Una orden religiosa, con un carisma basado en la comunidad y la interioridad. Aquí en Panamá tienen varias facetas de trabajo: formación, parroquias, colegios, y misión en Tolé.
Por Karla Díaz
Un ambiente de paz rodea las paredes del Seminario San Agustín ubicado en Villa Zaíta, una casa de formación que ha recibido con los brazos abiertos a muchos jóvenes que han decidido decir sí al llamado para entregar su vida al servicio de Dios y a la iglesia, como religiosos Agustinos.
Allí nos recibió Fray José Domingo Valdés, ordenado hace un año y medio. Aún recuerda cómo su formación inició en este lugar, en el cual se sintió como en casa desde la primera vez que lo visitó. Desde muy joven, empezó a sentir inquietudes a pesar de que quería estudiar el bachiller en Ciencias para poder ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.
Rememora que la palabra vocación la escuchó por primera vez gracias a las Hermanas Teresitas, quienes realizaban trabajo pastoral en su comunidad.
Luego de eso, conversando con una amiga, ésta le comentó que tenía un hermano que se estaba formando para sacerdote en España con los Agustinos, pero José no le creyó.
“Hasta que me enseñó una foto de su hermano con el hábito puesto y el monasterio en la parte de atrás. Ella le comentó a su hermano y él me llamó. Estuvimos hablando por dos horas y mi inquietud creció aun más, porque si yo quería ser sacerdote, quería serlo dentro de un estilo de vida en el cual pudiera compartir mi fe, siempre acompañado”, señala.
Luego dos sacerdotes agustinos fueron a verle a su casa en Tortí de Chepo. Ese acompañamiento, el no dejarlo solo y brindarle apoyo fue lo que lo terminó de convencer.
A eso le suma la invitación al Seminario, y el recibimiento cálido que tuvo por parte de los otros muchachos. “Me sentí bien, sentí que este era mi lugar. Me dieron una habitación, me prestaron ropa de deporte, con ellos compartí durante unos días, y me dejé llevar por el Señor y su proyecto”, relata.
Es un proceso distinto
Antes de ingresar al seminario se ofrecen jornadas vocacionales, ahí se les explica, se les presenta el carisma agustino. Ellos lo estudian, lo conocen, y sí quieren vivir la experiencia, dependiendo del proceso de cada joven, presentan su carta de petición.
El Consejo con su Superior acepta al joven y empieza la formación en esta casa, que dura de 2 a 3 años. Internamente tienen su formación propia agustiniana, siguiendo el carisma de la orden, pues la parte académica la realizan en el Seminario Mayor San José con los seminaristas diocesanos.
Luego pasan por el periodo del noviciado, que se hace en Penonomé; un año completo sin tecnologías y fuerte en el estudio. Ese año profesan y se les entrega el hábito de fraile Agustino y pasan a ser parte de la orden. Una vez novicios, viajan al Real Monasterio de San Lorenzo de La Escorial en España, en donde hacen el proceso de Profesorio y se estudia mucha teología.
Dependiendo de lo que digan los Superiores, regresan a Panamá o siguen cursando estudios, para luego ser ordenados.
Lo dejó todo por seguir su llamado
Gabriel Castillo Carvajal es un prenovicio Agustino de 30 años de edad. Su familia, aunque proveniente de la India, es muy católica. Aquí en Panamá se convirtieron a nuestra fe.
Desde niño, su abuela siempre lo pasaba a buscar para llevarlo a misa; se esforzaba por mostrarles la fe católica. La comunidad de Jobo Dulce de La Villa de los Santos se convirtió en su hogar. Allí donde se venera a la Virgen de la Altagracia, a quien un buen día Gabriel encomendó su llamado.
“Vine a la ciudad, estudié Mercadeo y Publicidad en la Universidad de Panamá, y aunque desde muy temprano me planteaba darle una respuesta al Señor, me daba miedo. Uno dice que se puede equivocar con cualquier persona y pide disculpas, pero ¿cómo hace uno si se compromete y le falla a Dios?”, se preguntaba el joven.
En el segundo año de la universidad, comenzó a trabajar con una marca importante de ropa, con ellos le fue muy bien, primero como vendedor de la tienda, luego como responsable del mercadeo.
Ahorró lo suficiente para viajar a Milán, en donde se especializó en su área. Regresó a Panamá, terminó la carrera y se convirtió, escalando poco a poco, en Gerente General de un consorcio de boutiques. Trabajó, además, con marcas como Forever 21 y el Consorcio Grupo Tova, que incluye los almacenes Stevens, Madison y El Campeón.
Mientras estudiaba, se mudó cerca de la universidad y asistía a la parroquia El Carmen en Pasadena. Allí participó de varios grupos juveniles.
“Me gustó eso de estar en comunidad con ellos. Después hubo un momento de mi vida como que empecé a notar que a pesar de todo el éxito con el que contaba, hacía falta algo más, pero para cubrir esos espacios, me esforzaba más en el trabajo, salía de compras, o me iba de viaje”.
Un día se lo comentó a su director espiritual que era un Carmelita, y él le respondió – ¿no será que eso que te hace falta es lo que nunca has podido aceptar, tu verdadera vocación?
“Y yo decía, no puede ser, si tengo todo, una carrera, dinero, un futuro prometedor con tan solo 20 años”.
Así que empezó a asistir a los grupos vocacionales, en donde conoció a un muchacho que se estaba formando en el seminario Agustino, y entablaron una conversación como si se conocieran de toda la vida. En una de sus conversaciones, aceptó la invitación a compartir en el Seminario San Agustín y fue allí en donde se sintió identificado.
Después de todo siente que su trabajo en las diferentes tiendas y campañas le ayudaron a madurar un poco rápido. Trabajó también para la Universidad de Panamá, y hasta para la Revista Mía. Le fue tan bien que hizo la campaña con una compañera que se llama Carolina, para Multiplaza con Justine Pasek, otra para Conway, y luego fue el Visual Senior de las tiendas, eventos, redes sociales y todo lo que tuviera que ver con Stevens.
Pero dejó todo atrás para entregar su vida a Dios
De hecho, le ha parecido fascinante la manera en la que reaccionaron sus jefes cuando anunció que ingresaría al seminario.
“Me llamaron y me dijeron: – que bueno que vas a entrar a la iglesia porque sabemos que vas a hacer algo bueno allí adentro; solo te pedimos que sea algo creativo por favor”, comenta entre risas.
Sus jefes lo han visitado en el seminario, incluso una de ellas ha discernido en su vocación al matrimonio, mirando su ejemplo de entrega a Dios.
“En estos momentos me siento muy seguro de mi camino. A veces uno piensa en todo lo que en algún momento pude acumular, yo sé que estoy aquí por algo más grande; y en este lugar encontré la respuesta que uno no necesita cosas para ser feliz”, recalca.
Aun estando dentro del seminario le ha tocado rechazar grandes ofertas de empleo por parte de tiendas como Adidas Latinoamérica, Tommy Hilfiguer y Calvin Klein, pero no se arrepiente, porque en su corazón tiene la seguridad de su amor por Dios, pero más aún, del enorme amor que siente Dios por él.