Fieles al carisma de su fundador San Juan Bautista Scalabrini, la congregación Misioneros de San Carlos Borromeo se dedica acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados. Como fruto de la reciente visita, que realizaron al Istmo, se firmará un convenio para su próxima instalación.
Por Marianne Colmenárez
Respondiendo a la invitación realizada por Monseñor José Domingo Ulloa, responsable de la Pastoral Social – Cáritas de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP), del 22 al 25 de enero se hizo presente una delegación de misioneros scalabrinianos, quienes con su vasta experiencia en el tema, buscarán fortalecer los esfuerzos realizados por las distintas expresiones de la Iglesia que llevan adelante una pastoral con migrantes.
Los sacerdotes Leonir Chiarello, Superior General de la Congregación; Horecio Anklan, Superior Provincial y Sergio Dall’Agnese, Consejero Provincial realizaron una gira que incluyó la visita al Centro de Acompañamiento Integral a Refugiados y Migrantes Hogar Luisa, a la sede de Fe y Alegría Panamá y a la Estación de Recepción Migratoria (ERM)de San Vicente, ubicada en la provincia del Darién.
La experiencia fue suficiente para darse cuenta de las múltiples necesidades humanitarias que demandan mayor atención a la población en movilidad, y la presencia del carisma scalabriniano ayudará a articular el trabajo entre las organizaciones de Iglesia, sociedad civil y ONGs.
Leonir Chiarello, Superior General de la Congregación, afirmó que una sola visita a Darién les reveló la gran crisis humanitaria que viven tantas personas en situación de vulnerabilidad.
“Vimos mujeres embarazadas, mujeres con niños enfermos venidos de Venezuela, Ecuador, China y hasta de África. Se nota una necesidad muy grande de acompañamiento social, económico, político y pastoral”, expresó.
Para el Superior General, “Darién es simplemente el síntoma y no la enfermedad de una situación muy dramática que viven estos países. Hay causas estructurales que obligan a su gente a huir de esa manera tan desesperada, poniendo en riesgo la vida”.
Del contexto, los misioneros pudieron percibir la resiliencia de tantas personas que atraviesan la selva del Darién. “Tienen una fuerza impresionante, son capaces de enfrentar cualquier cosa; consideramos que con nuestra experiencia podemos sumarnos a los esfuerzos, elaborando programas de atención en los países de origen, de tránsito y destino. No es suficiente trasladarlos a Costa Rica”, destacó.
Antes de Pascua
El padre Leonir Chiarello manifestó que en vista de la crisis humanitaria han contemplado enviar tres sacerdotes antes de la Pascua, dos de ellos servirán desde el Darién y otro en la ciudad capital.
“Vamos a formalizar un convenio para estar presentes en Panamá. Estamos deseosos de aportar, realizaremos también nuestro Apostolado del Mar, en el que atenderemos desde los puertos a los marineros y pescadores. Ellos son migrantes permanentes, los 365 días del año viven en los barcos, moviéndose todo el tiempo, sin conexión con sus seres queridos”, dijo.
En Argentina, Brasil, Italia, Filipinas, Sudáfrica, Taiwán y Uruguay, la Congregación Scalabriniana ha organizado equipos de sacerdotes y laicos católicos para abordar los barcos y ministrarlos a través de misas y ceremonias de bendición.
Desde sus centros ofrecen una serie de servicios en las ciudades portuarias, incluyendo refugio, programas de capacitación, centros recreativos, acceso a líneas telefónicas internacionales e Internet, para conectarse con sus familias, compras y más.
Expectativas
Jorge Ayala, secretario ejecutivo de la pastoral de Movilidad Humana de la CEP y director del Hogar Luisa, asegura que la experiencia de la Congregación Scalabriniana responde a la realidad de las personas desplazadas forzosamente en esos lugares donde no existe una pastoral estructurada.
“En nuestro caso, su presencia nos ayudará a fortalecer el trabajo realizado y animará la sinodalidad entre las distintas entidades de la Iglesia, que llevan adelante una pastoral con migrantes. Es precisamente lo que habíamos estado buscando”, expresó Ayala.
Explica que desde el Hogar Luisa han tratado de mirar al migrante y al refugiado con los ojos de Dios. “No siempre hemos podido. Las carencias institucionales no nos han permitido servirles como Dios espera, pero siendo juez de nuestro esfuerzo, hemos continuado hasta ver alcanzado uno de nuestros grandes anhelos que era, precisamente, que la Congregación Scalabriniana viniera a Panamá”.
Ayala asegura que el acompañamiento pastoral a la realidad migratoria siempre ha sido desafiante, pero con la presencia de las organizaciones miembros de la Red CLAMOR y ahora con una PMH fortalecida, gracias a la incorporación de nuevos aliados, confían en que podrán de la mano de Dios, atender mejor a las víctimas de las distintas formas de migración forzada que tocan la puerta.
Scalabrini, el padre de los migrantes
El 9 de octubre de 2022, el papa Francisco proclamó santo a Juan Bautista Scalabrini (1839-1905) por el testimonio de muchas personas que lo reconocen como padre del migrante, como Obispo santo y por los signos de devoción que se expresan en distintas partes mundo.
Como obispo de la diócesis de Piacenza, al norte de Italia sintió la responsabilidad de dar una respuesta evangélica a las distintas circunstancias que vivía la gente de su diócesis. Vivió desde dentro el drama del éxodo de los migrantes que se dirigían en gran número desde Italia hacia los países de América.
Entre las diversas iniciativas que tuvo en los ámbitos religioso y social, invitó a sus sacerdotes a salir de las sacristías, para que palparan las necesidades concretas de su pueblo.
Fue precursor de la pastoral migratoria, la cual emergió con fuerza a fines del siglo XIX. También fue quien sugirió a San Pío X la creación de un organismo en la Santa Sede para la atención de todos los migrantes del mundo.
Gracias a su empuje se creó la oficina especial para la emigración, precursora de la actual Sección para los migrantes y refugiados que es parte del Dicasterio para la Promoción del desarrollo humano integral.
Su legado sigue presente y con más fuerza. La congregación de los misioneros de San Carlos Borromeo, que fundó en el año 1887, continúa su trabajo activamente en 30 países. Más de 700 misioneros promueven su mensaje en parroquias, casas del migrante, escuelas, orfanatos, hospitales, centros de estudios, puertos y fronteras.