El dicho de que las apariencias engañan no se dice solo porque no siempre lo más evidente es verdad, sino porque solo se queda en la cultura de lo inmediato y superficial.
Roquel Cárdenas
La vida y sus acontecimientos pueden pasar desapercibidos para un observador poco profundo. Para poder comunicar algo más que lo superficial es imperativo primero ser verdaderos observadores. Es muy conocido el dicho de que ‘las apariencias engañan’ y no se dice solo porque no siempre lo más evidente es verdad, sino para aquel observador que solo se queda en la cultura de lo inmediato y superficial. Para experimentar esa penetración de la realidad, tan necesaria hoy en día, no es necesario tener la perspicacia propia de un formidable intelecto o la acuciosidad de un agudo investigador, sino que hay que confiar en el Señor.
“Por eso me guío por todas tus ordenanzas y odio toda senda de mentira. Maravillas son tus dictámenes, por eso mi alma los guarda. Al abrirse, tus palabras iluminan dando inteligencia a los sencillos”, Salmo 119, 128ss.
La Palabra del Señor da inteligencia a los sencillos porque proporciona luz a los que se dejan iluminar por ella. Porque como ocurre con la luz, apropiadamente usada puede ayudar a entender, pero mal manejada puede encandilar, es decir, puede dejarnos ciegos.
“Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos”, Juan 9,39.
Porque, aunque no pueda resultar extraño, la luz puede ser rechazada. Para muchos es mejor no mirar o como dicen mirar sin ver y escucha sin oír. Los intereses en muchas ocasiones pueden más que la realidad. Por eso es más cómodo o simple, negar la verdad que enfrentarla con todas sus consecuencias.
Para poder comunicar es imperativo primero ser verdaderos observadores.
“En ellos se cumple la profecía de Isaías: oír, oirán, pero no entenderán, mirar, mirarán, pero no verán, Mateo 13, 14.
El Papa nos habla al respecto en la LV Jornada de las Comunicaciones 2021.
“Para poder relatar la verdad de la vida que se hace historia es necesario salir de la cómoda presunción del “como es ya sabido” y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprende en cualquier aspecto”.
Porque es patente de que el hombre de hoy ha confundido tolerancia con relativismo. Para muchos, la única forma de que haya paz y respeto es que se acepte todo a expensa de la verdad. Todos tienen la razón, aunque sus postulados sean contrarios y todo el que pretenda luchar por la verdad será tildado de fanático intolerante. Porque los hombres buscan la luz, pero no saben dónde encontrarla y es nuestro deber mostrársela, a riesgo de ser rechazado como nuestro Maestro.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron, Juan 1, 9ss.
Nuestro trabajo es comunicar luz que alegrará algunos y llevará furia a otros. Algunos nos agradecerán por haber ayudado a devolverle la vista y otros nos maldecirán por hacerle ver. Como comunicadores de la luz no podremos sorprendernos, que algunos prefieran la oscuridad, pero no permitir que ellos priven a todos los demás de la luz verdadera que ilumina a todo hombre.
Continua el Papa en la LV Jornada de las Comunicaciones 2021: “Deseo, por lo tanto, dedicar el Mensaje de este año a la llamada a “ir y ver”, como sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta: en la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social. “Ven y lo verás” es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana, a partir de los primeros encuentros en las orillas del río Jordán y del lago de Galilea”.