Caminar por el barrio de Santa Ana es trasladarse al pasado, es respirar la historia de nuestro país, y ver con orgullo el templo que lleva en su interior un rico tesoro, piezas y esculturas de gran valor y antigüedad, que hoy por hoy están siendo restauradas.
Por Karla Dïaz
Estas piezas e imágenes han pasado por distintos procesos, que sin querer, provocaron un alto nivel de desgaste. Sin embargo, la preocupación de los fieles y de su sacerdote, el padre Anel Sánchez, dio como resultado un proyecto de restauración y preservación de dichas piezas, para rescatar su belleza, su durabilidad y para que puedan ser admiradas por todos los que visiten el templo.
El padre Anel Sánchez señala que, en un tiempo, las imágenes estuvieron en la parte frontal del templo; luego fueron retiradas porque se estaban cayendo producto de que la base de madera, por la lluvia y el tiempo, sufrieron y se fueron creando porosidades que las llevaron al deterioro.
“Estas imágenes fueron pintadas en algún momento con una pintura blanca, imagino que con el objetivo de preservarlas y conservarlas. Pero ahora que volvimos a encontrarlas en un salón en donde estaban guardadas, nos dimos cuenta de que si no se atendían, se afectarían mucho más”, dijo.
Es así, como junto al padre Leonel Méndez, artista, pintor y restaurador, decidieron ver cómo se podían conservar estas piezas, dejándolas en su expresión natural, para que se pudiera apreciar el pasar del tiempo, el desgaste y su belleza, ya que son piezas únicas, muchas similares a las que se encontraban en la Catedral Metropolitana y a otras que hoy se encuentran en la Iglesia de San José, en el Casco Antiguo.
Amo a Dios y también el arte
El padre Leonel Méndez es artista y restaurador desde que tenía 18 años. Hoy, con 56 años de edad y mucha experiencia y estudios en este campo, se ha encargado desinteresadamente del trabajo de restauración y preservación de muchas piezas de la parroquia.
De los trabajos icónicos que está realizando el padre Leonel, se destaca la restauración de una imagen de Santa Ana, obra que una vez terminada será devuelta a su capilla en la cúpula de la iglesia, en donde podrá ser admirada por las miles y miles de personas que caminan en los alrededores del templo.
“Panamá es una preciosura de país, es un crisol de razas, que cuenta con una arquitectura espectacular que no podemos ignorar; mucho menos la de nuestra Iglesia católica que es parte fundamental de nuestra historia”, dice el padre.
Junto a su equipo de trabajo, el técnico principal, Juan Manuel Cedeño, y algunos profesores y pintores han logrado un hermoso trabajo, con materiales como acetona y aceite de linaza.
Un trabajo minucioso, de cuidado y de mucho valor para enaltecer el trabajo de muchos artistas que a través de la historia han dejado sus huellas en el templo de Santa Ana.
“Mi interés no es que se reconozca un valor de quienes estamos realizando el trabajo, sino que el resultado se conserve y que pueda ser visto por todos y por muchos años”, puntualiza el padre Leonel.
Por su parte, el párroco, padre Anel, espera que este esfuerzo que se está realizando sea de provecho para nuestra fe, la cultura y la feligresía, ya que preservar las obras es también demostrar amor y respeto por aquellos que de una u otra forma han contribuido a la evangelización en este sector de Santa Ana.
“No podemos descuidar las obras de arte que tienen un precio incalculable en nuestras iglesias, una riqueza patrimonial, y es necesario velar para que se custodien y sean apreciadas por los nacionales y extranjeros que asisten a nuestros templos”, finaliza.