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Un regalo del cielo nos protege

Un regalo del cielo nos protege

La segunda aparición de la Virgen a Catalina Labour., Hija de la Caridad, en la Capilla de la Calle del Bac, Paris, Francia sucede el primer d.a de un tiempo litúrgico preciso: el Adviento. El d.a anterior, por la tarde, después de las Vísperas del primer domingo, es el momento escogido por Mar.a para manifestarse por segunda vez, después de la aparición del 18 de julio, a Catalina Labouré. Era el sábado 27 de noviembre.

La coincidencia de esta fecha nos hace pensar que Mar.a quiere dar un sentido especial al mensaje que va a trasmitir a Catalina. Al aparecerse previo al Adviento, ella nos prepara para la venida de su hijo a la tierra. La aparición del 27 de noviembre pone de relieve la misión a la que está llamado todo

bautizado: la de participar en la construcción de la tierra nueva, el Reino de Dios. Para ello, Mar.a utiliza un m.todo pedagógico muy sencillo. A través de símbolos accesibles a todos: una pequeña esfera entre sus manos, unos rayos de luz, una esfera bajo sus pies, sobre la cual pisa la cabeza de la serpiente, una medalla. Mar.a da a Catalina algunos puntos de referencia para la construcción de este reino nuevo.

El Reino de Dios ha llegado, habita entre los hombres. Al tener el peque.o globo entre sus manos y con los palabras dichas a Catalina: “este globo representa al mundo entero y a cada persona en particular”, Mar.a abre el corazón de Catalina a las dimensiones del mundo. Como madre de todos

los hombres, María lleva entre sus brazos a toda la humanidad. Y llama a Catalina a que se convierta, ella también, es hermana de todos los hombres y a que reconozca, en cada uno de ellos a un hermano. Si dejamos que Mar.a penetre en nuestro corazón y en nuestra mirada, nos har. a nuestra vez, capaces de reconocer los signos del Reino en el mundo de hoy. El globo dorado entre las manos de Mar.a simboliza esa presencia operante de Dios en el corazón y en la vida de los hombres.

El Reino de Dios no ha llegado todavía a muchos corazones. El segundo tiempo de esta aparición sucede al primero sin interrupción: “los dedos de Mar.a, que sostenían el globo, se llenaron de anillos con piedras preciosas. De esas piedras, sal.an como en haces, rayos de un brillo admirable; y el peque.o globo desapareció”.

Esa desaparición del globo no significará que el Reino de Dios no ha llegado todavía en plenitud? Nos vemos obligados a reconocer que quedan todavía muchos espacios, en nosotros y en nuestro entorno, en los que no existe el amor y la fraternidad. Sin embargo, Mar.a no se detiene en ello puesto que, de sus manos, se van desprendiendo rayos luminosos, como gracias derramadas hacia el mundo, “símbolo de las gracias que la Virgen alcanza”. María nos invita a que acudamos a ella para buscar la luz del Espíritu Santo que ha de renovar la faz de la tierra y a que nos dejemos transformar de su amor, para llegar a ser artífices del Reino de Dios, en correspondencia a su Gracia. Catalina observa que “algunas piedras no despiden rayos”, comprende que simbolizan las gracias que omitimos pedir. Con ello María insiste en la importancia de la oración de súplica e intercesión, como apoyo para ser capaces de construir el Reino de Dios. “Venid al pie de este altar”, dijo la Virgen a Santa Catalina de Labour.. El Reino de Dios hay que construirlo, y la oración es imprescindible.

El tercer tiempo de esta aparición es el momento en que Mar.a deja su se.al concreta: una Medalla, expresión de la ternura de su corazón maternal y de la invitación que nos hace para que construyamos con ella el Reino de su Hijo. “Haz acuñar una medalla según este modelo. Las gracias serán abundantes para todas las personas que la lleven con confianza”. En esta medalla pueden observarse varios símbolos: la letra M coronada por la cruz, las doce estrellas, los dos corazones: el de Jesús y el de Mar.a. Todos estos signos son expresión de la Iglesia nacida de la pasión de Cristo y que junto a Mar.a construye entre los hombres el reino de Dios, la civilización del amor, es decir, una tierra nueva, no ya fundada en el dinero y la competición, sino en el amor, la fraternidad, la justicia y el respeto a los derechos y dignidad humana. 

Con MarIa aguardamos un cielo nuevo, y una tierra nueva.