La Palabra de Dios nos llama a ser buenos samaritanos con el hermano extranjero. Frecuentemente familias migrantes buscan protección y seguridad en las parroquias.
Por Marianne Colmenárez
Así como lo hizo la familia de Nazareth, vemos en la actualidad padres de familia haciendo uso de todo ingenio para proteger a sus hijos, desde el amor anhelan un mejor futuro.
María y José dieron el paso de convertirse en migrantes, no solo para salvar a su hijo sino a toda la humanidad. Pidieron ayuda y recomenzaron varias veces en diferentes lugares, solo para proteger en ese caminar al Salvador del Mundo.
Gracias a que hubo personas que los acogieron en su tierra, esos padres lograron salvar al niño. En la actualidad y en mayor cantidad se siguen viendo familias migrantes que aún en circunstancias tan difíciles no han perdido la fe y el deseo de trabajar para encontrar nuevas oportunidades y construir una vida mejor.
Tal como lo hicieron hace 23 años, Alexis Navarro y Lucy Bejarano, estando recién casados, dejaron Barranquilla para comenzar de cero y construir familia en Panamá.
“Apenas comenzaba en mi matrimonio cuando pierdo mi empleo, en Colombia ya para ese entonces estaba muy complicada la situación, había rezagos de extorsiones a las empresas y constantes secuestros”, comentó Alexis.
Como un milagro de Dios, en Panamá le salió la oportunidad de emprender un negocio y decidió valientemente viajar solo, sin tener ni amigos ni familia en este país. Comenta que Lucy pudo viajar seis meses después.
Hoy miran atrás y ven con agradecimiento todo lo que han logrado, ya con dos hijas panameñas: Laura y Alexandra, recuerdan esos inicios, cuando fueron acogidos desde el primer día por la Iglesia Católica.
“Fuimos a varias parroquias y desde siempre nos hemos sentido acompañados por sus párrocos y de la comunidad, precisamente cuando asistimos a la Eucaristía. En la iglesia Santa Marta del Altos del Chase nos integramos a la Pastoral Familiar y al grupo de Matrimonios en Victoria, donde realmente encontramos una segunda familia”, afirmó Lucy.
Actualmente, asisten a la parroquia San Francisco de la Caleta, donde sirven como Ministros Extraordinarios de la comunión y catequistas.
Desde la empatía
En sintonía con el tema, Octavio Fernández, del Consejo Nacional de Familia y Vida, de la Conferencia Episcopal Panameña (CONAFAVI), manifiesta que como Iglesia es necesario acompañar ese caminar de tantas familias que pasan por esta tierra istmeña, muchas son marginadas por la injusticia social.
“Debemos abrir las puertas de nuestras parroquias, que se sientan acogidos. Gran parte son padres de familias bien dispuestos a trabajar por el futuro de sus hijos, son instrumentos para conocer mejor el mundo y la belleza de la diversidad”, reiteró.
Señaló que el papa Francisco, en reiteradas ocasiones, nos ha invitado a fomentar la empatía desde nuestras parroquias, promoviendo campañas de sensibilización y educación.
“Estos hermanos no pueden ser vistos como invasores, ni destructores, ni usurpadores. Gran parte son padres de familias bien dispuestos a trabajar por el futuro de sus hijos, son instrumentos para conocer mejor el mundo y la belleza de la diversidad”, reiteró.