, ,

¡Tú, joven!: eres pieza clave para la renovación sinodal

¡Tú, joven!: eres pieza clave para la renovación sinodal

Cada espacio pastoral donde participan es una oportunidad única para discernir y contribuir al impulso de las comunidades eclesiales.

 

Marco Enrique Salas

poeta y teólogo/@soymarcosalas

El documento final que concluye el proceso sinodal (2021-2024)—aunque no el camino sinodal ni la sinodalidad misma—renueva la especificidad de nuestro papel, lugar y voz como jóvenes en el interior de la comunidad eclesial.

En el apartado titulado «Carismas, vocaciones y ministerios para la misión», numeral 62, se afirma que «los jóvenes tienen también una contribución que aportar a la renovación sinodal de la Iglesia» (DF, 62).

En este sentido, creemos que sería oportuno que cada espacio pastoral donde participamos se convierta también en un ámbito para discernir nuestra contribución particular a la renovación sinodal de la Iglesia: desde la pastoral juvenil de nuestra parroquia hasta las iniciativas de nuestra zona pastoral, por ejemplo.

 

“Necesitan encontrarse y trabajar en red”, (DF, 64).

 

Sentimos que hay dos invitaciones importantes. En primer lugar, se nos invita no solo a “sentirnos parte de la Iglesia”, sino también a ofrecer nuestros propios carismas, vocaciones, ministerios y dones para contribuir a que la Iglesia avance cada vez más alineada con el Evangelio. En segundo lugar, se nos llama a involucrarnos activamente en la renovación sinodal de la Iglesia, entendida como «el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio», (papa Francisco).

 

 ¿Qué dice el documento final?

La juventud al servicio de la sinodalidad.

Señala que, somos “particularmente sensibles a los valores de fraternidad y de compartir, al tiempo que rechazan las actitudes paternalistas o autoritarias. A veces su actitud hacia la Iglesia aparece como una crítica, pero a menudo adopta la forma positiva de un compromiso personal en favor de una comunidad acogedora, comprometida en la lucha contra la injusticia social y en el cuidado de la casa común”, (DF, 62).

Estas palabras reflejan de manera acertada cómo habitamos la Iglesia. Aunque no sea la única forma, este pasaje deja entrever que podemos construir una manera de vivir la comunidad eclesial—como jóvenes y junto a otros—que priorice la fraternidad, el compartir, la sororidad, la autonomía y una crítica constructiva hacia nuestra propia comunidad.

Todo esto, sin abandonar el compromiso con las causas del Reino de Dios: luchar contra la injusticia social y promover el cuidado de nuestra casa común.

Hermanos, es pertinente recordar que, en su exhortación apostólica Christus Vivit, el obispo de Roma nos invita a ayudar a la Iglesia a mantenerse joven, evitando la corrupción, el estancamiento y el orgullo, mientras permanecemos cerca de los marginados, luchando por la justicia y dejándonos interpelar con humildad, (ver Christus Vivit, 37).

Más que palabras, sus actos reflejan el llamado a vivir el Evangelio.

En los espacios pastorales, donde nuestra voz ha sido escuchada, sentimos que la Iglesia ha sido enriquecida con preguntas relevantes y ha recibido nuestro grito profético, señalando áreas donde no hemos sido coherentes con el mensaje de Jesús.

En definitiva, con nuestros diversos carismas y desde nuestras comunidades, nos sentimos parte de los caminantes que ayudan a la Iglesia a renovarse en clave sinodal. Dicho en palabras del papa Francisco: «Podemos aportarle a la Iglesia la belleza de la juventud cuando estimulamos la capacidad “de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas”» (ver Christus Vivit, 37).