que la sociedad va al despeñadero. Dar la mano con optimismo, aunque la tentación sea esconderse para que a uno no le hagan daño. Esperar siempre lo mejor, a pesar que lo que ocurre en casa, el vecindario y en el país nos diga que la maldad está ganando la batalla.

Esta semana el Señor nos está invitando a ser luz, aun cuando a nuestro alrededor todo sea oscuridad y tormentas.

Es fácil caer en la trampa de los pesimistas, los fatalistas y agoreros. Esas personas que en todo momento y en todo lugar están hablando de fuego y destrucción; aquellos que prefieren pensar que la casa se está viniend abajo y no hay nada que hacer.

La invitación es a convertirnos en signo de esperanza y buena voluntad, que vean en nosotros calma y tranquilidad; esa serenidad que solo da la fe.

No es algo que se adquiere por propia mano, claro está. Se trata de un don que el Señor le regala a aquellos que creen en Él y que están dispuestos a mirar con ojos limpios, como de niños, los signos de los tiempos.

Busquemos en la Palabra del Señor, en los sacramentos y en las buenas amistades que también recorren este camino, la inspiración y el ánimo para construir esa actitud de cambio y bienestar que tanto necesita la humanidad de hoy.

No se puede ser cristiano, y a la vez andar amargado, triste o desanimado por los sucesos que nos rodean. Todo lo contrario, se ha de ser signo de serenidad y confianza en el Señor de los señores.

¡Ánimo!